Sobran jefes, faltan líderes

Jefe, etimológicamente, es el que está a la cabeza, cabeza que ve, piensa y hace obrar, siempre en beneficio del cuerpo entero. En este sentido, será digno de ser llamado jefe aquel que sea capaz de hacer que un grupo participe del ideal que él vive y de conducirlo a su realización superando todos los obstáculos.

Así como el verdadero jefe se convertirá en... líder. No todos los jefes son líderes.

Ser líder consiste esencialmente en saber hacer trabajar a los hombres en conjunto; en conocer y utilizar lo mejor de sus habilidades señalándoles el puesto más apropiado, infundiendo en todos el espíritu de solidaridad e interés por el bien común y el objetivo a alcanzar.

De esta forma, líder es el que sabe hacerse obedecer y mandar a la vez; no es el impuesto, sino el que se impone por sí mismo y, sobre todo, quien toma sobre sus hombros la carga de los otros.

Existe una señal de distingo para el auténtico líder: su sola presencia es para las personas que él dirige un estímulo para excederse a sí mismos en servicio de los intereses de la organización. Si sustituimos presencia por recuerdo, entonces estaremos ante la presencia de... grandes líderes.

En este marco es que hay que decir que los líderes son necesarios. En contra de todas las teorías igualitaristas, los hombres sienten la instintiva y natural necesidad de apoyarse en otro que los supera y les da el apoyo, la fuerza y la seguridad requeridas para afrontar las situaciones cotidianas y vencer los desafíos.

Hay quienes pretenden justificar el principio de autoridad en un contrato social o en un consentimiento positivo de los socios o integrantes de un grupo. Debiendo la acción humana estar unificada y coordinada para que de muchos esfuerzos se componga uno solo, la autoridad es una de las condiciones de la vida del hombre.

Por otro lado, es interesante entender que el líder no será necesariamente ni el mejor, ni el más fuerte, ni el más inteligente, ni el más aplaudido, ni el que presente en su currículum mayor cantidad de masters. Las cualidades técnicas no bastan para ser líder. El auténtico jefe es plenamente consciente de que no tiene la ciencia infusa....Las mismas decisiones que pueda tomar en el marco de lo prudencial puede que no sean en sí mismas las mejores ni las más atinadas, pero serán dignas de ser acatadas, por el simple hecho de que provienen de él.

Como contracara del puesto que ocupa, el líder tendrá que considerar su autoridad como servicio. Su mandato es un servicio, su equipo de trabajo es el que lo posee. Él es del grupo, trabaja en función del grupo, se debe a su equipo, y en la medida en que esté compenetrado, obsesionado por su vocación, consagrado a este servicio, entonces y sólo entonces, será un líder.

¡Tremenda responsabilidad la del líder! Un equipo mediocre podrá animarse y excederse al soplo de un líder de valía. Un equipo excelente podrá enervarse y disociarse si sigue a un jefe mediocre que descorazone sus voluntades y apague sus entusiasmos.

Clave será para su desempeño en el cargo, infundir el espíritu, crear el clima, comunicar el fuego, entusiasmar a su equipo en la consecución del logro que pretende la organización. Y para eso, él es el primero que debe arder y estar entusiasmado por los objetivos de la empresa, involucrado en su ser con la vida de la organización, a fin de ser promotor del mismo en los demás, con un alto nivel de convencimiento, porque... el que no está convencido no convence.

Así, su misión principal entre otras será la de comunicar el ideal y hacer que prenda en los otros. Nada se hace mejor en la vida que lo que se hace con pasión. Los jefes que trabajan simplemente por el afán de ganar dinero y no sienten la pasión del trabajo que les toca honran más el título de caciques, que el de auténticos líderes. Triste realidad a veces se vive en muchas corporaciones en donde sobran jefes y faltan líderes.

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