Gelbard y la verdadera grieta argentina

Se ha escrito mucho en estos días sobre José Ber Gelbard, ex ministro de Economía y autor del pacto social que se firmó en 1973 entre Perón, las cámaras empresarias y los sindicatos. Lo que subyace detrás de esa discusión es la verdadera grieta y consiste en definir qué proyecto de país queremos.

Autores y economistas ortodoxos afirmaron que el pacto social naufragó por no tener en cuenta aspectos fiscales y monetarios o por generar un esquema de salarios altos que trajo aparejado el alza de la inflación que culminó en el "Rodrigazo". Análisis demasiado simplista y engañoso.

La realidad indica que fue Gómez Morales, sucesor de Gelbard, quien llevó el dólar de $5 a $10 y quien allanó el camino para la llegada de Rodrigo. Éste fue quien elevó el dólar comercial de $10 a $26 y subió tarifas y combustibles un 190%.

Las justificaciones para generar aquella devaluación y transferencia de ingresos eran que "había un importante retraso tarifario" y "los salarios eran muy elevados". Notables similitudes con la actualidad.

Conviene revisar los números de la gestión de Gelbard y no las consecuencias de medidas que él no tomó. La inflación pasó del 80% en 1972 al 30% en 1974. El desempleo de 6,1% al 2,5%. El crecimiento del PBI fue de 6,1% en 1973 y de 6,4% en 1974. Las exportaciones de 1973 fueron un 68% superiores a las de 1972. La participación del salario en el ingreso fue del 35% en 1973 y del 42% en 1974, lo que dinamizó el consumo, aumentó la producción y bajó el desempleo.

El pacto social funcionó e implicó congelamiento de precios, suba de salarios y suspensión de la negociación colectiva por dos años. En 1974, empezó a tener problemas por la suba del petróleo, que encareció los insumos importados y por la oposición de grandes corporaciones empresarias.

El conflicto no era con el pacto en sí, sino con el "Programa para la Reconstrucción y Liberación Nacional" y sus "20 leyes" que significaban un cambio en la estructura económica y que planteaban regulaciones a las inversiones extranjeras, la nacionalización de depósitos y del comercio exterior, para generar una transferencia de recursos de la actividad primaria a la industrial.

Eso fue lo que originó enfrentamientos con los conglomerados económicos; por eso, la obsesión de Gelbard era impulsar un nuevo empresariado nacional, comprometido con el crecimiento colectivo.

Un prestigioso cronista escribió estos días que Argentina primero debe generar riqueza para luego poder distribuirla. La "teoría del derrame" que no funcionó en ninguna parte del mundo.

Quienes venimos trabajando por un país productivo, confiamos en la industria como motor de crecimiento, ya que sabemos que se debe crecer y redistribuir al mismo tiempo. Porque es el trabajo lo que genera riqueza y no a la inversa.

Tomamos como un reconocimiento que la ex Presidenta haya reivindicado a Gelbard y asumimos la responsabilidad de seguir aglutinando al empresariado pyme, para generar esa burguesía nacional por la que Gelbard trabajó y que nos exige estar a la altura del proyecto de país que queremos.

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