Daniel Funes de Rioja, presidente de la Copal

"Sin grandes reformas estructurales, todo es efímero"

El dirigente alertó por el avance de la informalidad. Cree que el próximo Gobierno deberá lograr desde un principio acuerdos y discutir políticas de largo plazo

"Podría creerse que el sector de alimentos y bebidas no ha caído tanto, pero cayó mucho". El presidente de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal) y vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, no ocultó su preocupación al analizar el complejo presente de la producción industrial.

En una entrevista en la redacción de El Cronista, Funes de Rioja remarcó la importancia de diseñar políticas de Estado a largo plazo para sortear las incertidumbres políticas y señaló que ve a la sociedad "preparada para eso".

- ¿Qué análisis hace del índice de producción industrial (IPIM) de febrero?

-Es claro que en estos primeros meses va a arrojar cifras negativas, porque en el primer trimestre de 2018 la Argentina crecía. La comparación mensual, en cambio, empieza a mostrar signos de recuperación (creció 2,4% en relación a enero) y si bien no podemos decir que nos llene de optimismo, genera expectativas. Pero aún estamos con una utilización de la capacidad instalada del 60%.

- ¿Y respecto al desempeño de alimentos y bebidas?

-Frente a tasas negativas como las que exhiben textiles o automotrices, uno podría creer que la industria de alimentos y bebidas no ha caído tanto. Pero cayó muchísimo. Porque normalmente el consumo de alimentos y bebidas debería aumentar por el crecimiento de la población, no caer. Le fue mal a la industria.

- ¿A qué lo atribuye?

-Las cifras de consumo llaman la atención: cayó 5% en alimentos y 10% en bebidas. Creo que tiene que ver con un vuelco a la informalidad. Hay "saladas" de alimentos sin ningún control. Y eso hace que debamos poner más énfasis en el reclamo por la reforma fiscal. El 40% de impuestos sobre alimentos o 50% sobre bebidas, significa que el consumo se retrae y que se consuman productos que no cumplen con los requisitos sanitarios.

- ¿Qué expectativas tiene para los próximos meses?

-Es probable y deseable que en el segundo trimestre empiece a revertirse esta tendencia. En el caso de alimentos y bebidas hay sectores que ya arrancaron, otros que parecieran haber tocado su piso, y otros que aún no sabemos. Entre marzo y junio, debería haber un impulso pro los incrementos salariales de las paritarias. Pero cuidado porque la mitad del empleo es empleo pyme. Y me pregunto si podrán pagar ese incremento. Si no, deberá haber líneas de crédito preferencial, ya que nadie en su sano juicio se endeuda al 60%.

- ¿La reforma impositiva es uno de los problemas más urgentes?

-Entre los países más importantes del mundo, hay muchos con dificultades políticas. Pero no dudan sobre los fundamentals económicos. Eso debe conseguir la Argentina: políticas de Estado. Para que la volatilidad política no comprometa esa evolución económica. El país aún tiene pendientes las grandes reformas estructurales. Y mientras no se ataquen esas realidades, todo es efímero. Podremos tener una primavera, pero debe haber condiciones que la hagan sustentable.

- ¿Qué análisis hace de estos tres años del Gobierno?

-Entre los aspectos positivos están el reconocimiento de las instituciones o la inserción internacional. Pero también se cometieron errores. Se sobreestimó la inversión extranjera directa. Y creo también que se deberían haber realizado antes las reformas estructurales, sobre todo teniendo la red de contención social que tiene el Gobierno.

- ¿Podrán hacerse tras las elecciones?

-Quien gane las elecciones va a tener que buscar acuerdos, porque no va a obtener un triunfo amplio. Hay que generar un espacio para que los líderes se sienten a discutir políticas de largo plazo. Creo que la sociedad ya está en actitud responsable para asumirlas.

- Propuso al Gobierno un neteo en el reintegro de exportaciones. ¿Tuvo respuesta?

-Tuve respuesta, pero no concreción. Los reintegros de exportación vienen a compensar impuestos ya pagados, pero se liquidan sobre una base distinta a las que se crearon para la retención. Por otro lado, las retenciones son un desaliento muy fuerte. De las 15.000 o 20.000 empresas de alimentación, solo 1000 exportan. Y deberían ser al menos de 5000.

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