Cristina 'jubilada': la foto que en el Gobierno no quieren ni imaginar

La posibilidad de que la ex presidenta no sea candidata preocupa en Casa Rosada, incluso más de la chance de que baje sus aspiraciones a la gobernación bonaerense

La decisión de María Eugenia Vidal de no desdoblar la elección bonaerense motivó una sonrisa en Casa Rosada y, en simultáneo, alguna mueca de fastidio de intendentes de Cambiemos en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires y en propios funcionarios del gabinete de la gobernadora.

El hecho de que Vidal acompañe a Macri en la boleta, tanto en las PASO de agosto como en las generales de octubre, implica una garantía para la debilitada imagen presidencial, que aun en etapa de recuperación, todavía sigue por debajo de los niveles que ha mostrado, por ejemplo, en octubre de 2017, cuando el oficialismo se impuso con autoridad en las elecciones legislativas, sin poner ningún titular en la cancha.

Macri crece con Vidal en su equipo, pero hay quienes creen que la fórmula inversa no arroja los mismos resultados.

"No hay que mezclar la inflación con el bache arreglado", le dijo a principios de mes a El Cronista un intendente de Cambiemos que apostaba por el (frustrado) desdoblamiento.

Sucede que, así como Macri siente un refuerzo la presencia de Vidal y de muchos jefes comunales en la misma boleta, al resto le preocupa el lastre que puede generar ser arrastrado por un gobierno nacional que durante el último año surfeó como pudo contra una crisis económica impensada al momento de asumir la gestión, y que lleva como marcas indelebles una inflación de 47,6% en 2018, un contracción económica de 2,5%, una pobreza en ascenso y un dólar que duplicó su cotización.

Hay un dato clave que esgrimen los armadores de la campaña bonaerense: Macri puede salir victorioso de un ballottage, como sucedió en 2015, pero ni Vidal ni los intendentes tienen ese refugio. El 27 de octubre se sabrá si son, o no, reelectos en sus cargos. No hay revancha.

En ese contexto, hay un escenario que, aun improbable para el macrismo, preocupa en Casa Rosada: que Cristina Kirchner se baje de la contienda nacional y decida no competir o apueste por pelear la gobernación bonaerense -ámbito donde sus niveles de aprobación crecen sustancialmente- con un candidato que tenga mejor techo que piso para aspirar a la Presidencia.

"No existe esa alternativa. ¿Con quién jugaría de presidente la doctora?, ¿quién la baja, quién mide más que ella?", es la afirmación, acompañada de preguntas por ahora sin respuesta que surgen desde Balcarce 50.

Hace algunos días, el ascendente dirigente social Juan Grabois planteó que Cristina "maduró". Y no es el único que piensa así respecto a la ex presidenta, a quien le atribuyen estar atravesando una "etapa de introspección" y mostrarse, puertas adentro, "menos radicalizada" en cuanto a lo ideológico.

También revelan que estaría dispuesta a ser parte de una gran PASO en la que podría darle el respaldo a un candidato de consenso, por ejemplo, como el gobernador sanjuanino Sergio Uñac.

Claro que también están quienes descreen de ese cambio de CFK, que niegan que vaya a aceptar relegar su figura y que sostienen que va a jugar, en agosto y en octubre, por considerar que ese piso de 25% que, de mínima aseguran las encuestas, todavía tiene espacio para seguir creciendo, sobre todo ante un 2019 que puede seguir trayendo noticias negativas desde lo económico.

En el Gobierno prefieren a esa Cristina previsible, compitiendo, rivalizando y, sobre todo, yendo de manera constante a Comodoro Py, una foto que se repetirá con mucha frecuencia durante este año, con un juicio inminente como el que comenzará el martes 26, por el direccionamiento de la obra pública a Lázaro Báez.

Preocupa más que la ex presidenta juegue un rol menos activo y, sobre todo, que se entregue mansa ante un candidato mejor, en pantuflas, bata y calentita viendo pasar el invierno desde Calafate.

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