El nivel de actividad industrial marcó en septiembre una baja del 3,6% en relación a igual mes del año pasado, al mismo tiempo que la construcción retrocedió 4,5%, informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

"En lo que respecta al mes previo, la actividad fabril de septiembre se colocó 0,2% por encima de la de agosto pasado, en tanto que la construcción marcó una merma de 0,1%", informó la agencia Télam.

De esta manera, la industria, dentro de un panorama muy heterogéneo, acumuló una baja del 0,4% a lo largo de los primeros nueve meses del año, al tiempo que la construcción retrocedió 2,9% en el mismo período. Con la caída de 3,6% a nivel general de septiembre, la cantidad de meses consecutivos con resultados negativos en el cotejo interanual pasaron a ser cuatro, tras haber comenzado el año con una suba de 6,4%.

En el Gobierno son conscientes de la falta de dólares y del impacto que tal situación puede tener en la industria y la construcción. Es decir, si bien los números en lo que va del año no son malos, con dólares disponibles y una importación más aceitada, el panorama seguro mejoraba bastante o al menos podía dar vuelta el panorama de los últimos meses.

La falta de dólares es producto principalmente de una sequía que aniquiló la cosecha y que dejó en rojo las cuentas públicas. El golpe fue tan fuerte que hasta el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que la Argentina iba a sufrir y mucho la falta de dólares producto de la sequía. Hoy la deuda comercial de las empresas es el doble de lo que se tiene en un año normal.

La pregunta que nos debemos hacer es por qué seguimos atados a un modelo agroexportador dónde gran parte del destino anual del ingreso de dólares esté vinculado al clima.

La respuesta es que ese modelo es una suerte de freno a cualquier desarrollo. Los grandes jugadores internacionales que concentran las exportaciones primarias de la Argentina están parados en el mejor campo de juego. Salvo una sequía extraordinaria, la Pampa húmeda es una de las mejores regiones del mundo para sembrar y cosechar. Por lo tanto, no tienen ánimos de cambiar, de hecho, su negocio, es legal por cierto y seguro rentable.

Pero la Argentina debería replantearse, entre otras cosas, la posibilidad de agregar valor a sus exportaciones primarias. De lo contrario, cada vez va a tener que exportar más volumen para poder importar insumos o bienes terminados que no se fabrican en el país.