Una plaza llena de pañuelos blancos contra el recorte de penas

Abuelas de Plaza de Mayo, Madres Línea Fundadora y otros organismos lideraron la contundente protesta. Hubo actos en todo el país y en el exterior

A las 17.50 la línea A del subte se interrumpió a la altura de la estación Sáenz Peña. La línea B hacía rato no corría y la gente subió a la calle para intentar llegar a tiempo al acto. Una mujer vestida de rojo decía que "hoy hay que estar, hay que poner un límite". A su lado otra señora, con el pelo lleno de canas, le mostraba la chalina blanca que llevaba al cuello. "Lo único que encontré", explicaba mientras la primera admitía desconocer la consigna: llevar pañuelos y levantarlos en el momento en que se indicara desde el palco. Así ocurrió. Una marea de pedazos de tela, pañuelos mal anudados o de cotillón, bufandas o chalinas, pañuelos que entregaron sindicatos y hasta una empresa textio se alzaron esa vez y cada vez que los miles (medio millón según el cálculo exultante de los organismos de Derechos Humanos convocantes) cantaron o gritaron contra el beneficio del 2x1 a condenados por delitos de lesa humanidad. No faltó quien llorara o quien maldijera, como otra mujer que gritaba con la muchedumbre "el que no salta es un militar". A su lado un joven bromeó: "Epa". Y la mujer retrucó: "Nunca, te juro, nunca pensé que volvería a cantarlo".

Hubo también silbidos y abucheos para los represores mencionados y, como el 24 de marzo, hubo gritos de "Macri, basura, vos sos la dictadura". Las pancartas y carteles apuntaban a los tres jueces de la Corte que avalaron el 2x1 (Horacio Rossati, Carlos Rosenkrantz y Elena Higthon).

Cuando ya había caído el sol la Avenida de Mayo y alrededores quedaron repletos de gente (mucha suelta que llegó por sus propios medios y otros en columnas de organizaciones y fuerzas políticas, con o sin banderas, como el FpV, La Cámpora, PJ, Nuevo Encuentro, Libres del Sur, el FIT, MST, Unidos y Organizados, Partido Obrero, CGT, CTA, artistas, periodistas, Frente Renovador).

A las seis casi en punto arrancaron los discursos mientras las oradoras quedaban rodeadas por representantes de HIJOS y también por nietos que nacieron en cautiverio y recuperaron su identidad, entre ellos la diputada nacional Victoria Donda. Otros hijos de desaparecidos y nietos se quedaron con sus agrupaciones. Al frente de la columna de La Cámpora, por ejemplo, estuvieron la diputada Fernanda Raverta que llevaba al cuello una foto de ella pequeña junto a su mamá, secuestrada en Perú por militares argentinos; Wado de Pedro y también la santafesina Josefina González, una niña cuya identidad le fue ocultada y el martes, ahora como diputada, tuvo que retirarse del recinto para que no la vieran llorar mientras se debatía la ley que limita el beneficio otorgado por la Corte a un militar y que habilitó una catarata de pedidos.

Esta vez no estuvo Hebe de Bonafini. A través de un video contó que no compartió la idea del uso masivo del pañuelo ni la consigna convocante, "Señores jueces, Nunca Más. Ningún genocida suelto", por representar "la teoría de los dos demonios", en referencia al prólogo del informe de la Conadep del gobierno de Raúl Alfonsín. Sí estuvo el colectivo Espacio Memoria, Verdad y Justicia que suspendió un acto previsto para hoy, de modo de hacer más masivo el reclamo.

Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, fue una de las oradoras: "Las Madres dijimos, ¿por qué no? El pañuelo es además el símbolo de los 30 mil, y acá estamos todos juntos reunidos con ese pañuelo blanco, que es la lucha que no afloja", explicó.

A su turno Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, se mostró esperanzada por la ley que sancionó ayer el Congreso y animó a la gente a cantar "el pueblo unido jamás será vencido". La gente les respondió con otro canto que es otro símbolo: "Madres de la Plaza el pueblo las abraza". Y la respuesta del escenario fue: "Esta vez las Abuelas, las Madres y los nietos e hijos abrazamos al pueblo argentino. Gracias". El cierre fue con la canción de León Gieco "La memoria" que la gente cantó mientras se desconcentraba tranquila pero muy lentamente.

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