La democracia, medida en felicidad

Un análisis histórico de los estados de ánimo de la sociedad muestra cómo los procesos políticos nuevos generan ilusión y empatía. Los datos de hoy.

No sólo es la economía. Las renovaciones políticas también generan una ilusión en la sociedad al igual que los ciclos económicos positivos, que se traduce en mayores niveles de felicidad. Así lo demuestra un análisis de casi cuatro décadas de WIN, una asociación de investigación de mercado confirmada por 77 firmas globales; entre ellas la argentina Voices!, al que tuvo acceso El Cronista. El barómetro mide los niveles de prosperidad, esperanza y felicidad de todo el planeta, y ubica a la Argentina y otros países de la región como privilegiados en cuanto a cómo se sienten las personas, más allá de los clásicos parámetros económicos como PBI per cápita, desocupación y pobreza.

En efecto, el 51% de la población argentina sostenía a fines del año pasado que "el 2018 será mejor que el 2017", una cifra superior a la encuesta de un año atrás, aunque inferior a la de 2015. El optimismo es mayor entre las personas de 30 a 49 años, en el interior del país y entre sectores de ingresos altos. ¿A qué se deben estos cambios? "Los argentinos encarnamos la ilusión por un mejor país en cada proceso político nuevo y, por eso, con la llegada al poder de (Raúl) Alfonsín, (Carlos) Menem, (Fernando) De la Rúa y (Mauricio) Macri el estado de felicidad aumentó. Es un voto de confianza que hay que aprovechar; no dura mucho, con suerte poco más de un año", dice Marita Carballo, presidenta de Voices! y autora del libro 'La felicidad de las naciones'.

Democracia felizCarballo cita otro de los estudios que realiza desde 1983, la Encuesta Mundial de Valores, para justificar cómo la democracia está relacionada con un estado mayor de felicidad: "La gente siente que tienen más control de su vida, que puede influir en su entorno y tiene libertad. Eso se traduce en una disminución del porcentaje de personas que se declara infeliz". La serie histórica de WIN muestra cómo los nuevos procesos políticos hacen más felices a las personas. En efecto, en diciembre de 1983, al asumir Alfonsín, el optimismo es ampliamente mayoritario (83%), aunque sólo duró unos dos años: entre 1986 y 1988 se desploma al 38% por la elevada inflación.

 

Con la llegada de Menem en 1989, las expectativas vuelven a aumentar, alcanzando el 63% y subiendo con el éxito de la convertibilidad en 1991. Aunque se van cayendo al 40% o incluso menos al terminar su mandato. La Alianza renueva la fe en 1999, cuando la esperanza popular llega al 54%, dilapidada en sólo un año. Con el fin del milenio, se registra la cifra más baja hasta ese momento (31%). El Gobierno de Eduardo Duhalde y la llegada de Néstor Kirchner no logran enamorar en primera instancia, aunque el segundo logra incrementar el optimismo social hasta niveles de entre 56% y 66% durante su mandato. Cristina Fernández no logró sostener el envión de su marido y en 2009 se produce el momento de mayor infelicidad para los argentinos, con un optimismo de apenas 23%. Salvo un impasse en 2010 y 2011, el gobierno de Fernández registra una mayoría pesimista, hasta la asunción de Macri, en 2015, cuando se logra un 60% de optimismo, que baja al 45% en 2016 y sube al 51% a fines de 2017.

"Más allá de las curvas de optimismo, vemos que los argentinos, aun con dificultades, buscan proyectarse en el mediano plazo y basan su felicidad en las relaciones personales, su contención en el entorno inmediato y la vocación creciente de modificar su entorno y sentirse capaces de hacerlo", explica la socióloga. Y resalta que "se puede hacer mucho desde las políticas públicas". Otro de los puntos sobre los que se mide la felicidad es la salud física y emocional, por lo que los programas que favorezcan los deportes, la vida sana y las actividades colectivas pueden sumar a la felicidad de un país, finaliza.

La encuesta de Voices! se realizó en octubre sobre 1004 entrevistas personales con cobertura nacional a adultos. La medición del estado de felicidad es reciente, por lo que los investigadores de WIN toman como parámetro para el periodo 1977-2012 la pregunta acerca de cómo se espera que sea el año próximo, una consulta general que incluye factores personales y del entorno.

En lo más altoLos países nórdicos europeos y algunas naciones de América Latina suelen liderar los rankings de felicidad de la red WIN, aunque por motivos diversos. Mientras los nórdicos se sienten libres pero contenidos por el Estado; los sudamericanos basan su felicidad en las relaciones personales con el entorno inmediato, lo que les da seguridad, al margen de sentirse desprotegidos por los gobiernos o la situación económica, explica Marita Carballo, Presidenta de Voices!.En el mundoLa 41ª Encuesta anual de fin de año de la red global de investigación de mercado WIN asegura que el optimismo económico global ha disminuido en los últimos meses. El estudio muestra que el 28% del mundo es ahora optimista para las perspectivas económicas de 2018, pero el pesimismo económico es 2 puntos más alto. El optimismo neto (la diferencia entre ambos guarismos) muestra una tendencia a la baja de +23 a finales de 2015 y +20 a finales de 2016 a -2 a finales de 2017.
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