Lavagna y un viaje a París que lo decidió a dar la pelea por la Presidencia

El ex ministro creía que era tiempo de dar paso a las nuevas generaciones pero una visita a la Ciudad Luz, en noviembre pasado, lo hizo cambiar de opinión sobre su eventual candidatura a presidente.

El ex presidente Eduardo Duhalde fue el primero que lanzó su nombre al ruedo y lo anotó en la grilla de presidenciables, allá por mediados del año pasado. Corrían entonces los días de furia de la crisis cambiaria, cuando el dólar se disparaba sin encontrar su techo y la imagen del gobierno de Cambiemos caía en picada.

Para ese entonces, Roberto Lavagna mantenía un muy bajo perfil, no daba entrevistas ni hablaba con los medios, aunque solía repetir en algunos contactos privados que había que “dejarle lugar a los más jóvenes , sin terminar de aclarar nada. De hecho, por pedido expreso del expresidente, Lavagna no desmentía en público que aspirara a la Presidencia, un silencio que generaba suspicacias y contribuía a alimentar los rumores.

Es cierto que sus ambiciones presidenciales no eran nuevas (en 2007 compitió por la Presidencia en dupla con el radical Gerardo Morales), pero de verdad creía que su tiempo ya había pasado y estaba decidido a apostar por las nuevas generaciones.

Sin embargo, antes de fin de año hubo un hito que lo llevó a cambiar de parecer. Mientras la posibilidad de su candidatura seguía tomando fuerza entre propios y extraños por la caída en la confianza en el Gobierno y la incapacidad de la oposición de capitalizar ese desgaste, en noviembre pasado Lavagna viajó a París, donde se decidió a dar la pelea. O mejor dicho; dos encuentros clave que mantuvo en la Ciudad Luz terminaron de convencerlo. Uno, con el ex presidente galo Francois Hollande, y el otro, con el ex gerente del FMI y ex presidente del Banco Europeo, Jacques de Larósiere, también francés.

Ambos elogiaron entonces sus atributos para competir por la Presidencia y lo alentaron a calzarse el traje de candidato. No les costó demasiado convencerlo, claro está, porque la idea de alcanzar el bronce como broche de oro a su carrera política siempre sedujo al ex ministro de Duhalde y Néstor Kirchner.

Las condiciones para presentarse, eso sí, nunca variaron: no competir en internas y ser el candidato de un entramado opositor amplio que excediera al justicialismo (con el progresismo y los desencantados de Cambiemos adentro) capaz de romper la grieta. En la conformación de ese armado sigue trabajando Lavagna, mientras de a poco va levantando su perfil. Según supo El Cronista, en los próximos 15 días tendrá dos apariciones mediáticas: una en la Capital y la otra en el interior.

Celoso de sus movimientos y dueño de sus tiempos, el ex ministro va paso a paso. De hecho, aquel viaje a París que lo decidió a subirse al ring fue de carácter privado y no trascendió a la prensa, así como tampoco las reuniones que allí mantuvo. Es que Lavagna suele visitar a Europa una o dos veces por año por razones académicas, de interés económico y/o político o para reunirse con amigos y/o familiares.

Con un post grado de la Universidad de Bruselas, Lavagna es invitado regularmente al encuentro anual del Círculo de Economistas de Francia que reúne en Aix-en-Provence a los máximos exponentes de la economía mundial, tanto del campo académico como político. También es invitado al Foro de Biarritz, un encuentro de reflexión política, social y económica entre América Latina y Europa. Por lo que es habitual que el economista argentino mantenga un intercambio directo con las personalidades que participan de esos encuentros.

Además, es invitado a dar conferencias en universidades o asociaciones empresariales interesadas en su visión de la situación económica mundial y de América Latina.

Es en ese marco, siempre aprovecha para visitar otras ciudades de Europa donde tiene familiares -su mujer es belga-, y reunirse con altas personalidades de la cultura y la política y con jóvenes profesionales argentinos y extranjeros.

Otra de sus pasiones es descubrir sitios históricos y aprovechar la riquísima oferta cultural de lugares como París, Milan, Ginebra, Bruselas, Roma o Madrid.

En sus tiempos libres, cuentan sus colaboradores cercanos, Lavagna suele caminar muchísimo y pasar horas en las librerías buscando publicaciones biográficas de grandes personalidades que marcaron la historia como Winston Churchill, Konrad Adenauer, Charles De Gaulle o Francois Mitterrand, y algunas novelas o ensayos de autores que supieron anunciar las problemáticas de estos tiempos, como la migración interreligiosa y la marginación de aquellos que no fueron integrados a la economía global.

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