Marcó del Pont y Lorenzino vs. Moreno y Kicillof: la pelea que ya nadie oculta
La presidenta del BCRA y el ministro resisten el desdoblamiento cambiario y quieren volver a los mercados. Por primera vez, ven al secretario de Comercio muy debilitado
Cada vez que hablás, tengo que vender dólares. De una buena vez, Mercedes Marcó del Pont le recriminó a Guillermo Moreno lo que piensa desde hace tiempo: que buena parte del goteo de las reservas es culpa del secretario de Comercio Interior. Vos tenés que cuidar los dólares, no hablar, respondió Moreno. La discusión ocurrió el miércoles, mientras el dólar blue se negociaba por encima de los 10 pesos por segundo día seguido. Y dejó de manifiesto que, con la presidenta Cristina Fernández de licencia médica, las internas dentro del gabinete económico ya no se disimulan.
De un lado, Marcó del Pont y el ministro de Economía Hernán Lorenzino tienen visiones comunes. Del otro, Moreno y el secretario de Política Económica, Axel Kicillof, acuerdan en más cosas de las que disienten. A unos y otros los une el espanto antes que el amor. El recaudador Ricardo Echegaray parece corrido de las internas, aunque ya dejó en claro que el blanqueo de capitales de Moreno le pareció un fracaso.
Sin un plan económico a la vista, todo se resume a alternativas para salir de embrollos autogenerados, como el cepo cambiario y la maraña de subsidios a los servicios públicos. Marcó del Pont y Lorenzino van por una salida más ortodoxa: endeudamiento a tasas de un dígito y recorte de subsidios. Kicillof es partidario de un desdoblamiento y de financiar el déficit que generan las tarifas planchadas con más emisión monetaria, convencido de que no genera inflación.
Ese desdoblamiento, en la práctica, es compartido por Moreno. Le había prometido a las cerealeras un tipo de cambio diferenciado si se endeudaban en el exterior, traían los dólares y los cambiaban por Baade. El Central cortó ese negocio con una resolución escrita, algo impensado semanas atrás. El trato hubiera significado una ganancia cambiaria de más del 50% para las grandes firmas exportadoras. Hubiera sido escandaloso: trascendió que las propias empresas le alcanzaron el borrador de la resolución a Moreno. Por eso Kicillof mandó a su director en el Central, Pablo López, a votar con Marcó del Pont. Pero el secretario de Comercio insiste. Le prometió a las automotrices que generaría un mercado secundario de Baade, en pesos y al precio del contado con liquidación. El BCRA tampoco lo dejará (ver aparte).
Sus rivales ven a Moreno debilitado por primera vez desde que es funcionario. Lo notan en su tono de voz. Le endilgan tres fracasos al hilo: el Cedin, el Baade y la Supercard, la tarjeta que vendió como votos de las clases populares y que lleva apenas unos 400 plásticos operativos y 1000 emisiones. Como es habitual, él dice que se va tras las elecciones y que lo espera una silla en el Banco Nación. Promueve (¿será una bendición?) a Kicillof como futuro ministro.
Con Moreno golpeado, Marcó del Pont y Lorenzino avanzan. Concretaron el pago de las sentencias contrarias en el Ciadi con bonos y, así, liberaron créditos del Banco Mundial por u$s 3.000 millones para los próximos años. Más allá de las obras que se financiarán, eso significa ingreso de divisas. Y van más allá: la presidenta del BCRA es partidaria de financiar en el mercado de capitales los vencimientos de deuda de los próximos dos años y dejar de usar reservas. Chau desendeudamiento.
Kicillof se niega. En el gabinete económico lo acusan de haber boicoteado el arreglo con el Banco Mundial. También señalan que se opone a negociar con el Club de París. Para Kicillof, Lorenzino es el endeudador. Así lo llamó en reuniones con otros funcionarios.
Son peleas que terminarán de dirimirse tras las elecciones. Quizás alguno de sus protagonistas quede en el camino.