Inversores y empresas firman con las dos manos el empate para el domingo

Si pudieran, firmarían con las dos manos el empate. Así está el ánimo de la mayoría de los inversores y hombres de negocios en la Argentina, esperando cada vez más ansiosos los resultados del próximo domingo en la provincia de Buenos Aires en la batalla entre Cristina y el Gobierno.

Ya resulta evidente la creciente preocupación que invadió en las últimas horas a los mercados financieros, al punto que ayer superó los u$s 600 millones la suma que tuvo que poner sobre la mesa el Banco Central para que dólar terminara apenas 2 centavos abajo del cierre anterior. Y eso que hubo bastante oferta de los exportadores. Crecía el temor entre banqueros a que fueran ciertas algunas encuestas de última hora que circularon ayer como reguero de pólvora en la City, que la acercan a 38 puntos a la ex presidenta, con una ventaja eventual sobre Esteban Bullrich muy difícil de revertir en octubre.

El escenario ideal para el mundo económico parece ser hoy aferrarse a las proyecciones oficiales: un empate técnico, que permita alentar la expectativa de que en octubre el Gobierno podría finalmente ganarle a Cristina. No es un dato menor saber finalmente cómo queda posicionado Sergio Massa. Si logra romper la polarización en contra de lo que dicen la mayoría de los sondeos, y su caudal de votos lo acerca a los primeros dos, (si hubiera una elección partida en tercios) intentaría Massa quedarse en octubre con el voto útil en cualquier escenario: o para captar los votos opositores a Macri para ganarle al Gobierno si a Cristina le fuera mucho peor de lo que todos dicen; o al revés, para sumar los votos contra Cristina si la fórmula de Cambiemos hiciera agua en la provincia.

Todo demasiado complicado para una economía que además de tener que surfear los problemas de fondo con el déficit y la inflación, ahora está amenazada por una creciente tensión cambiaria. De agravarse la corrida con los resultados del domingo, pondría en peligro la incipiente reactivación de la actividad y el consumo que comenzó a percibirse más claramente a partir de junio y julio en varios sectores.

Por eso el mundo económico firma el empate con las dos manos entre el Gobierno y Cristina. Algunos, incluso, una derrota digna de visitantes que permita en octubre clasificar de local, como en la Libertadores. Lo ideal, desde luego, resultaría una paridad que aleje el riesgo del retorno al populismo chavista en Argentina, pero que también obligue al Presidente Macri a seguir haciendo buena letra hasta octubre. Que no se agrande y evitar el llamado efecto Bonaparte, muy habitual entre los líderes políticos de Argentina, rasgos a los que el Presidente no es ajeno según relatan sus más íntimos colaboradores. Que gane Macri, pero por poquito sería la idea que más alivia al Círculo Rojo, tal como se comentó en esta columna meses atrás. Un sentimiento que, curiosamente, comparten algunos de los colaboradores en Casa de Gobierno.

Ese empate técnico con el que sueña el establishment como la mejor noticia el lunes 14 en los diarios también traería otros supuestos beneficios: la principal oposición, el Peronismo, seguiría sin liderazgo para complicar la gobernabilidad y podrían facilitarse los acuerdos parlamentarios que necesita el Presidente Macri para fortalecer la recuperación económica.

Una paridad entre Bullrich y la señora de Kirchner podría evitar que se pinche la reactivación, se calmaría el dólar, y la economía llegaría más tonificada a octubre cuando se juega la elección definitiva.

En tanto, en el circuito financiero el único debate es ahora cómo seguirá operando el Banco Central. Hasta cuándo y hasta cuánto seguirá vendiendo reservas para frenar al dólar, y desde luego, cómo sigue la película después del lunes si los resultados son severamente negativos para el Gobierno. El mega vencimiento de Lebacs el martes 15 será, como anticipamos hace 15 días, la verdadera prueba de fuego. Tampoco está claro que el Central vaya a sostener el precio del dólar entre $ 17,50 y $ 18, en el caso de que se diera un triunfo de Cambiemos, y se desinflaran las expectativas negativas que trajo el fantasma del regreso de Cristina.

Los problemas de fondo no desaparecieron. La reactivación que finalmente llegó contra los números muy malos de la economía el año pasado permite alentar mejores expectativas. También el resultado del próximo domingo será determinante para que los mercados sigan financiando el gradualismo en 2018 y 2019. Será decisivo para consolidar a Mauricio Macri como un proyecto de poder la mediano plazo, no solo una transición.

En lo inmediato, después del domingo, el déficit y la inflación consecuente siguen amenazando. Y aún con el empate técnico soñado, no parece tan despejada la incertidumbre sobre la capacidad política que tendrá Mauricio Macri para cumplir la agenda pendiente: bajar el gasto, reducir la carga impositiva y el peso de Estado en la economía y modernizar la relaciones laborales para alentar la inversión y el empleo.

 

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