Internet revela más sobre nosotros de lo que creemos

Un estudio de datos recopilados por los motores de búsqueda muestra verdades incómodas

La mayor parte de las ciencias sociales estaban basadas, tiempo atrás, en poco más que conjeturas dadas las imperfecciones de los datos de ese mundo desordenado. Los peligros de confundir la correlación y la causalidad han sido destacados con frecuencia. Pero como dice el dicho, los economistas siempre han "envidiado a la física" porque a su disciplina le falta la precisión matemática de las ciencias duras. Pero la revolución de los Grandes Datos puede cambiar esa formulación.

Todos los días cerca de 2,5 trillones de bytes de datos son generados por nuestros dispositivos conectados, lo cual ha creado un campo cada vez más amplio del conocimiento humano y ha proporcionado inigualables conocimientos sobre nuestras vidas. "La ciencia social se está convirtiendo en una verdadera ciencia", concluye Seth Stephens-Davidowitz, científico de datos y profesor visitante en la Escuela Wharton. "Y esta nueva y verdadera ciencia está a punto de mejorar nuestras vidas".

A final de cuentas, Stephens-Davidowitz no logra presentar un argumento infalible para respaldar sus conclusiones, pero no por falta de intentarlo. Es una pena que a veces la seriedad de su mensaje es aminorada por el estilo demasiado jovial de su prosa. "Todos mienten" es un análisis absorbente y apasionado de estas nuevas fuentes de datos, muchas de ellas extraídas de Google, donde el autor había trabajó previamente. "Ahora estoy convencido de que las búsquedas de Google son el conjunto de datos más importante que se ha recopilado sobre la psique humana", escribe.

Sin duda, estos datos pueden proporcionar nuevas ideas sobre todo tipo de temas contenciosos, incluyendo enfermedades mentales, sexualidad, abuso infantil, aborto, publicidad, religión y salud. En un mundo más iluminado, este tipo de conocimientos seguramente podría utilizarse para mejorar las políticas públicas para hacerles frente a las desigualdades de nuestra época.

La razón por la que Stephens-Davidowitz considera que los datos de Google son tan valiosos es que generalmente las personas no mienten cuando hacen búsquedas en línea, a diferencia de lo que suelen hacer cuando interactúan con amistades, familiares y encuestadores. Después de todo, ¿por qué engañarte a ti mismo cuando estás intentando encontrar algo útil? Es por eso, él argumenta, que los motores de búsqueda nos proporcionan un tipo de "suero de la verdad digital" que revela nuestro verdadero ser, en vez de la imagen que proyectamos en público.

El autor utiliza datos adquiridos de muchas otras fuentes, incluyendo Wikipedia, PornHub y el sitio web de supremacía blanca, Stormfront, para revelar una asombrosa gama de debilidades, prejuicios, neurosis y fetiches humanos. ¿Quién se hubiera imaginado que hay tanta gente interesada en las relaciones sexuales con animales de peluche?

Algunos de los otros hallazgos del autor son igualmente sorprendentes y a la vez inquietantes. Por ejemplo, Stephens-Davidowitz profundiza en los datos que examinan la relación entre el racismo y los patrones de votación. Las búsquedas en Google de "la palabra N" (término que representa la palabra peyorativa usada para describir a los afroamericanos) destacan que muchos demócratas en el norte comparten opiniones racistas similares a los republicanos en el sur, aunque no las expresan públicamente.

Nate Silver, el analista de encuestas, después confirmó que el único factor que tuvo mayor correlación con el apoyo regional de Donald Trump en las elecciones primarias republicanas fue la frecuencia de las búsquedas en Google para "la palabra N" en esas áreas.

El autor también usó los datos para atacar algunos mitos. A diferencia de lo que se ha dicho sobre la emergencia de las denominadas "cámaras de eco virtuales", Stephens-Davidowitz argumenta que es mucho más probable que te encuentres con alguien que tiene un punto de vista político opuesto al tuyo en línea que fuera de línea. También descarta la idea de que el terrorismo provoca una ansiedad generalizada en la sociedad.

Pero quizás la observación más importante del libro es su enfoque sobre la desigualdad en EE.UU. y las posibilidades que presenta para realizar intervenciones más específicas. El libro confirma que hay una creciente sensación de que la geografía tiene el mismo efecto que las clases sociales con respecto a las oportunidades que tienen las personas.

Tal vez Stephens-Davidowitz ha empleado una cuestionable forma de medir el éxito: tener una entrada de Wikipedia. Pero sí ha encontrado que en algunas zonas de EE.UU. las posibilidades de que un niño pobre pueda tener éxito es igual de alta que en otros países desarrollados en el mundo. Sin embargo en otras regiones del país las posibilidades de que un niño pobre tenga éxito son menores que en los países comparables.

También encuentra que las "mujeres estadounidenses que se encuentran en el 1 por ciento más alto del nivel de ingresos viven un promedio de 10 años más que las mujeres estadounidenses en el 1% más bajo. En el caso de los hombres, la brecha es de 15 años".

"Todos mienten" es una fascinante introducción a un nuevo universo de datos, aunque estoy seguro que le seguirán muchos volúmenes más sobre el tema.

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