Conato de rebelión radical y el dólar maldito

Vaca Muerta no es la salvación de nadie.

...¿Entonces?...

Entonces habría que desarrollar el yacimiento, pero sólo como un recurso más y no poniéndole todas las fichas como hace el Gobierno.

El autor de la sentencia es del díscolo radical Jorge Lapeña, recientemente renunciado como director de Enarsa y de Transener, justamente por discrepar con el plan oficial de privatizar la porción de acciones públicas en esta transportadora eléctrica en la que el Estado es socio de Pampa Energía.

En un contexto con menos urgencias, aquel categórico juicio podría resultar realmente revulsivo, habida cuenta de que a pesar de su exclusión del staff público, el ex secretario de Energía de Raúl Alfonsín y titular del IAE General Mosconi sigue reivindicándose como de Cambiemos.

Puede decirse que el corazón de Energía hoy tiene más de una dueña. Promueve el desarrollo de las fuentes renovables pero sin descuidar el impulso a la producción del gas no convencional de Vaca Muerta, presunto imán para succionar inversiones.

Juan José Aranguren planeó explicar esta semana en Houston las condiciones para invertir y puede que se sume a fin de mes a la misión a Londres que organiza la Cámara de Comercio Argentino Británica a fin de atraer capitales, con el yacimiento neuquino como uno de los principales anzuelos.

Algunos ejemplos de que el Gobierno abrazó la causa del gas no convencional, al que apuesta para disminuir en el mediano plazo las costosas importaciones del rubro. De aquí que los dichos de Lapeña desafían otra decisión estratégica oficial, mostrando otra fisura en la coalición gobernante, aunque no tan dramática como para llegar al quiebre.

En su permanente búsqueda de identidad y sustento electoral propio, el radicalismo no se atreve a romper. Se opone a la privatización de Transener pero no a las de las generadoras eléctricas.

En ámbitos cerrados cuestionan los subsidios a las petroleras y los saltos abruptos en las tarifas, pero sin alzar tanto la voz como para quedar a la intemperie del poder. Una prueba de ello fue el evento organizado hace un par de semanas por la Fundación Alem para tratar la actualidad energética. Prometía ser un mitin de la UCR en contra de la política tarifaria macrista, pero resultó solo un evento académico de tono crítico.

La expectativa de un encuentro con alto voltaje opositor llevó al travieso ministro a llegar de improviso a la sede radical. No está claro si para escuchar por sí mismo o para responder en el momento a las críticas. Pero el barbado funcionario partió discretamente antes del final, sin réplica alguna, y su visita quedó como de cortesía.

Alieto Guadagni alertó sobre los riesgos de no estar evitando como se debiera el calentamiento global y el especialista del IAE, Gerardo Rabinovich, enfatizó que la cartera del área no tiene equipo suficiente para trabajar seriamente en planificación.

Sin embargo, lo más urticante se escuchó en boca de Fernando Navajas, quien objetó la velocidad de la recomposición de los precios energéticos, incluso con un slide.

Es necesario "reconocer que esta es una operación de transferencia colosal de ingresos desde la demanda, equivalente a 5 puntos del PIB, la mitad sobre las familias", advirtió en una placa.

En el texto de una organización de izquierda, la idea tal vez se hubiera expresado como "un brutal ajuste a favor de los ricos". Pero el dicho pertenece a un conspicuo economista de Fiel, entidad de raigambre patronal.

Claro que los meneos de la UCR no son el mayor desvelo del Gobierno, simultáneamente desafiado por el embate parlamentario contra todo el sistema de precios energéticos y por la abrupta devaluación de los últimos días, que agrava mucho los problemas en esta área.

Los precios mayoristas del gas, el petróleo y la electricidad están fijados en dólares y tienen un link directo con las tarifas finales.

Si se cumplen las pautas ya consolidadas en las revisiones tarifarias integrales y otras normas, ese pass throug seguirá catapultando las facturas eléctricas y gasistas, tanto la que paga el vecino de a pie o la industria. Amén que también subirían los combustibles, no sólo por el tipo de cambio sino por el salto que dio el crudo en el mundo.

La otra opción para moderar aquellas remarcaciones es que el Estado asuma esos mayores costos con más subsidios. Brete mortal.

El kilowatt hora ya se encareció de $ 1500 a $ 1700, algo que se reflejará en el próximo ajuste semestral mayorista (precio estacional). Cammesa, la administradora que hoy cubre con fondos del Tesoro la brecha entre lo que pagan las distribuidoras eléctricas y lo que cobran generadoras, se apresta a reformular su millonario presupuesto anual para reforzar la subvención, sólo por este evento.

Aquí las verdaderas angustias de quienes tienen responsabilidades de Gobierno.

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