EL CAPITALISMO DE AMIGOS GANA TERRENO CON LA NUEVA ADMINISTRACIÓN

Wall Street mira con buenos ojos a empresas vinculadas a la familia Trump

Como si se tratara de un país emergente, los empresarios de EE.UU. que están cerca del poder ven cómo sus acciones crecen más que las de sus competidores

Un fenómeno que hasta hace poco era exclusivo del mundo emergente parece empezar a contaminar a los mercados financieros de EE.UU. Es lo que en inglés se conoce como "crony capitalism", que por nuestras tierras se tradujo como "capitalismo de amigos", y que de a poco se empieza a notar con más fuerza en Wall Street: las empresas que poseen vínculos con miembros de la familia del presidente Donald Trump obtienen mejores cotizaciones en el valor de sus acciones.

"Hacete amigo del juez; / No le des de qué quejarse; / Y cuando quiera enojarse / Vos te debés encoger, / Pues siempre es güeno tener / Palenque ande ir a rascarse", parecería recomendarle Martín Fierro a los empresarios estadounidenses que quieran mejorar la capitalización de sus compañías listadas en la bolsa de Nueva York. Porque lo que se percibe por estos tiempos en los mercados financieros es que el haber tejido relaciones comerciales con Donald, Donald Jr., Ivanka, Eric o Jared Kushner (cuñado del presidente) es garantía de mejores negocios y de una mayor rentabilidad corporativa.

De acuerdo con un estudio realizado por dos académicos de la Universidad de Melbourne, Australia ("Presidential Power and Shareholder Wealth", lo que se traduce como "Poder Presidencial y Riqueza de los Accionistas"), Trump y su familia tendría vínculos comerciales con al menos 65 compañías listadas en el índice S&P 500, principalmente entidades financieras como Goldman Sachs, JP Morgan, BlackRock y Bank of New York Mellon, empresas del sector farmacéutico, de defensa, de medios (Fox) e inmobiliario.

Sin ir más lejos, desde hace muchos años el grupo de empresas de Donald Trump tenía diversificada parte de su cartera de inversiones en varios fondos de los bancos mencionados, lo que para los expertos explicaría por qué, un mes después de ganar las elecciones, estas compañías amigas del presidente habían obtenido subas en la bolsa de más de un 3,7% en promedio, cuando la cotización del resto de las empresas sin los mismos vínculos se había mantenido estable.

El estudio mostró cómo el rally alcista de la bolsa de Nueva York después de las elecciones presidenciales se explica sobre todo a partir de las ganancias obtenidas por estas compañías. Y estimó que mantener una relación comercial con la familia Trump habría permitido incrementar en unos u$s 100 millones la riqueza de sus accionistas en una sola jornada bursátil.

Pertenecer y sus privilegios

La lógica detrás de estas subas es evidente. Para los inversores, el estilo de conducción y comunicación de Trump dejaba claro desde el principio de su presidencia que "pertenecer tiene sus privilegios", como reza el famoso eslogan publicitario. Para cualquiera que forma parte del círculo íntimo de negocios del presidente, el acceso a suculentos contratos, designaciones de ejecutivos de la compañía en puestos del gobierno, contactos más aceitados para hacer lobby, etc., son activos que marcan la diferencia a la hora de sostener la capitalización bursátil de una compañía.

Un ejemplo de ello es Steven Mnuchin, actual secretario del Tesoro y ejecutivo de Goldman Sachs durante los 17 años anteriores. El banco donde trabajaba ganó un 17% en la bolsa un mes después de la elección presidencial, toda una prueba de cómo perciben los inversores al capitalismo de amigos made in USA. Y por estas tierras, como muestra basta el botón de la negociación relámpago que entabló recientemente el presidente argentino Mauricio Macri con Donald Trump (un viejo conocido) para desactivar los aranceles al acero y aluminio argentinos exportados hacia el mercado estadounidense. Una simple llamada fue mucho más efectiva que iniciar el mecanismo burocrático de solicitud de la eximición arancelaria.

Algo está cambiando

De todos modos, llama la atención que Wall Street se haya subido a esta ola tan emergente de mirar con cierta admiración a los empresarios que están cerca del poder. No se llega al extremo de la oligarquía que rodea al presidente ruso Vladímir Putin, pero algo está cambiando profundamente en la cultura de los mercados financieros de EE.UU..

Porque así como se percibe un valor agregado entre las empresas que están cerca de la familia Trump, aquellos empresarios que decidieron enfrentar al presidente o distanciarse de él sufrieron represalias por su temeridad. Es lo que le sucedió a los CEO de Intel, Merck o Under Armour, quienes abandonaron el Consejo de Fabricantes Estadounidenses y el Foro de Estrategia y Política, dos grupos que asesoraban a la Casa Blanca, en rechazo a la postura ambigua de Trump cuando, en 2017, ocurrieron los enfrentamientos raciales en Charlottesville, Virginia. La consecuencia de esa osadía fue la caída en la cotización de estas compañías. Para los inversores, perder el acceso a la Casa Blanca en la era Trump es un pecado que nadie se puede dar el lujo de cometer.

En cambio, muy distinto era el ambiente cuando gobernaba Barack Obama: las empresas consideradas cercanas a la presidencia no tuvieron subas en Wall Street tras las elecciones como sí ocurrieron durante este gobierno. Porque aparte del estilo de cada uno de ellos, hay otra diferencia fundamental: Trump siempre fue un empresario, uno más del "círculo rojo", como le gusta describir a Macri a los ejecutivos con mayor poder de influencia. Algo que no pasó desapercibido para nadie en Wall Street.

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