ENFOQUE

River-Boca y las grietas del estadio único

A principios del siglo XX, River (1901) y Boca (1905) vieron la luz en el mismo barrio de La Boca, hasta que en 1922 River abandonó el lugar en busca de nuevos horizontes, mudándose a Palermo. El 20 de mayo de 1923 inauguró su nuevo estadio con grandes tribunas de madera en Alvear y Tagle, donde ganó su primer título profesional en 1932, de la mano de Bernabé Ferreyra, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera y Carlos Peucelle. En 1937 fue desalojado por la Municipalidad de Buenos Aires y el 26 de mayo de 1938, gracias al impulso de su presidente Antonio Vespucio Liberti, logró inaugurar un estadio único (El Monumental de Nuñez), que demandó tres años de construcción. Ese estadio se vistió de celeste y blanco para el Mundial 1978, pero hoy luce con signos evidentes de obsolescencia.

Su actual presidente, Rodolfo D´Onofrio, meses atrás afirmó que el club tenía la capacidad económica para encarar un nuevo proyecto de estadio. Sin embargo, pronto se vio obligado a cambiar su opinión. "Es inviable pensar en una remodelación o construcción de un nuevo estadio con la situación del país. El precio del dólar hace que una remodelación sea casi imposible" dijo D´Onofrio a TyC Sports. En abril pasado, en una entrevista con el canal CDF de Chile, el mandamás riverplatense reveló una conversación con el presidente de la Nación y ex presidente de Boca, Mauricio Macri, sobre la posibilidad de hacer un estadio compartido en Núñez. "Le dije al Presidente: ¿Qué pasa si hacemos un estadio para River y Boca acá? No sé si la gente de Boca lo aceptaría. Les costaría más a ellos que a nosotros porque para venirse de La Boca hay un tema de pertenencia". Y agregó: "No me dijo que no. El presidente me contó que cuando Aguilar era presidente de River y él de Boca, le propuso hacer un estadio único de River y Boca, y Aguilar le dijo que no".

Los terrenos en la mira de River están a 800 metros del Monumental, detrás del Tiro Federal, limitando con el Río de la Plata y pertenecen al Estado nacional. "River tiene que tomar la decisión de reformar el Monumental o hacer un estadio nuevo y será el socio, con los proyectos en mano, el que decida", avisó D´Onofrio.

Del lado de Boca Juniors la respuesta no se hizo esperar. "Nuestro club es demasiado grande para pensar en compartir el estadio con otro equipo. De La Boca no nos vamos", dijo vía Twitter el presidente Daniel Angelici.

En este contexto, vale remarcar que Argentina continúa en mora en el cumplimiento de las normas FIFA sobre seguridad en los estadios, que sólo deben albergar espectadores con asientos numerados. De los estadios argentinos el Único de la Plata, propiedad de la provincia de Buenos Aires, el de Colón de Santa Fe, sede de la Copa América 2011 y el remodelado Mario Kempes de Córdoba, son los que cumplen aunque no al 100%- con los estándares de accesibilidad, capacidad, hospitalidad, seguridad y tecnologías aptos para la alta competencia.

En Latinoamérica se destacan grandes estadios que han sido reconstruidos a nuevo. El Azteca de México, donde Argentina se consagró campeón mundial en 1986, inaugurado en 1966, alberga a 87 mil espectadores, sirviendo de anfitrión de grandes eventos deportivos, culturales y hasta de la NFL del fútbol americano. El Maracaná de Río de Janeiro, inaugurado en 1950, tiene una capacidad para 80 mil asistentes y allí juegan Fluminense, Flamengo, Vasco da Gama y Botafogo, los clubes más populares de Brasil. El Monumental de Lima, en Perú, inaugurado en el año 2000, calificado por la Conmebol como el estadio más grande de Sudamérica, con 80.093 asientos y 1250 palcos Vip.

A esta altura es indudable que la grieta cultural, social y política que atraviesa a nuestro país también alcanza a la organización del fútbol profesional. Queda así planteada la antinomia River-Boca sin reparar en el aprovechamiento integral de los recursos en materia de estadios de fútbol. Este empecinamiento que se basa en la idolatría del "yo" en vez del "nosotros" proviene de un plano conceptual que desde hace años viene degradándose y que se coloca por encima del clásico adversario, sin advertirse las ventajas de una sana y redituable competencia.

Mientras Boca y River se pelean ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), por supuestos daños económicos de la final frustrada en el estadio Monumental por la Copa Libertadores. Boca pagó más de $ 1 millón por su apelación y reclama un resarcimiento acorde al premio estipulado para el campeón más todo lo que dejó de ganar por no jugar el Mundial de Clubes. Los directivos boquenses juraron llegar "hasta las últimas consecuencias". Otra muestra de insensatez que los aleja de aquellos objetivos que por historia les pertenecen a ambos.

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