Petróleo: Arabia Saudita y Rusia dudan sobre el recorte de producción

Para un cartel que hace tres años se creía que estaba a un paso de la muerte, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se muestra notablemente enérgica.

 

Tras acordar recortes de producción con Rusia el año pasado, el grupo logró impulsar el precio del petróleo en casi una tercera parte a más de u$s 60 el barril.

Por primera vez en tres años, los inventarios de crudo caen en todo el mundo y la OPEP puede finalmente decir que van cediendo los recuerdos de la peor crisis del sector en décadas.

Sin embargo, la OPEP cuyos países miembro se reúnen hoy en Viena y sus nuevos aliados enfrentan un habitual debate: un precio que para algunos parece ser el adecuado, siempre es demasiado elevado o demasiado bajo para otros.

Ese es el eterno problema de la OPEP y ha sido la mayor fuente de tensión entre los ministros en la víspera del encuentro de hoy, donde deben decidir si extender otros nueve meses el acuerdo de producción que vence en marzo.

Lo que preocupa a este sector, que teme que cualquier compromiso menos claro sobre la prórroga de los recortes pueda hacer bajar los precios, es el mayor desacuerdo que se da entre los arquitectos del pacto del año pasado: Arabia Saudita y Rusia. Si bien Khalid al Falih, el ministro saudita de Energía, parece contento con el actual precio porque le permite reforzar el presupuesto del reino sin achicar demasiado la demanda ni estimular demasiado la oferta inmediata proveniente del shale norteamericano, Rusia está lejos de estar seguro.

Vladimir Putin, el presidente ruso, quizás haya formado una alianza petrolera con el rey Salman de Arabia Saudita, pero Moscú aún así emergió como un silencioso opositor a extender los recortes hasta fines del año próximo.

Las empresas rusas se quejan de que con el alza a más de u$s 60 el barril, si bien es bueno para sus presupuestos, las hará ceder cada vez más participación de mercado debido al avance de la oferta rival. Invirtieron fuertemente en yacimientos nuevos que empezarán a bombear en 2018, pero ahora podrían tener que paralizarlos.

Algunos en Rusia sugieren que el acuerdo debería extenderse unos pocos meses, o dejar que sea revisado en su totalidad antes de que el actual pacto expire en marzo.

Si bien las comercializadoras sospechan que Rusia quiere asegurarse de que la industria no dé por hecho que habrá recortes, la leve diferencia de enfoque entre Riyadh y Moscú podría poner en peligro la frágil alianza que han forjado.

Después de actuar juntos el año pasado, los dos países ahora podrían encontrarse en campos opuestos.

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