Alberto inició su gestión: apuesta a la unidad y a recomponer la economía

El flamante Presidente eligió un tono conciliador para su primer día de gestión. Una multitud celebró su asunción y la de Cristina en Plaza de Mayo.

Hasta la una de la mañana Alberto Fernández se quedó ultimando su primer discurso como presidente número 54 de la Argentina. Mandó a imprimir las 7216 palabras que leería, con anteojos, ante la Asamblea Legislativa después de jurar en el cargo y recibir de su antecesor, Mauricio Macri, el bastón y la banda. "Vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina en pos de la construcción de un Nuevo Contrato de Ciudadanía Social", afirmó.

Al anticipado plan contra el hambre, que estará a cargo del ministro de Desarrollo Daniel Arroyo, que será puntal en su administración y sobre el que apuntó que "le pediremos mayor esfuerzo solidario a quien tenga más capacidad de darlo", se sumaron un par de anuncios que estaban guardados bajo siete llaves. Primero, reveló que enviará un proyecto que sacudirá Comodoro Py, para una "reforma del sistema federal de Justicia". Esos tribunales, conocidos sus pasillos por el mandatario como abogado penalista, fueron el blanco del reproche K durante los años en el llano. El Jefe de Estado acusó "persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias". Por la noche, ante una Plaza de Mayo colmada, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner remarcaría el concepto contra la Justicia: "Estos cuatro años fueron duros para quienes fueron objeto de persecución".

Por otro lado, Alberto sorprendió con la decisión de intervenir la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Con Alberto Iribarne con destino confirmado de embajador en Uruguay, el puesto sensible para todo presidente democrático quedó vacante, sin anuncio de quién reemplazaría a Gustavo Arribas, amigo de Macri. Gustavo Béliz, flamante integrante del equipo albertista, pagó su enfrentamiento con la SIDE con el exilio político. Fue uno de los que aportó sugerencias al discurso.

"Nunca más Estado secreto", prometió el mandatario, sin dar demasiados detalles, al adelantar que desaparecerán los polémicos gastos reservados del organismo de espías. Esos fondos, se comprometió, irán al programa contra el hambre, al igual que la pauta oficial que antes iba a periodistas particulares.

En un párrafo casi calcado del discurso de asunción de Néstor Kirchner en 2003, uno de los citados junto a los radicales Raúl Alfonsín y Arturo Frondizi, Alberto Fernández sostuvo que "no hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece". Más tarde, en la Casa Rosada, evitarían brindar nuevos detalles de la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Los primeros anuncios económicos de su gestión se conocerían hoy.

Pasadas las 11, Alberto Fernández se fue por última vez del departamento de Puerto Madero que le prestó durante años su amigo Enrique "Pepe" Albistur. Fue hasta el Congreso manejando él mismo su Toyota Corolla, que deberá volver al taller mecánico por los abollones que dejó la gente que se agolpó alrededor del auto en un caótico desliz de seguridad.

"Un gesto de austeridad, de que es una persona común", analizaron en la Casa Rosada. El concepto de "conductor" también forma parte de la mitología del peronismo, amalgama del heterogéneo Frente de Todos que ganó las elecciones. En el auto lo acompañaron la primera dama Fabiola Yáñez, su vocero Juan Pablo Biondi (que horas después juraría como Secretario de Comunicación y Prensa) y su chofer Daniel Rodríguez, quien tomaría el volante para el camino de regreso hacia la Casa Rosada.

De recorrido lento en auto, en medio de la multitud, al final os ministros llegaron antes en combis que Alberto Fernández a la Rosada. Entraron por atrás, algunos de ellos sin conocer los pasillos del poder. "¿Dónde queda el Patio de las Palmeras'", pidió ayuda Matías Lammens, poco antes de jurar como ministro de Turismo y Deporte. Otros conocen el edificio de memoria, incluyendo el propio Fernández que primero visitó el que será su despacho, cuya única decoración propia del día fueron dos portarretratos, una foto con Néstor Kirchner y otra con Luis Alberto Spinetta. Después fue a su ex oficina de Jefatura de Gabinete, que ahora ocupará Santiago Cafiero. Se sorprendió porque Marcos Peña no tenía escritorio sino que lo había reemplazado con una mesa de reuniones.

Una larga fila de diplomáticos se empezó a formar para el "besamanos" en el Salón Blanco, mientras los futuros ministros se refugiaron en el Salón Eva Perón a esperar la hora de la jura en el Museo del Bicentenario.

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