SE CONJUGAR N DEL DÉFICIT CERO Y EL AUMENTO CERO DE LA BASE MONETARIA

Calmar la incertidumbre con un shock arriesgado para la actividad

La clave será la velocidad de la caída de la inflación Se descuenta que con la absorción de los pesos que presionan a la demanda y hoy buscan el dólar frenará precios

La vocación de que esta sea la última crisis está en el fondo de una apuesta que, al conocerse ayer los lineamientos del nuevo acuerdo con el Fondo, apelará a resolver con una política de shock el déficit fiscal, la incertidumbre del financiamiento de los mercados, el déficit de cuenta corriente y, con mucho voluntarismo, la relación de los actores económicos con el dólar.

El acuerdo aprobado ayer es el monto nominal más alto de endeudamiento con el FMI de la historia del organismo con el país. Según lo explicó la Universidad Austral, es cuatro veces el récord de u$s 13.600 millones concedido a Fernando De la Rúa en el 2000, y en dólares equivalentes a abril 2018, es dos veces y medio ese acuerdo. En términos de PBI, es 9,7% del PBI estimado para este año, sólo por debajo del máximo anterior del gobierno de Duhalde en 2003 (9,8%).

Para obtener esos fondos, y despejar las dudas sobre el acceso al financiamiento, el acuerdo se basa en dos ejes: el déficit fiscal 0 en 2019 y el cambio del esquema monetario, para frenar la inflación. Establece un esquema de flotación con autorizaciones limitadas para intervenir en el mercado cambiario. Se fijó una durísima regla monetaria: no se aumentará la base monetaria, desde el 1° de octubre hasta junio de 2019. Es decir, que para controlar la inflación se buscarán absorber los pesos necesarios de los circulantes entre el público y los de los bancos.

Por el momento, no habrá novedades sobre las tasas de interés, que seguirán, para el Banco Central, con una referencia mínima de 60% en licitaciones de Leliq, el bono de referencia y regulación monetaria destinado a los bancos. Si la economía necesitara más pesos, serán más caros. O el público deberá vender sus dólares.

En el Banco Central creen que la crisis de los últimos cinco meses ya está terminando. Tanto porque se ha ahuyentado con el acuerdo con el FMI el riesgo de un default, como porque el aumento del dólar, la reducción de la capacidad adquisitiva de la población y la propia recesión están liquidando ya las compras de dólares por atesoramiento. Ese escenario -el trabajo sucio-, consideran, ya sucedió, y con él se irá parte de la volatilidad de la economía.

A juicio del Gobierno, por otra parte, el apretón monetario que provendrá del mega ajuste fiscal de 2019 y del compromiso de no aumentar la base monetaria -simultáneo con las altas tasas y altos encajes que inmovilizan recursos de bancos-, no serán el responsable de mayor recesión.

"Es cierto que las tasas altas retraen la actividad, pero la recesión de la Argentina está más relacionada con la volatilidad del dólar y la incertidumbre que con las tasas de interés. El nivel de 60% con que continuará este modelo no parece ser exhorbitante", creen los técnicos de la autoridad monetaria.

La contrapartida debería ser una caída franca de la inflación. En el Gobierno creen que después de la ronda de aumentos que aunó la modificación de las tarifas y el pass-trough de la devaluación, hacia principios del 2019 debería ceder. El nuevo esquema no admite pronósticos, tras haber sido liquidadas las metas. Pero la mirada estará puesta en la velocidad de caída de la inflación. A la espera de la última crisis.

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