27 años para edificar el bien y no la venganza

Con la muerte de Nelson Mandela queda casi extinguida la era de los grandes líderes políticos que germinaron durante el siglo pasado. El dirigente negro que derrotó la ignominia del apartheid sudafricano pertenece a una etapa de guerras y de cambios políticos fundacionales en los que también fueron protagonistas más allá de las polémicas históricas dirigentes de la talla de Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill, Charles de Gaulle, Mao Tse Tung, Juan Domingo Perón y Fidel Castro, el único que permanece vivo tras cinco décadas al frente del regimen que gobierna a Cuba.


Pero Mandela se destaca sobre todos ellos por su victoria frente a la injusticia de un país que pretendió desarrollarse con una sociedad que establecía ventajas a los blancos sobre la humillación de los negros. El hombre que terminó venerado por las comunidades del planeta debió pasar 27 años encerrado en una cárcel de dos por tres metros. Y allí, en vez de perfeccionar su venganza, edificó su plan heroico para que un día blancos y negros pudieran comenzar a convivir en algo parecido a la armonía.


Mandela deja un mensaje y una tremenda lección. El bien a veces triunfa y es el único camino hacia un destino mejor.

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