Energía: el camino que eligió Macri para dejar atrás la crisis

El Gobierno ya no apunta a recuperar el perdido autoabastecimiento sino a lograr la seguridad energética. El impulso de ofertas internacionales para proyectos de energía renovable avanza a paso decidido.

Los desafíos a nivel global en materia energética se pueden resumir en tres aspectos básicos: la seguridad energética, la sustentabilidad ambiental y la equidad energética. El Consejo Mundial de la Energía (WEC, según sus siglas en inglés, por World Energy Council), los define conjuntamente como "el trilema energético", y advierte que si bien el orden de prioridad que se le asigne a cada tema depende de las posibilidades en cuanto a los recursos naturales disponibles o de las decisiones políticas de cada país, las tres dimensiones deben ser atendidas en igual medida.

En ese contexto, es posible enmarcar el rumbo que definió el ministro de Energía y Minería de la Nación, Juan José Aranguren, para este segmento estratégico. "Tenemos que trabajar buscando cumplir con dos objetivos primordiales: primero garantizar la seguridad energética, y segundo mitigar el impacto en el medio ambiente", señaló a El Cronista en marzo pasado.

De acuerdo con el WEC, la seguridad energética se basa en la diversidad de fuentes de energía y en la fortaleza de las redes de distribución. En ese sentido, pueden ser consideradas algunas de las medidas que se implementaron a partir del inicio de la presidencia de Mauricio Macri en diciembre de 2015, como la de impulsar ofertas internacionales para proyectos de energía renovable y la renegociación de las tarifas de distribución y transmisión, que se congelaron desde 2002, y de ese modo mejorar la situación de las empresas para que pongan en marcha las inversiones pendientes.

La mayoría de los países que actualmente cuenta con seguridad energética no se autoabastece; es decir que la cualidad de no depender de otros para cubrir la demanda interna no implica necesariamente ser portador de la hoy codiciada seguridad energética. Al respecto, el propio ministro remarcó públicamente, ante la evidencia de que la Argentina cada vez se aleja más del autoabastecimiento energético, que "es más importante la seguridad energética, que significa tener acceso a varias fuentes de energía, asequible y a precios razonables".

En efecto, que un país se autoabastezca de energía implica que exporta más de lo que compra a mercados extranjeros, y los datos publicados por la cartera que conduce Aranguren confirman que se incrementó la importación de crudo el año pasado, al tiempo que continuó con la tendencia a la baja la producción de petróleo, que cae de modo persistente desde 1998 sin indicios de recuperación, y de gas local, que muestra una debacle constante desde 2004.

Si bien el aumento del déficit energético externo también se repite todos los años desde 2010, a partir del inicio del gobierno de Cambiemos creció aún más. Ese incremento, incluso, se puede observar al comparar las cifras del primer año de gestión con 2017, que muestran una suba de un 33,8% en las compras de petróleo extranjero. "Por haber intervenido mucho en los mercados hoy tenemos que importar el 25% del gas y el 10% del crudo liviano  que necesitamos", justificó Aranguren, durante la inauguración de un congreso de empresarios de combustibles a fines del año pasado.

La diferenciación entre autoabastecimiento y seguridad energética se reclama más que en otros países simplemente porque durante 20 años, hasta el 2010 inclusive, la Argentina formó parte del selecto grupo que integran un puñado de naciones, que apenas representan el 10% del total global, y que por contar con una prolífica producción de energía pueden ofrecerle al resto del mundo un sobrante y alcanzar una balanza comercial energética superavitaria. Para el ministro, tal como declaró a este diario días atrás, esa posición la perdimos porque "pagábamos el 10% de lo que costaba producir la energía eléctrica, y esto nos llevó a una situación donde nadie invertía".

La caída crónica

El país alcanzó el autoabastecimiento energético en 1989 y lo sostuvo hasta 2010. "Cada vez importamos más energía; y es una situación que no se va a revertir en el corto plazo", agrega en diálogo con 3Días, Jorge Lapeña, presidente del Instituto Argentino de la Energía "General Mosconi".

Según el informe anual sobre la producción de hidrocarburos, que publicó la asociación que encabeza Lapeña, ex secretario de Energía y ex presidente de YPF en la década de 1980, entre 2009 y 2017, el monto total de exportaciones energéticas disminuyó 62,5%, lo que implicó una caída anual equivalente del 9,3% durante ese período. En contraste, las importaciones tuvieron una tendencia alcista, con un incremento absoluto del 116,6% en los últimos ocho años y un aumento anual equivalente del 8%.

Asimismo, el Instituto consignó que el saldo comercial energético fue deficitario desde  2011, con picos de déficit en 2013 y 2014 (u$s 6163 y 6543 millones menos respectivamente). En tanto, las mayores sumas de importaciones de energía que se registraron esos años fueron de u$s 11.415 para el primero y u$s 11.454 millones en el segundo caso.

Durante 2017, tal como se detalla en el documento, el déficit comercial energético alcanzó una diferencia negativa de u$s 3272 millones. Según se indica, además, gran parte de esa disminución se puede atribuir al factor precio ya que el barril de petróleo WTI cayó de u$s 98 en 2013 (en promedio anual) a u$s 51 en 2017, y representó el 39% del déficit comercial total.

Por su parte, el secretario del Comité Argentino del Consejo Mundial de la Energía (CACME), Horacio Fernández, que es el organismo que vincula al país con el WEC, coincide con los datos decrecientes. "El pico de producción de petróleo en la Argentina fue en 1998, a partir de ahí empezó a bajar, y el de gas fue en 2004, pero después pasó lo mismo", indica a 3Días y evalúa que esa tendencia se explica en la falta de inversiones, consecuencia directa de los precios regulados y de un marco jurídico inestable y poco predecible.

En línea con los conceptos que según el WEC componen el "trilema energético", Fernández señala que los países que mejor se posicionan en la materia son los que logran atender en igual medida la seguridad, la sustentabilidad ambiental y la equidad. "Cuando las decisiones políticas no son balanceadas y se prioriza atender con mayor énfasis alguna de estas tres cuestiones, se termina perjudicando las otras dos", explica y ejemplifica: "Durante años, el país puso en primer plano a la equidad y tuvimos la energía más barata del mundo, pero nos quedamos sin seguridad energética".

Hacia la diversificación

Durante 2016, dos medidas que tomó el Gobierno nacional modificaron el escenario de acción para las energías alternativas a las provenientes de los hidrocarburos, y posibilitaron que, en los últimos dos años, fueran uno de los sectores que mayores inversiones atrajeron para el país. Una de esas iniciativas fue el decreto que reglamentó la Ley 27.191 de fomento para el uso de fuentes renovables destinada a la producción eléctrica, que tiene como fin ampliar su participación hasta alcanzar un 20% de la matriz energética del país, y la otra fue el lanzamiento de licitaciones a través del Plan RenovAr.

"En el marco de ese Plan, ya tuvimos tres rondas de licitaciones, 1, 1.5 y 2, y a fin de año esperamos la 3. Hasta ahora, todas las rondas fueron un éxito en cuanto a la cantidad de oferentes y a la bajada de precios", apunta a 3Días el presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), Marcelo Álvarez.

Según datos del ministerio de Energía, la ronda 2 del plan RenovAr, en la que se adjudicaron proyectos por 1200 megavatios (MW) a iniciativas eólicas, solares fotovoltaicas y en menor medida a biomasa, biogás y pequeñas hidroeléctricas, comprometió inversiones por u$s 7500 millones. En tanto, ya se encuentran en obra proyectos por casi u$s 2500 millones, que son los correspondientes a las rondas 1 y 1.5.

Actualmente, un 2% del consumo eléctrico en el país es provisto por fuentes renovables. La Ley prevé como meta intermedia antes de fin de este año el 20%, que se planifica alcanzar en el 2025, que la participación ascienda a un 8% y que se vea reflejado en los datos que se fiscalizarán en diciembre. "No se va a llegar al mínimo que exige la norma este año", arriesga Álvarez, aunque sí estima que en unos años crezca fuertemente hasta llegar al 20%.

"La Argentina entra tarde al mundo de las renovables, de hecho, es el último país latinoamericano que avanza en el desarrollo de estas fuentes. Si bien hay algunos antecedentes que lo buscaron estimular pero que se quedaron en lo declarativo, la realidad es que en los hechos para nadie fue una ventaja suficiente la baja de emisiones de gases de efecto invernadero para darles prioridad", diagnostica el titular de la entidad que agrupa a empresas del sector de las bioenergías, eólica, solar, biomasa, hidráulica, mareomotriz, y todas las formas de energías renovables del país.

"Hoy se agrega al paquete de características diferenciales el hecho de que son más baratas que las de fuentes convencionales, además de que generan más empleo por cada MW instalado e incluso se pueden tener menos pérdidas en transporte y distribución si se hace una buena planificación", completa.

De este modo, la adopción de las energías renovables no solo es posible sino conveniente, por esos diversos factores y porque reducen la salida de divisas por compra de combustibles fósiles, generan más impuestos locales por unidad de energía generada, lo que implica un mayor impacto positivo para las economías regionales, y diversifican y hacen más segura la matriz.

A decir de Álvarez, un dato fundamental que explica el éxito del Plan RenoVar fue que el Gobierno nacional ofreció para los inversores de afuera y de adentro, la garantía del Banco Mundial para los contratos a 20 años en dólares. En las tres licitaciones, se adjudicaron 147 proyectos en total en todo el país, basados en su mayoría en energía eólica y solar, que generarán 4466 MW.

El problema que se presenta en la previa de la apertura de la Ronda 3, de acuerdo con los datos de CADER, es que las redes de transmisión están casi saturadas y no hay tanta capacidad de despacho disponible como había para permitir los emprendimientos de envergadura que se contrataron en las primeras licitaciones. Según el último informe que el jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña, envió al Congreso, "para transportar la nueva generación de energías renovables se requerirán ampliaciones de capacidad por un total de 5800 MW".  

"Hasta el momento, el Estado nacional no necesitó realizar inversiones en infraestructura para que se puedan llevar a cabo las tres primeras licitaciones del Plan RenovAr, con lo que había alcanzaba. Pero a partir de ahora, el escenario cambia", advierte Álvarez, al tiempo que señala que "esta falta de planificación puede ser vista como una oportunidad para el desarrollo de proyectos más chicos que apunten al abastecimiento regional", diferente a lo que predominó en las primeras rondas en las que prevalecieron las grandes iniciativas.

Ponen en duda Vaca Muerta como única salida

Según el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, un desarrollo masivo de los yacimientos de gas no convencionales, entre los que se destaca el neuquino Vaca Muerta, le permitirá al país, en 2022, exportar más gas del que importará.

En esa línea, a fines de 2017, Aranguren activó desde su cartera la implementación de un nuevo programa de estímulo para las empresas que trabajan esa área, al reconocer precios diferenciales también para proyectos nuevos, además de los que están en desarrollo. Sin embargo, la medida terminó perjudicando a las empresas que ya estaban invirtiendo porque tras la puesta en marcha de los primeros motivados por el programa inicial de incentivos enmarcados en lo que fue la resolución 46, el Ministerio decidió sacar la resolución 419 cambiando los precios nuevamente a fin de beneficiar a las empresas nuevas que llegan a Vaca Muerta.

La alemana Wintershall, la estadounidense ExxonMobil, la malaya Petronas y la anglo-holandesa Shell (estas dos últimas junto con YPF), y la francesa Total, la estadounidense Chevron y las nacionales Pluspetrol, Tecpetrol y Pampa Energía, cuentan hoy con planes piloto o de desarrollo en el gran reservorio neuquino.

Por otra parte, para el titular del Instituto Argentino de Energía "General Mosconi",  Jorge Lapeña, no es una buena estrategia centrar sólo en Vaca Muerta el horizonte de producción de hidrocarburos. "Posiblemente nos metamos en un gasto estatal que no va poder soportar el Tesoro Argentino", advierte.

A su decir, se ha abandonado la inversión de riesgo en exploración en cuencas convencionales, lo que la estadística refleja en forma clara por la disminución de los pozos exploratorios perforados anualmente en los últimos lustros.

"Las petroleras tiene pánico al riesgo exploratorio y se refugian exclusivamente en Vaca Muerta", indica Lapeña y propone: "Creo que la salida se dará por la aplicación de una receta que combine a Vaca Muerta con la exploración convencional olvidada en cuencas convencionales inexploradas; en los 110 años de historia petrolera han sido exploradas apenas en un 25% sobre el total disponible".

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