Dólar a $ 16,85 y tasas en USA bajando: ¿recompro Lebacs o espero la crisis?

La Reserva Federal es el mejor aliado de Mauricio Macri. Probablemente, la variable más relevante a seguir para cualquier mercado emergente, en especial, uno tan apalancado como la Argentina actual, es la tasa de 10 años de USA, emblema del costo de capital de largo plazo. En estas últimas semanas, dicha tasa tuvo un salto sustancial de cerca de 25 puntos básicos, yendo desde 2.13% a 2.38%. La razón que motivó dicho movimiento fue el anuncio de una Fed comenzando a achicar su balance, lo que implica la reducción de la histórica cantidad de bonos que decidió comprar en sus tres rondas de flexibilización cuantitativa, conocidas como “QE (Quantitative Easing). “QE significó la compra masiva de bonos soberanos por la Fed desde el 2008, financiada con emisión de dólares, generando tres efectos. Primero, la compra de bonos produjo un aumento en sus precios y baja resultante en sus respectivas tasas de rendimiento, estimulando a la inversión y al diezmado mercado de viviendas, el colapso mundial de tasas se debe precisamente a esta decisión. Segundo, la Fed le sacó bonos a los inversores y les entregó a cambio, una montaña de dólares que el mercado se encargó de reciclar vía la compra de toda la clase de instrumentos financieros, generando inflación de activos, proceso que se dio en llamar “reflación o sea, todo sube no por la salud de los fundamentos sino simplemente porque te incitan a reciclar un efectivo extraordinariamente abundante. Tercero, “QE generó una sustancial devaluación del dólar a nivel mundial en especial, durante el periodo 2008/2011, en donde la Fed estuvo muy agresiva a nivel monetario llevando la parte corta de la curva a cero y la parte larga a mínimos históricos, generando entre otras cosas, una formidable suba en los precios de los commodities, como la soja que batió por entonces, récords históricos.

¿Techo del dólar en 17?: tranquilidad coyuntural de caras a las elecciones. Hace nueve años que vivimos en un escenario nunca visto antes, definido por “la política de tasas de la Fed que propicia un mercado internacional monetariamente dependiente y que ignora fundamentos económicos desde hace casi una década; el tiempo dirá si con esto no se incubó la burbuja más voluptuosa que hayamos permitido los humanos. Argentina no podría mantener sus groseros desequilibrios macroeconómicos si el mundo de tasa colapsada no existiese, claramente la actitud de la Fed le da sustento a la no-corrección estructural defendida por todo el pueblo argentino, en un clásico acto de “soberanía nacional . La faceta más elocuente de esta potencial burbuja está en los bonos y cada vez que la Fed insinúa un mínimo cambio al equilibrio que ella misma pergeñó, los mercados entran en quasi-paranoia. Que la Fed reduzca su balance tal como anunció, implicaría vender parte de los bonos comprados a través de sus tres “QE significando suba de tasas en la parte larga. Sin embargo, de acuerdo a lo que comentó recientemente Janet Yellen, presidenta de la Fed, dicha reducción de balance sería muy en cámara lenta por lo que la tasa de 10 años comenzó a tranquilizarse cotizando al cierre del viernes en 2.33%, dando alivio a los bonos largos argentinos que en estas últimas semanas estuvieron bajo severa presión. A este escenario de tasas aparentemente más benévolo, se le suma una soja y trigo recuperándose y un mercado internacional que se vuelve a tranquilizar y al hacerlo, renueva posiciones de carry trade en mercados emergentes calmando a su paso, también al dólar. Resulta útil recordar que las monedas además de tener un rol macroeconómico son también activos financieros y sus cotizaciones responden, por lo tanto, a rotaciones de cartera. Entonces, cuando el mercado internacional elige a una moneda como instrumento de carry-trade, su comportamiento queda afectado significativamente por dichas posiciones exacerbando entre otras cosas, su volatilidad. Me imagino el rearmando de posiciones en pesos a tasa local, alimentando la demanda frente al dólar y poniendo un techo de corto plazo en 17. Por otra parte, para una ciudadanía tan temperamental y tan influenciada por la moneda norteamericana, no sería lógico que el gobierno dejase recalentar al dólar de caras a las elecciones, contando a la vez con un BCRA que tiene suficiente artillería de corto plazo para llevarlo a donde quieran. De la mano de Yellen entonces, se estaría armando nuevamente una tríada de tranquilidad coyuntural para un gobierno local que enfrenta en breve elecciones y para las que no cuenta con demasiados resultados macroeconómicos: el mediocre gradualismo que defendemos todos los argentinos preserva en el tiempo a una economía inviable con limitadísima capacidad de reacción, por lo que esperar demasiado resultado positivo resulta en una ingenuidad.

No imagino a los mercados demasiado ansiosos en pedirnos más de lo poco que hoy les estamos dando. Es altamente probable que los bancos centrales de Estados Unidos, Europa y Japón sigan ejecutando esta forma de populismo monetario y a su andar garanticen un escenario en donde todo rinde muy poco con algunas excepciones. La Argentina de Macri no sólo es una incógnita con una prometedora historia política e institucional subyacente, sino que además resulta en uno de los escasos países que con “riesgo razonable ofrece formidables retornos. Detrás de soja subiendo y un dólar y tasas bajando, están los tres centrales asegurando por bastante tiempo más, un equilibrio de tasas colapsadas que seguirá financiando nuestra decadencia por los próximos cinco años. Si no hacemos algo relevante en el camino, nuestro “no drama de corto plazo bien podrá convertirse en un clásico argentino, el tan repetido “drama de largo plazo y volaremos en consecuencia, todos por el aire nuevamente. Para evitarlo, resulta indispensable la actitud de una ciudadanía que tarde o temprano deberá dar un paso al frente haciéndose cargo del cambio o resignarse a una nueva crisis. En breve, deberemos ponerle el cascabel al gato y dejar de ignorar el formidable desequilibrio que nos legó la administración anterior o esperar a que se pague la luz otra vez, y soportar el dolor que seguramente vendrá.

La argentinización del mundo. No estamos solos en un equilibrio general que a mediano plazo no cierra, la mayoría parece habernos copiado en esta orgullosa costumbre criolla de gastar en exceso, de emitir de más y de triturar impositivamente a los pocos ciudadanos privados, generadores de valor, que mantienen al resto. En el mundo, no sólo en Argentina, conviven dos clases de habitantes, los que producen y pagan impuestos y los que viven de ellos. El populismo argento ha sido “tan exitoso que una porción sustancial del planeta implementa actualmente las innovadoras ideas populistas que nos tumbaron del top-ten del ranking de naciones, a lo poco que hoy somos; antes competíamos con Europa, hoy con suerte le empatamos a África. Desde la quiebra de Lehman Brothers, se intentó tapar la crisis internacional a fuerza de pura emisión monetaria, sin cambios estructurales de relevancia. La Reserva Federal comenzó con el colapso de tasas, luego siguieron Japón y Europa en esta especie de alquimia monetaria, asimilándose a nosotros en los magros resultados: crecimiento lánguido, crónica dificultad para generar empleo y una sociedad acostumbrada a vivir muy por encima de su productividad que no está para escuchar un mensaje sacrificado “a lo Churchill . Se decidió alimentar la obesidad de estados enormes que no hacen otra cosa que destruir recursos privados, fabricando una realidad que probablemente sea “el esquema Ponzi más enorme que hayamos observado y mientras dure, le jugará a favor a la Argentina, porque preservará un cóctel monetario que pondría un piso a la soja, y un techo al dólar y a las tasas a las que nos endeudaremos; el populismo que veneramos los argentinos tiene un fiel e inquebrantable aliado monetario: tasas colapsadas.

Para aquéllos que vaticinan un drama argentino, les recomiendo se sienten tranquilos y bajen la ansiedad. Mientras haya deuda, habrá caja, y si hay caja, no habrá drama. Argentina seguirá por un largo tiempo siendo un BUY, protegida por la política monetaria de la Fed y por todo Wall Street hablando bien de nosotros. Los argentinos hasta el momento hemos sido incapaces de articular una política que de cierta certeza respecto al sendero a seguir por variables macroeconómicas relevantes de largo plazo tales como: crecimiento, inversión real, gasto, déficit, estructura fiscal y laboral. En muchas dimensiones, la Argentina de hoy tiene pendientes las mismas preguntas que la Argentina del pasado. El oficialismo ha sido meritorio en comenzar a resolver tres dramas: cepo, default e inflación, pero faltan muchísimos otros. En esta Argentina inviablemente heredada resulta imposible producir, la carga laboral y fiscal torna a cualquier proyecto de inversión en no-rentable, de hecho y salvando raras excepciones, ninguno de ellos puede competir después de impuestos, con los rendimientos que la parte media de la curva soberana y provincial ofrecen actualmente. A los argentinos nos resta definir una secuencia de equilibrio a mediano plazo requiriendo de nuestra vocación, sacrifico y convicción, los grandes ausentes de los últimos setenta años y se nos acaba el lustro. 

 

 

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