Las aplicaciones de lo nuclear

Desde la medicina hasta la alimentación, pasando por el arte y la cosmología, muchos son los usos y beneficios asociados.

Además de la producción de energía eléctrica, la tecnología nuclear puede encontrarse en múltiples campos. Su aplicación abarca sectores más conocidos, como la medicina, y se extiende hasta otros como la industria, la agricultura, la alimentación, el arte, la exploración espacial y la cosmología.

Según Celina Horak, gerente en Aplicaciones y Tecnología de las Radiaciones de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en la Argentina existe tecnología nuclear disponible para el control de procesos productivos en el área industrial, la comprobación no destructiva de materiales y soldaduras en la construcción, como así también para mejorar la calidad de algunos productos. En agroindustria, su aplicación se orienta al control de plagas en el campo y la post-cosecha, el mejoramiento de la fertilidad de los suelos y el manejo de los cultivos.

En medicina, por su parte, la radiación es aprovechada para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, y la esterilización de productos médicos y biológicos, entre otros. En este sentido, el proyecto de construcción del reactor RA-10 es uno de los desafíos actuales en el país, ya que se propone ampliar la provisión de radioisótopos empleados para tal fin tanto a nivel nacional como para América latina.

La preservación del patrimonio cultural parece algo muy lejano a lo nuclear, pero no lo es: en la Argentina, describe Horak, la radiación "puede ser utilizada, por ejemplo, para conservar documentos históricos en papel, verificar la autenticidad de una obra de arte o determinar la antigüedad de monumentos, esculturas y posibles eventos geológicos".

Además, la radiación es una técnica que se aplica en los alimentos y tiene una amplia aceptación en el mundo. En una publicación de 1999, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), los tratamientos con radiación son recomendados en tanto que prolongan la descomposición de los comestibles sin afectar la inocuidad de los mismos.

De acuerdo a lo informado por la investigadora, existen varios puntos críticos en la cadena agroalimentaria donde la irradiación puede intervenir. Uno de ellos es la cosecha, cuando cerca del 30% se pierde debido a insectos o descomposición. Paralelamente, puede reemplazar a ciertas sustancias químicas que se utilizan como conservantes e insecticidas, y tienen un alto nivel de toxicidad. Enfermedades causadas por microorganismos patógenos (Escherichia coli o Salmonella) también son evitables mediante estas tecnologías.

Las aprobaciones existentes en el mundo y América latina para irradiar alimentos son de variada índole: por producto, por clases (basándose en similitud de composición química) o las últimas aprobaciones, autorizando el proceso en general. En todos los casos, la aplicación de la dosis se autolimita a la calidad comercial del producto; es decir, nunca se aplicará una dosis mayor a la necesaria porque impide su comercialización.

La legislación argentina en irradiación de alimentos ha tardado en reactivarse (la última aprobación data de 1994). Afortunadamente, se aproxima una modificación del Código Alimentario Argentino que ampliará la aplicación de estas técnicas por clase de alimentos, lo que significa que tanto productores como empresarios puedan contar con esta alternativa para tratar sus productos.

Para Horak, esta nueva reglamentación "afianzará la implementación de la tecnología en la Argentina y será un punto de inflexión hacia nuevos inversores", al referirse a los capitales privados que se verán involucrados en el incremento de la capacidad instalada en tecnologías de radiación.

 

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