EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS LOS CEO SE ALEJARON DE ESE rol

Las empresas pueden llenar el vacío de liderazgo de Trump

En la posguerra los directivos de las compañías pudieron promover agendas políticas y sociales. Ellos impulsaron la Ley de Empleo de 1946 y el Plan Marshall

¿Estamos entrando en una nueva era de CEO estadistas? Es una buena pregunta después de que se disolvieron los dos principales consejos de empresarios del presidente Donald Trump la semana pasada. Muchos de los directivos que participan, que tienen sentimientos contradictorios en lo que se refiere a colaborar con el presidente, lo hicieron porque esperaban impulsar una agenda pro negocios que incluyera reformas educativas y tributarias, además grandes proyectos de infraestructura, y porque tenían la esperanza de mantener buenas relaciones con la Casa Blanca, algo históricamente positivo para las perspectivas empresariales.

Lo que ha quedado claro en los últimos días es que estar cerca de este presidente "pro negocios" no es necesariamente bueno para los negocios.

Los precios de las acciones se vieron golpeados por el caos de la administración Trump, y algunos dirigentes de empresas recibieron críticas de su propio personal por tener trato con la Casa Blanca y no haber hablado antes. Algunos están pidiéndole al sector privado que asuma el liderazgo estadounidense.

"Éste es un momento de la historia de nuestro país en que todos los directivos de empresas deben demostrar que tienen la valentía moral para defender los valores de este país", señaló Howard Schultz, director de Starbucks que, según algunos, podría ser un posible candidato a presidente en el año 2020. Él no estuvo en ninguno de los consejos de empresarios de Trump, pero mantuvo una reunión con toda la compañía la semana pasada para abordar "los miedos, ansiedades y preocupaciones" sobre cómo el mandatario manejó la situación de Charlottesville.

Y no está solo. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, envió una enérgica nota a sus empleados en la que critica el manejo del presidente de la "maldad" perpetrada en Charlottesville, señalando que "las políticas regulatorias y económicas constructivas" eran insuficientes para encaminar al país dadas las "divisiones. Es función de un líder, en una empresa o en el gobierno, unir a los ciudadanos, no separarlos".

Arne Sorensen de Marriott, me dijo que hoy es "inevitable e indispensable" que los CEO asuman una función más política. "Se puede decir que eso no debería existir, o se debería tratar de ocultarse, pero ninguno de esos dos enfoques funciona. Hay una enorme ansiedad entre nuestros clientes y nuestra comunidad en todo el mundo. Quieren escuchar una voz acogedora y positiva", agregó.

Esto significa que quieren escuchar hablar de lo mejor de los valores estadounidenses. Ése es un papel que las empresas solían desempeñar. En los años cincuenta, sesenta y setenta, como las compañías norteamericanas exportaban el capitalismo global, se esperaba que también vendieran al exterior las ideas estadounidenses de democracia liberal e inclusión. Los líderes empresariales impulsaron cosas como la Ley de Empleo de 1946, y el Plan Marshall, a las que muchos en su momento se oponían.

Los mejores líderes no solamente eran considerados grandes empresarios, sino grandes estadounidenses; individuos que podían influir en una manera positiva en los programas políticos y sociales, así como los económicos.

Los CEO en las últimas décadas se han alejado de ese papel. Los años noventa se caracterizaron en gran parte por tener dirigentes empresariales egoístas con estatus de "celebridades". A raíz de la crisis financiera de 2008, muchos consideraron que la apuesta más segura era mantener perfil bajo y precios de las acciones elevados. El hecho de que la globalización económica se haya adelantado tanto a la globalización política significa que, en muchos sentidos, los jefes de hoy son menos embajadores de los "valores estadounidenses" que líderes transnacionales que deben adaptarse a la forma de capitalismo que encuentren: desde el estilo laissez-faire angloamericano y la marca europea más regulada hasta los modelos estatales de muchos mercados emergentes.

Pero en cada uno de los entornos hay un papel para los líderes corporativos que piensan en algo más que en los precios de las acciones. De hecho, una encuesta de 2012 de la consultora estadounidense FTI reveló que, por un margen de tres a uno, los inversores institucionales quieren que los dirigentes empresariales hablen sobre una amplia variedad de temas. Como dijo Marc Benioff, director de Salesforce: "Los CEO tienen que ser responsables de algo más que de su propia rentabilidad. Deben atender a un grupo más amplio de partes interesadas desde empleados hasta el medio ambiente y cuando los políticos no aciertan, los líderes corporativos tienen que actuar. Ese es un gran cambio".

Es un cambio que está marcando una diferencia. Benioff, por ejemplo, hace poco encabezó una iniciativa para cambiar una ley discriminatoria en contra de la comunidad LGBT que había sido propuesta en Indiana. "Llamé a Mike Pence, le recordé que éramos el mayor empleador allí y le hice saber que no podíamos discriminar a nuestra fuerza laboral", contó. La ley fue modificada, al igual que otras propuestas similares en otros estados gracias a las llamadas de CEO.

Asimismo, la comunidad empresaria está avanzando en cuestiones como el cambio climático y la inmigración. En una época en la que las 2000 compañías más ricas tienen más dinero (y poder) que dos tercios de los países, es clave que sus acciones equilibren la escasez de liderazgo moral y económico procedente de la Casa Blanca.

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