Los empresarios demandan mirar más al largo plazo, pero se paralizan por una elección

La encuesta de expectativas que todos los años difunde IDEA como para preparar el terreno de su coloquio anual, muestra un giro del empresariado en materia de demandas para el Gobierno, aunque también revela algunos contrasentidos.

Para empezar, el tema que aparece en el tope de la agenda es la necesidad de avanzar con una reforma tributaria. Lo que traduce este voto es que arreglar la macroeconomía dejó de ser una demanda puntual, ya que se perciben mejores condiciones para desarrollar la actividad sectorial. Lo que falta ahora es trabajar en las condiciones que garanticen rentabilidad y competitividad, lo que implica priorizar cuestiones de largo plazo sobre la coyuntura inmediata.

Este pedido está lejos del segundo de la tabla, que es bajar la inflación. Sí llama la atención que en ningún punto esté mencionada la necesidad de adecuar la estructura del Estado y de contener la suba del gasto público, ya que sin estos pasos será imposible alcanzar lo primero.

De todos modos, es sano que nadie apunte a introducir políticas específicas sobre el tipo de cambio como fórmula para generar mejoras competitivas. Aunque al costo de una volatilidad que no siempre es ayuda, la flotación cambiaria ya es un activo ganado. Lo que sigue abierto es el debate sobre si el mercado cambiario debe ser "administrado" de una manera transparente o si seguirá siendo necesario que el Estado opere a través de otras manos, como la banca pública o la ANSeS.

Una coincidencia temporal, pero que también marca el pulso de las demandas empresarias, es que ayer se difundió un estudio de la OCDE en el que se hace hincapié sobre la reformulación de la estructura impositiva que requiere la Argentina para acercarse a los estándares del grupo de países desarrollados. En la edición de hoy, también se consigna el documento que las automotrices elevaron al Gobierno con su propia propuesta de reforma tributaria.

Todo esto le suma presión a un gobierno que por ahora tiene poca capacidad de absorberla. Los mismos empresarios que están dispuestos a mirar al largo plazo, creen que un resultado electoral que no demuestre una clara ventaja para Mauricio Macri (esto significa, superar el empate o una diferencia leve sobre Cristina Kirchner en Buenos Aires) puede poner en riesgo los planes de los dos años de gestión que tiene el Presidente por delante. Los cambios estructurales, por definición, no se hacen ni en un año ni en dos. Si el sector privado no los acompaña planificando y mostrando su confianza en el mediano plazo, lo que hace es anotarse otra vez en el cortoplacismo.

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