El veto a Maduro, eje de la Cumbre de las Américas

La octava Cumbre de las Américas, cuyos orígenes se remontan a la primera sesión hemisférica en Miami en 1994, se celebrará en abril en Lima y puede estar rodeada de polémica al haberse retirado la invitación al presidente de Venezuela. El Grupo de Lima, que se formó ante la imposibilidad de adoptar medidas contra Caracas en el marco de la Carta Democrática Interamericana por el bloqueo de países caribeños, ha fundado el veto a la presencia de Nicolás Maduro sobre la base de la Declaración hemisférica de Quebec de 2001, que señala que cualquier alteración o ruptura del orden democrático constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas.

Diversos países de la región también han señalado que resulta contradictorio dejar fuera a Venezuela con base en principios democráticos y, a la vez, mantener la invitación a Raúl Castro, que fue incluido a participar en las reuniones de Jefes de Estado del hemisferio a partir de la Cumbre de Panamá en el 2015 en el contexto del proceso de deshielo promovido por la Administración del presidente Barack Obama pese a que Cuba no pertenece aun a la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que fue expulsada en 1962. La única distinción, si la hay, sería que Venezuela tiene un compromiso jurídico vinculante al haber firmado la Declaración de Quebec como la Carta Democrática Interamericana. Cuba no lo hizo.

El tema no es menor en virtud que uno de los objetivos centrales de las Cumbres de las Américas es el fortalecimiento y la promoción de la democracia y los derechos humanos. También la razón del encuentro hemisférico es debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar principios y valores comunes y comprometer acciones concertadas a nivel nacional y regional con el fin de hacer frente a los desafíos que enfrentan todos los países de las Américas. En ninguna de estas cuestiones es fácil encontrar vías de coincidencia básicas con Caracas o La Habana. La Cumbre de Panamá lo dejo en evidencia al no haber podido adoptar el documento final por consenso en virtud principalmente de la oposición venezolana.

Es probable que los 10 países que integran la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA) sean en Lima voceros de Nicolás Maduro. Un número que deja en evidencia el creciente aislamiento regional del régimen venezolano desde que el gobierno ha desconocido al parlamento y ha intentado reemplazarlo por la Asamblea Constituyente. La pantomima de la convocatoria de las próximas elecciones presidenciales sin la participación de la oposición, transforma a los comicios en una farsa que merece el máximo repudio. Es lamentable que el chavismo continúe promocionando una dictadura disfrazada de democracia.

En este contexto, es natural que Nicolás Maduro haya sido excluido de la próxima reunión de Jefes de Estado y Gobierno de las Américas. Es de esperar que la Cumbre de Lima también considere la problemática humanitaria de Venezuela, incluida la cuestión del éxodo de refugiados venezolanos en el marco de las directrices anunciadas por el Acnur. Es necesario que toda América Latina aborde con solidaridad la grave situación de los venezolanos en necesidad de protección internacional y asistencia humanitaria.

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