Legislativas 2013, con las cartas sobre la mesa

inurrieta_sebastianPor Sebastián Iñurrieta, redactor de Política, para Cronista.com

Lo que era una hipótesis esbozada en despachos de la Casa Rosada, se convirtió en un experimento empírico con el armado de la boleta K en la provincia de Buenos Aires, el distrito con mayor peso electoral que le puede dar una victoria al oficialismo que descuenta derrotas porteñas, cordobesas y santafecinas. Cristina Fernández de Kirchner se pondrá "al frente de la campaña".

La teoría de transferencia de votos indica que la Presidenta logrará que su bendición sobre el no tan conocido intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, baste para sumar los votos que aportaría una papeleta con su apellido.

La otra opción era esa y se descartó con el naufragio de la candidatura post inundación platense la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner. Tampoco la mandataria apeló a ninguna sorpresa que dejará bocas abiertas ni a figuras de su gabinete. Al contrario, secundan al jefe comunal rostros conocidos en el Congreso. Desde Juliana Di Tullio, la actual jefa de bloque en reemplazo del nuevo ministro Agustín Rossi; pasando por el ex moyanista Héctor Recalde, María Teresa García, Diana Conti; Edgardo Depetri y Carlos “Cuto” Moreno, entre otros.

La elección de Insaurralde, el único de los "probables" que se convirtió en realidad, anticipó la dilatada decisión final que tomó el intendente de Tigre. No por nada el joven jefe comunal ya es llamado “el Massa K” en la Rosada. Su imagen es un lavado de rostro para el kirchnerismo.

El armado dejó un mal sabor en varios paladares, propios (como el camporismo que apenas coló una diputada) y ajenos (como el sciolismo, que se levantaron de la mesa de negociación porque le exigían más de lo que pretendían ofrecer). La inclusión del ministro de Asuntos Agrarios provincial, Gustavo Arrieta (más cercano a la Casa Rosada), no logró calmar la decepción en la gobernación.

“Nosostros metimos cero”, fue la brutal confesión en uno de los despachos. Daniel Scioli no pierde la calma y se guardará en la campaña hasta que llegue su momento: el 28 de octubre, apenas se terminen de computar lo votos.
 

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