Alberto y Bolsonaro reeditan un duelo por la apertura (o no) de las importaciones

En un escenario inédito y alterado por la pandemia del coronavirus, el presidente Alberto Fernández mantendrá este jueves una videoconferencia con sus pares de Brasil, Paraguay y Uruguay para dar lugar al formal traspaso de la presidencia rotativa del Mercosur, que este semestre será conducido por los vecinos de la Banda Oriental y el plan de trabajo dictado por su jefe de Estado, Luis Lacalle Pou.

Claro está, la mitigación del coronavirus en la región será uno de los temas centrales de la cumbre, que debido a las restricciones sanitarias y de movilidad se celebrará por videoconferencia, al igual que el resto de encuentros que a comienzos de año se pensaba que tendrían lugar en Encarnación, la ciudad vecina a Posadas, capital de Misiones.

Sin embargo, el primer encuentro "cara a cara" -así sea virtual- de los actuales mandatarios de los cuatro socios fundadores del bloque -puesto que Fernández asumió el 10 de diciembre y Lacalle, el 1° de marzo- llevará irremediablemente a cristalizar las posiciones antagónicas que la Argentina mantiene respecto de sus socios para el futuro de la unión aduanera.

Desde abril, donde amagó con retirarse de la mesa de negociaciones y provocar una ruptura del orden institucional del bloque, el Gobierno argentino pretende poner un freno a la celeridad con que brasileños, guaraníes y orientales se dirigen a cerrar acuerdos de libre comercio con terceros países o bloques.

De los tres socios, Brasil, con su presidente Jaír Bolsonaro a la cabeza, es quien más presiona por concluir los acuerdos y dar señales a su electorado que le permitan relegitimarse en medio de una crisis profunda por la desacertada estrategia trazada para frenar el virus, que en su país ya se cobró la vida de más de 57.000 ciudadanos.

En conversaciones con los sectores industriales y agroexportadores, las figuras económicas de la Cancillería reiteraron su decisión de posponer cualquier decisión hasta tanto se cierre la reestructuración de la deuda, se tenga una proyección clara de la caída de la economía, y se avizore qué escenario global emergerá tras la pandemia.

Incluso el canciller Felipe Solá sentó postura el pasado jueves al asegurar que "es peligroso acelerar convenios con países que tienen sobre nosotros ventajas competitivas en la industria y aceptar el ingreso de productos que tienen muchos más años de tecnología y que nos dejan sin trabajo". En similares términos se expresó la Argentina oficialmente para poner reparos a los acuerdos que se pretendían avanzar con Corea del Sur y Singapur, y en menor medida con Canadá.

El mismo día que Solá cristalizó las objeciones argentinas, Brasil rubricó con México un acuerdo para desgravar progresivamente el comercio de camiones y ómnibus, lo cual afecta sensiblemente a la Argentina como productor y fuerza a tomar postura en el futuro inmediato.

Más aún, Bolsonaro también demandó que el Mercosur retomara con velocidad la revisión integral del Arancel Externo Común (AEC), que rige en los cuatro países los derechos de importación con los que se gravan todo tipo de bienes provenientes del exterior. La Argentina trancó esa discusión en aras de resguardar el tejido productivo local y no ceder ingresos fiscales.

El presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, que gobernó el Mercosur en el primer semestre del año, cuando se desató la crisis del Covid-19, abrirá este jueves la cumbre virtual desde la sede del Banco Central del Paraguay, y poco después del intercambio, cederá el mando a Lacalle Pou.

Paraguay había tomado la posta de manos de Brasil con el compromiso de seguir impulsando el multilateralismo y los acuerdos de libre comercio, como así también una agenda de modernización interna. La llegada de la pandemia a la región condicionó su mandato e impidió que los encuentros de trabajo se realizaran de forma presencial.