Idígoras: "Estamos en los umbrales de un nuevo crecimiento"

Se abren buenas expectativas para el sector por el acuerdo Mercosur-Unión Europea, sin embargo, es necesario mejorar mucho en logística e infraestructura

Gustavo Idígoras, ex agregado agrícola argentino ante la Unión Europea (UE), acaba de asumir como presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) y plantea los desafíos que tiene una industria a la que describe como la más eficiente del mundo y para la cual vislumbra un crecimiento sostenido, más allá de la coyuntura marcada por las pérdidas en la cosecha gruesa, castigada por una sequía de 4 meses a la que le siguió casi un mes de lluvias.

En un diálogo con El Cronista, Idígoras manifestó la expectativa del sector acerca del acuerdo UE-Mercosur, que mejoraría el acceso a ese mercado para los aceites refinados locales.

También remarcó que las importaciones temporarias de soja, ya sean de Paraguay, Brasil o los EE.UU. permiten mantener la actividad en la industria procesadora que, por la cosecha de soja de unas 36 millones de toneladas, estima tendrá 40% de capacidad ociosa.

¿Cómo está hoy la industria aceitera en la Argentina?

Creo que más allá de algunos problemas coyunturales, estamos en los umbrales de un nuevo crecimiento. La Argentina volviendo a levantar cabeza y busca convertirse en el supermercado del mundo, que es una figura que puede no gustar pero tiene algo de meta mística que los argentinos tenemos que tener para marcar hacia dónde ir.

El sector agroindustrial es el principal aliado de esta meta. Dos años es muy poco para ver grandes cambios. Pero estamos frente a un escenario de demanda global, de harinas proteicas, donde Argentina tiene volumen y calidad.

¿Esta expectativa no choca con el escenario que dejaron la sequía y las inundaciones del último mes?

Los eventos climáticos pasan y van a pasar. Pero más allá de esto, están las condiciones excepcionales de procesamiento que tenemos y en este sentido soy muy optimista.

Después de todos los problemas, hay mucha expectativa por la siembra y producción de trigo. Viene excepcional. El trigo no tiene techo, hay mucho mercado, ya recuperamos mercados que no teníamos desde los 80, Egipto, Vietnam. Brasil es hoy solo el 35% del mercado, el resto va a otros países. En diciembre se vendió trigo a México en diciembre, por primera vez en la historia.

Ahora creo que es el momento con esta supercosecha que se espera de no apuntar solo al volumen, sino de ponernos a trabajar en la calidad. Hay nichos de mercado en los que Argentina podría darse el lujo de la alta calidad.

Esa es la mirada optimista, pero ¿cómo se transita el hoy, con una cosecha limitada y con tantos problemas de calidad?

La industria está muy necesitada de granos para procesar, ésa es la realidad. Calculamos que vamos a terminar el año (agrícola, hacia marzo próximo) con una capacidad instalada ociosa del 40%, lo que es muchísimo. Venimos de un 30% de capacidad ociosa el año pasado cuando lo normal es del 12%. Es un año complejo, y productores y acopiadores salieron a pedir que la industria sea flexible al momento de recibir grano dañado, verde o brotado. El sector va a ser lo más flexible que pueda, pero también hay una realidad que no se pueden disparar los costos o comprometer el producto que luego se va a exportar. Porque la confianza se pierde en segundos, mientras se tardan años en recuperarla.

La industria importa soja desde Paraguay, Brasil y este año se inclinó también por los EE.UU., lo que fue criticado por algunos sectores.

Hubo cuestionamientos, hasta como que era antipatriótico. Pero la realidad es que las importaciones temporarias permiten mezclar distintas calidades de grano, se agregue valor en origen y se exporten esos subproductos. Con la necesidad que dejó el evento climático, la importación es un camino para no parar las fábricas.

De los EE.UU. se compraron hasta ahora 560.000 toneladas, que si llegan al país lo harán después de octubre, cuando acá es habitual una merma en la disponibilidad de soja, y más este año. En Ciara calculamos que, hasta marzo, se importarán entre 4 y 5 millones de toneladas de soja para mantener la producción y compromisos de exportación.

¿Cuáles son los desafíos que hoy tiene la industria aceitera y exportadora en el país?

Hay dos importantes. Uno internacional y otro local. Del lado internacional tenés la alta orientación a la exportación, mantener y ampliar el acceso a los mercados a los que ya llegas e incentivar nuevos. El acuerdo UE-Mercosur es muy importante. Es fundamental lograr reducir los aranceles a los aceites refinados de girasol, soja. Hoy Europa castiga con aranceles escalonados a lo más refinado, lo que atenta contra elaborar o agregar valor en origen.

No es fácil negociar con la UE, pero hoy hay potencial para cerrar en junio o julio.

¿Y cuál es el desafío interno?

Es el de la cadena de valor. En el que cada entidad, de productores, acopiadores, logística, transporte y hasta sindicatos, y la industria, claro, nos sentamos a discutir adónde queremos ir. Dejar de lado prejuicios contra la industria, ver efectos de una visión compartida, si queremos ser el supermercado del mundo. Hay que justarse, puede haber diferencias, pero es fundamental trazar un norte a seguir entre todos.

Sentaría a esa mesa al Gobierno para ponerse de acuerdo?

Reclamarle al gobierno de turno soluciones a los problemas dentro de una cadena no es correcto, porque es como pedirle a otro que solucione tus propios problemas. Y bastante tiene el Gobierno con todo lo que tiene que hacer. Además, el Gobierno cumplió con el sector. Con la rebaja de las retenciones y la gradual para la soja, ha cumplido y trabaja permanentemente, con la desburocratización. Y con las inversiones en infraestructura, que son fundamentales.

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