Con un mensaje en cadena nacional con marcadas diferencias con el show montado en el Congreso en 2024, el presidente Javier Milei buscó retomar el control del pulso electoral. En sus palabras, el mandatario dejó en claro que el resultado del próximo 26 de octubre es crucial para todas aquellas bondades que promete seguir el sendero del superávit y el equilibrio de cuentas que la Argentina sea "potencia". De ahí la necesidad de ceñirse a un Presupuesto de austeridad que vuelva a encolumnar a todos los actores de la política con las metas del Gobierno.
De esta forma, Milei buscó no solo presentar el Presupuesto 2026 sino también reforzar su narrativa política: la de un camino arduo pero irreversible, donde el sacrificio de hoy es la promesa de una Argentina próspera mañana. Forma parte de la reconfiguración del relato electoral rumbo a las elecciones de mitad de mandato, abandonando la idea de la polarización sobre la base del "Kirchnerismo o Libertad" por un discurso que busca recuperar la idea-fuerza de la esperanza que movilizó a propios e independientes en 2023.
En soledad detrás del atril, sin las escenas ampulosas de otros mensajes ni el acompañamiento de su gabinete, la transmisión buscó personificar a un Presidente con un mensaje simple: reconstruir la confianza con la sociedad para revalidar la legitimidad del ajuste como herramienta de política pública. Es la primera reacción palpable al revés electoral en la Provincia de Buenos Aires, donde los 14 puntos abajo no formaban parte del peor de los escenarios para los estrategas del oficialismo.
Por eso desde el inicio, Milei planteó el vínculo directo entre la disciplina fiscal y las expectativas de crecimiento como las dos caras de una misma moneda. "Hoy el futuro de la Argentina depende fundamentalmente de una sola cosa: que el pueblo y la política se comprometan con el orden fiscal", advirtió. Para el mandatario, el Presupuesto no es solo un instrumento contable, sino "la ratificación de nuestro compromiso inquebrantable con sacar al país adelante".
Así, el jefe de Estado construyó un mensaje en cadena nacional centrado en dos ejes: el equilibrio fiscal como política innegociable y el esfuerzo social como condición indispensable para alcanzar un futuro de prosperidad. La promesa de que los sacrificios realizados hasta ahora solo tendrán su razón de ser si se alcanza la meta del superávit fiscal, con una recompensa tan cautivante como intangible hoy.

"La última vez que Argentina tuvo superávit fiscal, sin estar en default, fue hace más de 120 años. Ningún argentino vivo experimentó jamás la Argentina que estamos construyendo", indicó el mandatario al reforzar la idea de que el sacrificio colectivo no es en vano. "Esta vez el esfuerzo que todos los argentinos estamos haciendo vale la pena", remarcó sobre el eje rector de sus palabras.
Milei describió los avances logrados hasta ahora como cimientos invisibles de un edificio en construcción. "En ese recorrido, los éxitos que nuestro programa tuvo y sigue teniendo son parecidos a los cimientos en la construcción de un edificio. Son el primer paso necesario para desarrollar la obra, son sus componentes esenciales, dado que sin los cimientos el edificio colapsa", afirmó.
No obstante, el Presidente no esquivó el costo social del ajuste, aunque intentó ponerlo en su perspectiva. "Por cómo fue configurado el plan de gobierno los años más duros de afrontar fueron los primeros. Y por eso podemos afirmar, como hemos hecho en tantas otras veces y pese a las turbulencias coyunturales, que lo peor ya pasó", consignó el Presidente. Añadió que todos los ciudadanos con "los protagonistas de este proceso". "El temple de los argentinos es heroico y por eso les quiero dar las gracias", subrayó.
En cuanto a los resultados esperados, Milei citó proyecciones ambiciosas, como que "solo por haber alcanzado el equilibrio fiscal y por mantenerlo a lo largo del tiempo, Argentina alcanzaría, según diversos estudios, una base de crecimiento del 5% anual". "Si al equilibrio fiscal le sumamos las reformas que queremos llevar adelante podríamos estar hablando de un crecimiento del 7 u 8% anual de manera sostenida", agregó.

Para el jefe de Estado, no apartarse de ese camino de "crecer a esas tasas implicaría que en 10 años nos pareceríamos a países de altos ingresos, en 20 años estaríamos entre los países más ricos del mundo y en 30 años estaríamos en el podio de las potencias mundiales".
El Presidente matizó ese horizonte con un llamado a la paciencia. "Pero eso no sucedería por arte de magia, ni existe una fórmula mágica para que todo ese progreso se materialice hoy. Necesita de tiempo para que el trabajo pueda adquirir cada vez mayor valor. Porque como ya hemos dicho en alguna ocasión: Roma no se construyó en un día", señaló. En otro punto, reconoció que la macro no se refleja en los bolsillos de muchos argentinos, en un giro no menor en su línea discursiva.
No obstante, volvió a puntualizar que no hay alternativa al equilibrio fiscal cuando destacó que tal disciplina tendría un impacto inédito en la relación entre el Estado y el sector privado. "Por primera vez en décadas, en vez de que el sector privado financie al sector público, este superávit primario permitirá al sector público financiar al sector privado para que desarrolle obras fundamentales que hacen en la infraestructura y logística del país", anunció.
Milei también reforzó la idea de que no existen atajos externos ni culpables ajenos. "Nadie tiene la culpa de nuestros problemas más que nosotros mismos. Y nadie más que nosotros mismos puede salvarnos. Dependemos exclusivamente de nuestro esfuerzo y nuestro compromiso con hacer, de una vez por todas, las cosas bien", expresó.
Incluso puso como ejemplo el ajuste en el propio Gobierno. "Los sueldos del Poder Ejecutivo están congelados desde la misma fecha en que hemos asumido. Por lo tanto, sabemos que el camino es arduo pero también sabemos que el rumbo es el correcto", remarcó. No hizo alusión, no obstante, a las más de 50 mil bajas en la administración pública nacional ni al retraso salarial que acusan los gremios de estatales de hasta 30 puntos.
En el tramo final, insistió en que el desafío es sostener lo hecho y evitar retrocesos. "Tenemos que entender como país y como sociedad, que si no terminamos el proceso de cambio que hemos emprendido, habremos tirado a la basura todo el esfuerzo que hemos hecho. No aflojemos, hagamos que todo este esfuerzo valga la pena", concluyó, antes de despedirse con su habitual invocación: "Que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del cielo nos acompañen".




