Ciudades inclusivas, todos somos sus habitantes

Aplicando el diseño desde el desarrollo de las construcciones se pueden lograr viviendas y urbes en las que las poblaciones más vulnerables también sean tenidas en cuenta.

La Cumbre Mundial de Durban 2019 tuvo un fuerte impacto en las sociedades. Primero, catapultó a Greta Thunberg a las tapas de todos los diarios y revistas, después llevó su mensaje a estar en boca de todos los políticos del mundo y, además, dejó las bases de lo que se considera debería ser una ciudad sustentable. ¿Por qué debatir esto? Porque no solo incluye el cuidado del planeta, sino también cuán inclusiva serán las construcciones y cómo debería ser la planificación urbana.

De cómo se organicen las ciudades dependerá el acceso a los derechos fundamentales de cada uno de los ciudadanos, y en esto se incluye a las personas mayores y a quienes tienen una discapacidad, que representan más del 25% de la población mundial. Incluso, la accesibilidad es considerado también un derecho humano.

Se estima que más de la mitad de los habitantes del planeta reside en un centro urbano, y ellas experimentan barreras que le impiden su plena participación en las actividades metropolitanas. Por ejemplo, no todas acceden a espacios de entretenimiento, no tienen transportes públicos adecuados, o no cuentan con escuelas en los alrededores.

El diseño de los edificios y viviendas puede incluir a los alrededores, para que las personas del barrio puedan tener en pocas cuadras sus necesidades básicas satisfechas, desde poder hacer las compras hasta momentos de recreación y ocio, pasando por espacios de trabajo descentralizados para favorecer el desarrollo de todas las zonas de la ciudad.

Además, es importante poder promover construcciones que desde su diseño contemplen la accesibilidad en todos sus ingresos y egresos, pues aún hoy la participación de los grupos vulnerables es muy baja. Contar con estas comodidades inclusivas no implica mayores costos y sí trae numerosos beneficios, como la adhesión a la diversidad, un valor muy valorado y buscado por las nuevas generaciones. Por eso, es de esperar que los jóvenes prefieran mudarse a edificios en los que estas soluciones sean parte de la estructura.

Cada semana se mudan a las ciudades más de 3 millones de personas, duplicando así el tejido urbano. Además de pensar cómo contenerlas a todas, es imperioso desarrollar para que, desde el vamos, las viviendas sean inclusivas. No es necesario que llegue al edificio una persona que usa silla de ruedas para sumar una rampa, esta debe estar desde el primer plano que se realiza.

También es importante notar que no solo no se piensa en estas personas al no incluirlas, sino que se tiende a negarlas, constituyendo un problema aún mayor. ¿Cómo lograr que cada edificio cuente con todo lo necesario? Sin dudas el primer paso es escuchando a quienes tienen una discapacidad, porque nadie mejor que ellos conocen sus limitaciones y las barreras contra las que a diario chocan.

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