La rastrojerización de la economía

Ya se ha dicho reiteradas veces: el modelo económico que se está implementando en el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner es distinto al del primero. Si bien tiene la misma lógica basada en una fuerte presencia estatal, ahora lo hace de manera defensiva y no positiva. Las intervenciones ya no son para promover algo mejor, sino para evitar algo peor.
Las dos medidas económicas que van a comenzar a definir el nuevo perfil productivo y de consumo de estos meses, mientras los desequilibrios aguanten, son: las dificultades para comprar dólares y remitir dividendos, y la medida de dificultar o prohibir las importaciones.
Más allá de las coyunturas de no poder importar libros o que falten algunos medicamentos, el problema es que con estas nuevas reglas, también con el tiempo se va cambiando el perfil productivo y de consumo de la Argentina.

Back to Basics (volver a lo básico)

Hay en estos días un debate muy interesante en uno de los sectores económicos que ha sido puntal del crecimiento en estos años, que es el sector automotriz. El debate en los medios tiene que ver con la presión a las terminales para que incrementen el porcentaje de piezas nacionales en los autos que se producen en el país.
Así, por ejemplo, en el 2004 cada automóvil hecho en Argentina tenía el 40% de sus partes de proveedores locales; hoy ronda tan solo el 25%. Estos datos ciertos, ocultan varias falacias en el medio. Lo que no se cuenta es que la cantidad de autos que se producían en ese momento era casi 3 veces menor al actual, es decir que para poder proveer este 25%, el crecimiento de los autopartistas ha sido espectacular. Cuando un mercado crece tan rápido, la oferta local tarda en ir adaptándose y lo hace lentamente. Es decir, pasar de producir 100 asientos por día a 300 requiere inversión, créditos, pero sobre todo tiempo de desarrollo. Para abastecer el mercado se necesita importar mientras se desarrollan los proveedores locales.
Es común que en mercados que crecen muy rápidamente, el componente local disminuya, porque lo hace hasta que el mercado es maduro y ahí se hace el catch up, es decir que alcanzan y acompañan a la terminal.
Pero también está el segundo método, que hoy parece triunfar. La otra forma de incrementar el porcentaje de proveedores locales, es disminuyendo la cantidad de piezas que necesita un auto nacional. Al auto se le puede sacar el cierre centralizado de puertas, se le pueden poner 2 airbags en lugar de 4, puede no tener sensores de luz o de lluvia, puede no tener ABS o computadora a bordo. En la medida en que se eliminen estos extras, es más sencillo es que todo sea producción nacional. Es decir que el modelo de auto a construir es el rastrojero. Casi, casi, 100% nacional.

Reducir la cadena de valor

Claro que en la medida que se ponen restricciones o se obliga a hacer el auto nacional, lo que sucede es que la cadena de valor se va destruyendo. Porque el rastrojero no necesita muchos proveedores, con 10 alcanza. Pero si se construye un 408, o un SW4, un Focus, una Amarok, un Agile o un Palio, la cantidad de proveedores que se necesitan son muchos. Claro que se tarda un tiempo en producirlos localmente y, mientras, hay que importarlos. También parte de sus productos tendrán componentes importados, pero es el tiempo y los incentivos a invertir los que generan cadena de valor, no las prohibiciones. Si la intención es que se produzcan autos nacionales, lo único que se logrará es inhibir el desarrollo de los autopartistas. Ni hablar que mientras más rastrojerizamos más difícil, sino imposible, será exportar.
Un ejemplo es el impuesto del 10% a los autos que superen los 150.000 pesos. Con ese piso lo que se castiga es la producción de autos complejos. Como el precio de los autos sube cerca de un 1,5% anual, lentamente cada vez más autos van incluyéndose en ese rango de precios. Para evitar pegar el salto de precios que implica dicho impuesto, las automotrices seguramente producirán las versiones básicas. Así es como se producirán autos lindos por fuera y sin ningún accesorio por dentro
No voy a aclararles que la mayoría de las innovaciones que se popularizan con el tiempo al principio eran sólo de los autos caros. Si se castiga a los autos complejos, entonces con el pasar del tiempo ningún auto termina teniendo esa tecnología. Los autos deben tener cada vez mas adicionales, no menos. Antes tenían airbag o aire acondicionado solo los de alta gama, hoy no. El secreto en la industria automotriz es promover la complejidad.

Volver al pasado

Pero esto no sólo pasa en el sector automotriz, también se extiende a otros rubros. Así por ejemplo, las computadoras cada vez se distancian más en capacidad y performance en relación a las que se venden en el resto del mundo. No solo son el doble de caras, sino que son el doble de lentas. Los celulares son el modelo más básico, las planchas no tienen vaporizador (¿para qué? ¡si mi abuela planchaba sin eso!) y ahora estamos a punto de eliminar el PET y volver al vidrio. Mientras el mundo hace esfuerzos por remplazar de manera definitiva un producto tan pesado y peligroso como lo son las botellas de vidrio, nosotros insistimos en reeditarlas. Lo que en el mundo tiende a desaparecer, acá lo volvemos a implementar.
Lo que esta política está haciendo es que, tanto como productores como consumidores, nos conformemos con lo básico. La consigna es hacelo como puedas y vendé lo que puedas. Actualmente, los gerentes comerciales o generales de las empresas locales le dedican más tiempo a hablar con Moreno que a diseñar estrategias para brindar mejores productos o servicios a sus clientes. Eso está matando la calidad y la innovación. Uno cuando va al supermercado ya no encuentra nada nuevo, excepto los precios.
La rastrojerización no solo nos da peores productos a los consumidores y hace más ineficientes a los productores, sino que nos acerca de manera casi inevitable al nuevo plan Rastrojeros Para Todos.

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