El 2018 de Macri: del sueño de la reelección a la tormenta económica

En su último año de mandato, el Presidente se enfrentó con una economía en crisis que marcó el regreso de la Argentina al FMI y una caída estrepitosa de su imagen

"Pensé mucho en estos días que vivimos, en estos últimos meses, en este último año. Y siento que fue positivo. Echamos bases para seguir creciendo y en 2018 vamos a volver a crecer sobre bases sólidas". Con este tuit cargado de optimismo PRO, el presidente Mauricio Macri inauguraba el 2018 sin imaginar que se convertiría en el año más difícil de su gestión desde que asumió el poder en diciembre de 2015.

El Presidente llega al último año de su mandato con una economía en crisis que marcó el regreso de la Argentina a los brazos del FMI, una caída estrepitosa de su imagen y peores números macroeconómicos que los que dejó su antecesora Cristina Kirchner. El 2018 será recordado como el año que enterró definitivamente el gradualismo M y colocó, contra todos los pronósticos iniciales, un serio interrogante sobre el sueño de reelección del líder de la alianza Cambiemos.

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Macri negoció un acuerdo con la titular del FMI, Christine Lagarde

Envalentonado por el triunfo todavía fresco de las legislativas de 2017 y con una oposición fragmentada a la que imaginaba fácil de vencer, a comienzos del 2018 Mauricio Macri creía tener asegurada su permanencia en el poder. Pero aquel escenario de crecimiento económico, baja gradual de la pobreza y de la inflación que el Gobierno proyectaba transitar, con el correr de los meses viró en una sucesión de malas noticias, megadevaluación mediante, que no le dieron respiro.

Al margen de los números rojos, en términos de imagen, el Presidente también pagó un costo altísimo: llegó a tener un 65% de rechazo en la consideración de los votantes en el peor momento de la crisis.

Desde la primera corrida cambiaria, en mayo, pasando por el primer acuerdo fallido con el FMI y el segundo convenio anunciado en forma desprolija y prematura por el Gobierno antes de obtener el aval del propio organismo, mucha agua corrió debajo del puente. Los u$s 57.000 millones que prestó el Fondo a la Argentina se consiguieron a cambio de aplicar un feroz ajuste en el gasto público que se reflejó en el último Presupuesto votado a regañadientes por el Congreso nacional.

En el medio, cayeron dos presidentes del Banco Central, Federico Sturzenegger y Luis Caputo, hasta la llegada de su actual titular, Guido Sandleris, quien logró por ahora estabilizar el dólar, pero a costa de una suba de la tasa de interés con efectos recesivos que se extenderán, por lo menos, hasta el 2019.

"Fueron los peores cinco meses de mi vida después de mi secuestro", se confesó públicamente el jefe del Estado, tras la firma del último acuerdo con el Fondo que lo sacó a flote cuando el barco parecía hundirse y el dólar se disparaba por encima de $40. Sin embargo, las dudas del mercado sobre la Argentina todavía continúan; el riesgo país se disparó en los últimos días a niveles récord (pasó los 800 puntos) y refleja las creciente incertidumbre sobre la capacidad del país para honrar su deuda.

En números duros, en el año que termina el PBI caerá alrededor de un 2,5%, la inflación será la más alta de los últimos 26 años, según el IPC Congreso, y estará en el orden del 47%, y la deuda externa se acercará al 80% del Producto. El índice de pobreza por el que Macri pidió que se juzgara su gestión cuando deje el poder ya supera el 33%, según la última medición de la UCA.

Hay que decir que prácticamente la única buena noticia del año para el Presidente llegó recién a fines de noviembre, con el éxito político que significó la organización argentina del G20. El fuerte respaldo que recibió de parte de los principales líderes mundiales fue una suerte de bocanada de oxígeno en medio de la crisis.

Ese llanto de desahogo en la gala del Colón que sorprendió a sus colegas presidentes sirvió para entender el estado de ánimo que invade al mandatario en el cierre de un año para el olvido. Esa sensación -efímera- de contar con el apoyo del mundo que dejó el G20 y la precaria estabilidad cambiaria lograda en los últimos meses explicarían el freno que se verificó en estas semanas en la caída de la imagen presidencial. Alguna encuesta, incluso, registró un leve repunte. Pasó de 32% en noviembre a 39% en diciembre, según números de Poliarquía. Aún así, muchos todavía se sorprenden de que Macri continúe siendo un candidato competitivo luego del durísimo año que atravesó su gobierno.

La política no ayudó

También las fricciones dentro de la coalición oficialista contribuyeron a empañarle al Gobierno el 2018. Mientras la principal aliada de Macri, la líder de la Coalición Cívica Lilita Carrió, volvió a mostrar su costado inmanejable, las rencillas internas con el radicalismo estuvieron a la orden del día.

De hecho, las tensiones que se vivieron hacia adentro y fuera del Gobierno en el primer fin de semana de septiembre por los cambios de gabinete -meros retoques cosméticos que mostraron la resistencia de Macri a los cambios- y la negativa del ala marcospeñista de habilitar el ingreso de los aliados radicales sólo sirvieron para alimentar la desconfianza.

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Los cruces con Carrió perjudicaron a la coalición oficialista

Las malas nuevas para el oficialismo también vinieron por el lado de la oposición. Si bien los peronistas continúan fragmentados y sin conducción a las puertas del año electoral, los errores no forzados de Cambiemos los sacaron rápidamente de su letargo para explorar una alternativa de gobierno para el 2019.

Por un lado, el Gobierno revivió "el fantasma" de Cristina, que a pesar de sus problemas judiciales y la sombra de la corrupción que la acompaña, pelea en las encuestas cabeza a cabeza con el Presidente. Se verá luego si decide finalmente presentarse en octubre.

Por el otro, el peronismo federal liderado por Massa, Urtubey, Schiaretti y Pichetto no pierde aún las esperanzas de encontrar un candidato competitivo que le permita convertirse en una opción superadora de la grieta.

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El peronismo no K y Massa dieron forma al lanzamiento de Alternativa Federal

En medio de la incertidumbre económica y política reinante, una sola cosa parece certera: a ningún candidato le alcanza para ganar en primera vuelta y la elección 2019 se definirá en un ballottage. También es claro que sobre aquel sueño de la reelección asegurada que Macri acariciaba en el inicio del año que se va, cuelga ahora un gran interrogante. Una eventual derrota que termine confrontándolo con su propia herencia quizá sea hoy la peor pesadilla del Presidente.

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