Lacunza aseguró que Alberto asumirá con las reservas necesarias para negociar con los acreedores

En un nuevo encuentro del Consejo de las Américas, el funcionario destacó el "orden" en la transición entre los mandatos Macri y Alberto Fernández respecto a la coyuntura regional, al tiempo que detalló los motivos del cepo y del reperfilamiento.

El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, aseguró que el próximo gobierno recibirá el nivel de reservas necesario en el Banco Central (BCRA) para poder ingresar en una negociación con los acreedores de deuda argentina y resaltó que la Argentina no tiene un problema de solvencia, sino de liquidez.

"Recuperar el crédito es la primera condición para poder desplegar políticas económicas consistentes. La Argentina no tiene hoy un problema de solvencia, pero sí de liquidez al no disponer de crédito. La capacidad de pagar al contado los vencimientos tiene un límite. Lo que sí va a haber son los recursos necesarios para ingresar en una negociación voluntaria, razonable y rápida (no precipitada) con los acreedores", dijo el ministro en su conferencia en el Consejo de las Américas.

En ese sentido, Lacunza insistió en la importancia de un programa fiscal consistente para lograr estabilizar la deuda y generar las condiciones de crecimiento de la economía para disminuir el nivel de pobreza, para lo cual consideró requisito lograr un superávit primario de las cuentas públicas y evitar quitas en el pago a los acreedores.

 

"No vamos a bajar la pobreza si no crecemos y no vamos a crecer si no tenemos una deuda estable, y no vamos a tener deuda estable si no tenemos un programa fiscal austero y consistente. Los planteos agresivos para la negociación de la deuda pueden ser tentadores para hacer un menor esfuerzo fiscal a costa de una quita del pago, pero no van a hacer más que postergar la vuelta al mercado crediticio en tasas razonables. Sería un error fatal volver al déficit fiscal primario", enfatizó.

Cepo y reperfilamiento

En otro orden, Lacunza explicó los motivos que llevaron al gobierno de Mauricio Macri a instaurar (y estrechar) los controles cambiarios sobre el dólar y aplazar el pago de los vencimientos de deuda en pesos (el reperfilamiento).

"Nuestro diagnóstico fue que la presunción de insuficiencia de reservas para atender las necesidades potenciales -como los depositantes, los tenedores de pesos que quisieran dolarizarse y los tenedores de deuda- si no se marcaba una guía de prioridades desde el poder central podía estar precipitando una corrida que agudizara nuestro problema de escasez de divisas, más allá de que el tipo de cambio real sea el más alto de los últimos 12 años", comenzó.

Y agregó: "Habría sido nocivo si avalábamos un tipo de cambio nominal mayor, de modo que tomamos medidas para evitar esos efectos que habrían presionado sobre la inflación."

En ese sentido, el funcionario indicó que tomó las medidas "poco simpáticas" para "evitar males mayores", aunque aseguró haber procurado no afectar a las familias, tanto con el primer control de cambios (el del tope de u$s 10.000) como con el del reperfilamiento de letras en pesos, que afectó a personas jurídicas.

"El resultado de ese control de cambios fue eficaz en las siguientes siete semanas, sin embargo se mostraron insuficientes en el entorno del 27 de octubre, así que extremamos más aún los límites para el atesoramiento para darle previsibilidad al tipo de cambio nominal y a las reservas", comentó.

Y concluyó: "No creemos que estas herramientas sean permanentes, sino más bien transitorias hasta que la incertidumbre sobre el futuro de la política económica y cambiaria se disipe. Esto lo tiene que hacer un gobierno entrante y no uno saliente que no tiene horizonte en la vigencia de sus medidas, y entonces seguramente se podrá migrar a regímenes más sofisticados."

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