La crisis política alimenta el temor del "Círculo Rojo" brasileño a un nuevo derrumbe de la economía

La economía está funcionando bien", le dice Michel Temer a Joesley Batista, en medio de un diálogo mantenido el 7 de marzo pasado en el Palacio de Jaburu, Brasilia, que hoy lo tiene al borde de la destitución.

Allí, en la residencia presidencial ubicada frente al lago Paranoá, el mandatario interino de Brasil se mostraba confiado ante el dueño de JBS, uno de los empresarios más poderosos del país, cuyo imperio tiene una fuerte presencia en la Argentina. En definitiva, después de ocho trimestres consecutivos de retracción, la actividad económica daba señales de abandonar uno de los períodos más críticos de su historia y completar los primeros tres meses del año con una suba de 1%, proyectando a su vez un crecimiento futuro muy esperado de este lado de la frontera.

Pero, tal como se reveló en la grabación entregada por el propio Batista, al magnate de la carne le preocupaba más la cobertura política que Temer le pudiera garantizar a sus movimientos. El aval del jefe de Estado que reemplazó a Dilma Rousseff tras un juicio político que ahora amenaza con replicarse en su propio mandato y que, en la visión del establishment, pone en jaque la recuperación incipiente.

En el "Círculo Rojo" brasileño se expande la sensación de que, si cae Temer, habrá un deterioro muy grave de la economía, lo que implicará también una ingrata noticia para los argentinos, dado el peso que el comercio con el gigante del Mercosur tiene en la economía nacional.

Sin embargo, empresarios, banqueros e inversores observaron ayer con preocupación como la reacción inmediata al hecho fue la fuerte caída del real, la suba del riesgo país, el derrumbe bursátil, con la consecuente pérdida de valor de las compañías, y la nota de negativa que las calificadoras le aplicaron a las firmas involucradas en el escándalo.

Así, mientras la sociedad convulsionada asiste a un nuevo capítulo de la grave crisis institucional que perdura en Brasil, el sector privado, cuya imagen sufre las consecuencias del caso Lava Jato; se pregunta sobre el resultado de la reforma laboral y la del sistema de jubilaciones que intenta aplicar Temer. Sin respaldo a la gestión, sus proyectos difícilmente conseguirán aprobación y la incertidumbre sobre el futuro político y económico perdurará, al menos, hasta la elección del año próximo.

De que Brasil encuentre el camino de la recuperación dependerá también el futuro económico de la Argentina.

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