La estabilidad del "dólar Bessent", es decir, la baja de la cotización desde que el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, empezó a tuitear que apoya a la Argentina, genera una combinación de sensaciones en el mundo de las empresas chinas con intereses en el país.

Por un lado, la seguridad de que habrá divisas infinitas para pagar la deuda, reforzar las reservas internacionales del Banco Central o comprar bonos del Tesoro aplacó la tensión cambiaria y paró el drenaje que parecía terminal el viernes pasado.

Así, con el precio del dólar por debajo de $1400 nuevamente, todo marca que habrá una nueva vuelta de tuerca a los comportamientos que alienta el dólar barato, entre ellos, las importaciones y compras puerta a puerta que llegan desde el gigante asiático.

Mientras la pregunta es bajo qué condiciones pueden llegar las divisas que salvaron al gobierno de La Libertad Avanza y por ende cuánto puede durar la nueva pax alentada por la intervención de Donald Trump, entre los empresarios que operan con Oriente usan una frase gráfica: "Todos los dólares que lleguen, incluso de los del Tesoro americano, terminarán en el embudo chino".

Es que la Argentina se encuentra en un frenesí de compras al monstruo manufacturero. Las ferias sectoriales están atestadas de argentinos que buscan desde insumos para sus fábricas hasta productos terminados con los que disputar la porción del mercado interno que se mantiene viva en un contexto de estancamiento. Además, no se detiene el crecimiento de las compras puerta a puerta a través de portales como Temu y Shein, que ya suman unos US$100 millones por mes de acuerdo con el balance comercial que publica el Indec. En total, las compras a China están creciendo a más del 70% anual entre enero y agosto.

En paralelo, los lobbistas que trabajan entre la Argentina y las empresas chinas, muchas de ellas estatales, empezaron a notar en la última semana una sucesión de hechos que marcarían un posible quiebre en el clima de negocios con uno de los principales socios comerciales del país, si bien todo el tiempo remarcan que el gobierno de Xi Jinping se mueve con tiempos milenarios y no se deja llevar por la coyuntura, aunque a veces si se deja.

Por un lado, hay empresas agroalimentarias muy importantes de la Argentina que en las últimas horas vieron que importantes compradores de China, ligados al gobierno central, los marginaron de compras que habitualmente les hacían con motivos extraños.

En algún caso, se adujeron algunos temas sanitarios y de condiciones de las materias primas asociadas a los productos en venta, pero más de uno de los representantes de la empresa argentina advirtieron que hubo "algo raro" en la decisión de apartarlos de la operación, porque al mismo tiempo había muy pocas objeciones para el ingreso de productos de similares condiciones desde Brasil, con quien todo fluye pareciera más en plena sintonía política y mientras Lula se enfrenta a Trump. ¿Es un anticipo de lo que puede pasar si el apoyo de la Casa Blanca a la Casa Rosada exige alejarse de los intereses chinos?

Un interrogante que observan los enviados de Beijing es si la Argentina hará "el gesto" de cancelar el swap chino con el préstamo que esbozó otorgará el Tesoro a la autoridad monetaria por US$20 mil millones.

En ese punto, no sólo se mirará en detalle si hay un intento de Estados Unidos de correr a China como el prestamista de última instancia de la estabilidad del peso, como de alguna medida se había convertido desde el gobierno de Cristina Kirchner. También hay una pelea no tan velada sobre la influencia del dólar y el yuan en el sistema de pagos internacional.

Con préstamos como el swap por US$15 mil millones que llegó a conceder el Banco Popular Chino y que hoy engrosa las reservas brutas del Central, había una paulatina intención de que más y más operaciones se hicieran con la moneda asiática. Incluso en la gestión del presidente Alberto Fernández se había incentivado la apertura de cuentas en yuanes, un mecanismo que hoy está prácticamente parado.

En la mirada que hicieron empresas chinas que operan en la Argentina del largo tuit de Bessent del miércoles, los más detallistas se detuvieron en la mención del funcionario estadounidense sobre que trabajan para terminar con la reducción de impuestos a los que producen materias primas en nuestro país.

Además de la polémica de que se exprese un burócrata extranjero sobre el sistema impositivo argentino, hubo gente que asesora a empresas mineras chinas que apuntó que pudo ser también una referencia a que Estados Unidos procura que se termine la retención cero que rige desde agosto para la exportación de oro, una medida que favorece especialmente a gigantes chinos que operan ese mineral por ejemplo en la mina Veladero en San Juan.

La minería empieza a hacer un eje de la política exterior de Estados Unidos y los organismos multilaterales que sostiene. El miércoles también hubo una extensión de créditos del Banco Mundial que impactarán en el proyecto de cobre Los Azules en San Juan. Y el gobierno de Trump planea adquirir el 10% de Lithium Americas que en Salta y Jujuy es socia de la china Ganfeng en proyectos de litio. Todo, sin mencionar la búsqueda global de acceso a tierras raras, entre ellas, el uranio, presente en la Patagonia.

Como sea, en China -donde las decisiones se toman con mucha más perspectiva que urgencia- la Argentina no deja de ser un punto de su mapa de abastecimiento alimentario. Por eso ni bien se bajaron las retenciones compraron al menos 15 cargamentos aprovechando la baja momentánea de precios, lo que también alertó a los estadounidenses que pidieron el fin de ese beneficio que quedó en evidencia.

Por último, organizadores de eventos y ferias comerciales chinas recibieron, mientras Milei estaba sacándose fotos en Nueva York en plena trumpización, la cancelación de la participación de funcionarios nacionales, como si una especie de nuevo eje de alineamiento hubiera quedado explícito al nivel de no querer dar un paso equivocado que luego haga que alguien pida explicaciones.