Ernesto Sanz: “La recuperación de la Argentina no va a venir desde el Estado, sino desde el sector privado

En diálogo con El Cronista, el dirigente radical Ernesto Sanz sostiene que el gobierno está ocupado de la distribución pero no de la generación de riqueza. Considera positivas las diferencias dentro de Juntos por el Cambio, ya que genera mayor adhesión social.

En 2015, Ernesto Sanz fue uno de los grandes arquitectos del triunfo electoral de Mauricio Macri. Condujo al radicalismo a conformar Cambiemos, estrategia que resultó ganadora. Sin embargo, tras la victoria optó por regresar a Mendoza y “recomponer su vida , según él reconoció. Tras varios años de perfil bajo, Sanz vuelve a involucrarse en los debates y en la construcción política.

¿Qué opina de la carta de Cristina Kirchner? ¿Coincide con el presidente, fue un apoyo a su figura?

Me parece insólita la importancia que todo el mundo le dio. Para mí es una catarsis personal de una persona a la cual han construido un mito. Consiste en que todo lo que hace Cristina Kirchner es una estrategia elaborada, vinculada a avanzar y a tener éxito. A mí me parece todo lo contrario: no tiene éxito en ninguno de los emprendimientos que hace estando en el cargo. Todas las agendas en las que avanzó generaron desconfianza e incertidumbre.

La carta es muy subjetiva y tiene cero autocrítica, echa culpas a terceros. Al final, el colmo de las contradicciones, convoca a un gran acuerdo con las mismas personas que denosta. No se entiende.

¿Cómo ve este acuerdo que propuso?

La palabra acuerdo está muy devaluada. En casi 40 años de democracia tuvimos solo tres acuerdos: Alfonsín y Cafiero en el 87, Pacto de Olivos y Duhalde con Alfonsín en 2002. Esto habla muy mal de la democracia argentina. Son necesarios acuerdos estructurales en la Argentina, pero sobre la base de una agenda que hay que explicitar, no sobre algo teórico.

¿Qué nombres propios deberían encabezar esos acuerdos?

Mencioné nombres propios porque en esas épocas tenían fortaleza política para sentarse a hacerse un acuerdo. En el escenario actual hay dos grandes coaliciones que concentran el sistema político. Entonces no hay que buscar nombres propios sino una agenda: cómo vamos a fortalecer la moneda, qué federalismo queremos, qué esquema de justicia, cómo nos queremos relacionar con el mundo. Esos pueden ser los puntos centrales.

Dentro de Juntos por el Cambio se señala que hay “halcones y palomas . ¿Esto puede ser bueno para ser más representativos? ¿O implica tensiones internas?

La diversidad de Juntos por el Cambio no me preocupa, me estimula. Esa diversidad engrandece, hace más amplia la mirada y la adhesión social. Pero al final del camino tiene que haber unidad en la acción y en propósito. Eso está garantizado por la visión de país que tenemos. Nadie tiene dudas sobre el derecho a la propiedad, un capitalismo con equidad, una Argentina involucrada en el mundo, en una justicia ágil, eficiente e independiente.

¿Podemos imaginar unas PASO en Juntos por el Cambio en las que no se compita por partido, sino que los dirigentes puedan agruparse por otro tipo de afinidades?

Sería muy bueno, implicaría una muestra de cohesión y madurez de la coalición. En 2015 fuimos por partido, estábamos fundando Cambiemos. Ahora la coalición tiene rodaje y experiencia. Es probable que aparezcan competencias mezcladas y fórmulas compartidas. Eso hablaría bien de un proceso de construcción política y maduración.

Macri reapareció y lanzó algunas autocríticas de su gobierno. ¿Qué visión tiene de la gestión Cambiemos?

Macri fue el que mejor lo expresó, hay que respetar esa visión. La autocrítica más fuerte fue haber generado mucha expectativa y haber defraudado. En esa frase está englobado el concepto general.

¿Cómo imagina al país en la pospandemia? ¿A qué problemas no se prestan atención hoy?

Me preocupa que durante la pandemia nos hemos recostado sobre un Estado que todo lo puede. En épocas de emergencia el Estado tiene que tener un rol activo, es cierto. Pero hay que sostener al aparato productivo privado, al emprendedurismo y a las pymes.

En la pospandemia, la recuperación de la Argentina no va a venir desde el Estado, sino desde el sector privado. Estamos en un modelo redistribucionista a ultranza, pero nos olvidamos de la pata de la generación. Si no se genera riqueza no se puede distribuir nada.

¿El gobierno no está favoreciendo la producción?

El gobierno hace, pero muy tibiamente. La crisis puede ser una buena oportunidad para redefinir el mundo de las relaciones laborales. No se puede generar empleo en la Argentina con este esquema de legislación laboral. Tenemos que tener un esquema más ágil y flexible que permita generar nuevo empleo. Hay que revisar el sistema impositivo: tenemos 150 impuestos, es trágico.

¿Se imagina un presidente radical en 2023?

Ojalá. Tengo mi pertenencia partidaria y voy a trabajar toda la vida para que haya un presidente radical. Depende de muchos factores, sobre todo de los propios radicales que quieran competir.

En las últimas décadas no hubo grandes figuras radicales con proyección en las encuestas. ¿A quién ve a futuro?

Hacer nombres es complicado porque se deja heridos. Hay 4 o 5 que, si trabajan en ese sentido y tienen suerte en su proyección, podrían ser candidatos a presidente en 2023.

¿Le gustaría dar un nuevo impulso a su carrera política?

Mi rol en este tiempo, más que ser protagonista, es ayudar a otros a que lo sean. Y volcar ahí mi experiencia.

El año que viene se eligen senadores en Mendoza. ¿Podríamos verlo en una boleta?

No, ya cumplí esa etapa. Estuve muchos años en muchas boletas. Creo también que hay un momento de la vida en el que uno tiene que apostar por la renovación. Mendoza es una provincia en la que el radicalismo hace un culto a la renovación dirigencial. Al no tener reelección de gobernador no fomentamos el caudillismo ni los cargos vitalicios.

¿Por eso es que Mendoza dio varios dirigentes de peso al radicalismo nacional en los últimos años?

Claro, una cosa tiene que ver con la otra. Hoy el promedio de edad de los cinco diputados nacionales radicales por Mendoza es de 38 años. Es increíble para un partido que siempre ha tenido la carga de ser un partido viejo.

Me permito un gesto de vanidad personal: cuando uno ve los bloques nacionales y el proceso de renovación dirigencial, se puede ver que es gracias a Gualeguaychú. El partido venía de representar cada vez menos a los jóvenes a haber tenido una explosión: Brenda Austin, Josefina Mendoza, Karina Banfi, Soledad Carrizo, Inés Brizuela y Doria, Maximiliano Abad. El radicalismo tiene que desprenderse de pérdida de autoestima y darse cuenta de que tiene todo para ser un gran partido nacional. Que represente otra vez a clases medias, progresistas, con movilidad social.

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