China, el Gran Hermano: la verdadera invasión del país asiático

Consecuencia de una estrategia de expansión global, y por el interés de garantizarse la provisión de energía y alimentos, empresas chinas ganan espacio en el mapa económico local con inversiones que van del petróleo a las viviendas modulares. 

Se suele asociar el emprendedurismo chino a la amplia cadena de supermercados de tamaño mediano, precios convenientes para comprar vinos de primera marca y horarios de atención generosos. Ese link es correcto pero no hace justicia a la heterogénea gama de apuestas asiáticas en nuestro país, realizadas por empresas estatales o mixtas de primera línea, que invierten y producen básicamente en sectores primarios clave: energía, minería, transporte y alimentos.

Build Your Dreams (construye tus sueños) es la sugerente apertura de las siglas de BYD, empresa que se dispone a fabricar en Salta coches y micros eléctricos, planta muy próxima a una de producción de litio, imprescindible para las baterías que los propulsarán. Beijing Ghengdong montará un campamento de viviendas modulares para el personal que construirá las centrales hidroeléctricas sobre el Río Santa Cruz, con financiamiento y tecnología asiática. Mientras, Unipesca SA captura merluza y langostinos en costas marplatenses, al tiempo que Sinopec produce petróleo en la Patagonia y el ICBC se consolida en la banca minorista. Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC) es la empresa encargada de administrar la extensa y tecnológica base científico militar que China estableció en la Patagonia, con la promesa de cederle al Estado argentino un 10% del tiempo de uso de su tecnología de observación celeste. Y van...

Un paneo por sectores económicos muestra que hay presencia de empresas chinas que trasciende ampliamente la cadena de alrededor de 10.000 supermercados barriales en todo el país, montados básicamente por ciudadanos de aquel país naturalizados. También, que se gestan nuevas radicaciones, atraídas por las perspectivas de negocios diversos.

La ferroviaria CRRC participa en la renovación del Belgrano Cargas con ingeniería y equipamiento, pero desde la base de sus nuevas oficinas en Puerto Madero busca dónde instalar un gran taller de reparación ferroviario. Para ello tuvo contactos con Sergio Taselli, dueño de Materfer. Apenas un ejemplo de aquellos afanes.

Las firmas llegan solas o, según su fórmula preferida, se asocian a jugadores locales. Quizás el ejemplo más conocido es la vinculación de la petrolera Cnooc con Bulgheroni en Bridas, lo que no sólo consolida a los chinos como un importante productor de hidrocarburos a través de PAE (Pan American Energy) sino también como vendedora de combustibles bajo la marca Axxion.

Esta asociación se produjo en otros rubros como el automotriz, con el vínculo del Grupo Macri para la producción de los vehículos Chery en Uruguay. O la que ligó a Petro Ape, la subsidiaria de TCL Group, una de las mayores fabricantes de TV del mundo, con la local Radio Victoria para fabricar televisores en Tierra del Fuego. Joint venture que está en miras de consagrarse en otros tantos segmentos.

La modalidad de ganar espacio asume diversas formas. Con la compra a nivel mundial de Nidera y Noble, Cofco (China National Cereals, Oil & Foodstuffs) se consolidó en el negocio de las semillas, también en el mercado local. Y, de prosperar una operación que anima al gobierno de Mauricio Macri, otra firma de aquel origen podría ser proveedora de viviendas sociales modulares para las casas que se construyan con los planes oficiales del rubro. Chance que puso nerviosos a algunos constructores, pero que podría ganar el guiño de la Cámara que los nuclea.

Desde ingeniería ferroviaria, servicios bancarios de primera línea o de e-commerce, la presencia de firmas de aquel origen se va afianzando paulatinamente, como parte de una estrategia global que trasciende las particularidades de su vínculo con Argentina.

"Su política es posicionarse en sectores estratégicos como agro, energía o minería. Eso involucra a nuestro país", ratifica Ernesto Fernández Taboada, vicepresidente de la Cámara Argentino China.

Hay dos dimensiones estratégicamente asociadas por el gobierno de Beijing para afianzar su universo de negocios en territorio foráneo.

La comercial, en la que los chinos son claramente proveedores de bienes con alto valor agregado, íntegramente producidos allá o sólo ensamblados acá. Y la inversora, en la que producen acá lo que les interesa comprar (ahora o en el futuro) o en los bienes que les sirven para trasnacionalizar la producción de empresas que luego oficiarán de proveedoras de insumos.

El made in china va desde las lamparitas led, computadoras, químicos, calzados deportivos, teléfonos o trenes. Ambicioso catálogo diverso, promete serlo cada vez más. Se añadieron los tubos para gasoductos de Córdoba, la cerveza de arroz Tsingtao o los molinos eólicos o paneles fotovoltaicos para desarrollar proyectos de energía eólica que están en plena ebullición.

Así el último año se registró un déficit comercial cercano a los u$s 4500 millones: los productos primarios, protagonistas de las exportaciones argentinas, están muy lejos de equilibrar la balanza.

Más allá de los supermercados

La otra dimensión del vínculo es la inversora, menos visible para el ciudadano consumidor pero más eficaz para consolidar el entramado económico bilateral. En rigor, regional, ya que todos los especialistas coinciden en que la decisiones que involucran a la Argentina se enmarcan en una estrategia para América Latina y África, donde los chinos decidieron fortalecerse a partir de un plan diseñado en 2008.

Un documento oficial de ese año reveló la vocación del país actualmente gobernado por Xi Jinping de consolidar los vínculos con estos continentes en todos los ámbitos, incluyendo el deportivo y el cultural. Según la frase que se le atribuye al filósofo y orador romano Séneca, no hay vientos favorables para el barco que no tiene rumbo. China tiene propósitos definidos con antelación y los honra debidamente.

Según un trabajo de Abeceb, para el 2025 las inversiones chinas en América Latina se habrán incrementado más de 8,4 veces, llegando a u$s 250.000 millones. Una porción, alcanzará a este confín austral.

"Piensan a largo plazo y a través de programa plurianuales: hoy ya resolvieron su estrategia hacia el 2030", aclara Dante Sica, líder de esa consultora en temas económicos.

El otro papel clave de China es el de ser prestamista de última instancia, con swap de monedas o financiador de las grandes obras de infraestructura como las usinas hidroeléctricas sobre el río Santa Cruz o las dos nuevas centrales nucleares proyectadas. Los fondos llegan acompañados de la venta de tecnología y productos propios.

Tanto el actual Gobierno como el anterior habilitaron ese papel, bendiciendo los dólares que ponen sobre la mesa los asiáticos. Un tercer andarivel del vínculo con un socio poco conocido, cuyos pasos en territorio propio llaman la atención y alimentan mitos.

El economista especializado en el vínculo bilateral, Guillermo Santa Cruz, recomienda sensatamente no sobreestimar la radicación de empresas asiáticas ni malinterpretar sus estrategias. "Es la segunda economía del mundo y en pleno proceso de expansión global y acá aún está subrepresentada", asegura el experto, advirtiendo un dato de sentido común: si la que llega es una firma norteamericana o europea, es una más. Si es china, plantea la incógnita de por qué lo hace.

"En mi experiencia y según observo, trabajan como cualquier otra empresa de cualquier otro país: persiguen rentabilidad, bajar costos, ser más eficientes. Invierten sólo si ven un negocio y en la medida que lo valga. Como cualquier empresario", simplifica Santa Cruz.

Pero el rápido crecimiento de las firmas asiáticas en nuestro país y su posicionamiento en sectores económicos considerados básicos o estratégicos, mueve algunas fantasías en empresarios que están obligados a competir con productos chinos, en particular siderúrgicos. "Estamos ante una nueva forma de imperialismo", sentencia el alto ejecutivo de una trasnacional argentina, que sigue con mucha atención los pasos asiáticos.

La idea suena exagerada y el término "imperialismo" tiene una connotación negativa, ya que alude al presunto afán de dominación política y expoliación económica. Pero la idea no es tan descabellada si se considera que el país comandado por Xi Jiping quiere expandirse por el mundo y garantizarse la provisión de productos esenciales que seguirá demandando su consumo interno en expansión, gracias a una clase media cada vez más nutrida y dinámica.

China se encamina a desplazar a los Estados Unidos como primera economía, lo que le confiere el rol de potencial líder político mundial. Después, su lógica siempre puede ser inferida con mayor o menor margen de error. El ex diplomático local, asesor de inversiones chinas en la región, Mario Quinteros, apunta que aquel país prestó a Venezuela "más dinero que a cualquier otro de la región, seguramente movido por el afán de reafirmar sus negocios en el rubro petrolero. Pero ahora está revisando el error".

Otra especulación. Más allá de la vocación de expandirse que tenga China, también talla qué hace el Gobierno local para abrir sus puertas. La ex presidenta Cristina Kirchner firmó una serie de acuerdos que propiciaron ese arribo, quizás valorando la posibilidad de que aquella nación aporte los dólares que acá escaseaban. Pero en este caso, Mauricio Macri no parece discutir a su antecesora.

 

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