Agenda industrial: vuelve el consumo interno como motor de la reactivación

El nuevo gobierno tiene como objetivo para las primeras semanas poner en marcha la economía a través de un estrategia de shock para dinamizar el consumo y la actividad.

Cuando el nuevo ministro de Producción -al cierre de esta edición las versiones más firmes señalaban a Matías Kulfas para el cargo- ocupe su oficina en el segundo piso del edificio de Diagonal Roca, frente al monumento del dos veces Presidente de la Nación, se encontrará con una larga lista de cuestiones urgentes y algunas herramientas que ya están listas para utilizar.

Ya está virtualmente decidido que la nueva administración tendrá una suerte de súper ministerio de Producción, que concentraría también el área de comercio exterior.

La llave maestra que intentará utilizar el nuevo gobierno es reactivar el mercado interno, como paso previo para lograr la escala necesaria y así potenciar, al mismo tiempo, una plataforma exportadora.

En la lógica del nuevo gobierno las pequeñas y medianas empresas tendrán un lugar destacado.

Para ellas se busca revigorizar la capacidad de compra de los sectores de ingresos fijos -asalariados, jubilados, pensionados, beneficiarios de la AUH y programas sociales- y promover instrumentos de financiamiento a tasas preferenciales o subsidiadas. Es la bajada al llano del declamado "poner plata en el bolsillo de la gente".

Las empresas grandes, medianas y pequeñas, sottovoce acuerdan con esta posición. Pero antes deberán sortear un paso obligado: la convocatoria a la mesa del Consejo Económico y Social, en que se espera que haya un acuerdo entre empresarios y sindicatos sobre precios y salarios, aunque éste no será suficiente. Más bien, será una condición necesaria -para recomponer salarios y dar cierta pauta de freno a la inflación- pero no suficiente.

Seguramente, haya ciertos incentivos al sector productivo, pero no hay que perder de vista, que la Argentina vive el síndrome de la manta corta y no puede tomar medidas con un costo fiscal elevado, al menos no por un tiempo prolongado.

El dato más duro es que la actividad industrial acumula dos años consecutivos en caída, 5% interanual en 2018 y 7,2% en los primeros diez meses de este año, aunque es probable que cuando finalice el año la caída será incluso algo más profunda. Además, la capacidad ociosa de la industria ronda el 60% y en los últimos cuatro años se perdieron casi 150.000 empleos industriales.

Hay cierto consenso en que el principal lastre que debió soportar la industria en estos años, y en especial desde mediados de 2018, fue la enorme volatilidad de las variables macroeconómicas, con foco en el tipo de cambio, una inflación indomable, las tasas de interés trepando entre el 70% y el 90%, la fuerte caída del consumo y serios problemas para mantener la operación de las empresas.

Lógicamente, este panorama es aún mucho más complejo para las pymes, que tienen menos espalda para afrontar los desafíos de la coyuntura.

Sin embargo, aún en ese contexto, el actual Gobierno deja algunos instrumentos y leyes importantes, que darán frutos cuando la economía dé la vuelta. Entre ellos vale recordar las leyes Pyme (ya terminaron sus beneficios), de Emprendedores, también la ley de Autopartes, además de las leyes de impulso a la industria naval y la Marina Mercante nacional.

A esto hay que sumar el Compre Argentino, la ley de Economía del Conocimiento y más 55 mesas sectoriales de competitividad. Quedan por delante los desafíos que presentan las reformas estructurales (laboral, previsional y tributaria), que auguran un duro trabajo a la hora de reactivar la economía.

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