Vaivenes, oportunismo y mezquindad

En una muy reciente publicación colectiva del Instituto Sindical Europeo (ETUI) se incluye, como una de las diferentes fuentes de poder sindical, la llamada fuente societal, basado, por un lado, en el poder y la capacidad para organizar coaliciones, actuar en la sociedad civil y posibilitar representar a los trabajadores en esferas políticas y, al mismo tiempo, en el poder comunicacionaldiscursivo que influya en el discurso público y en la elaboración de agendas, movilizando sus afiliados con fines políticosindicales.

En dos ocasiones recientes, en nuestro país, la fuente societal de poder parecería haber estado ausente: una, en ocasión de la prolongada huelga de transporte urbano en Córdoba, en cuyo desarrollo los huelguistas no supieron crear adecuadas coaliciones y no supieron comunicar adecuadamente para impedir el desenlace que permitió, finalmente, la derrota y el licenciamiento de 207 trabajadores. Hubo inocultable saña de autoridades cordobesas en contra de los conductores y una bastarda utilización política del conflicto y de las cesantías. Algunos olvidan que siempre hay inconvenientes en una huelga y si es de transporte mucho más. Esas huelgas avivan los enconos de usuarios y comerciantes sin considerar la justicia de la petición. Debe tenerse en consideración que de toda huelga es el ejercicio del derecho de molestar, el llamado droit de nuire de los franceses.

La otra, fue en ocasión de la presentación de listas nacionales electorales, donde quedó evidenciada la falta de comunicación y coalición para asegurar candidaturas de importantes dirigentes sindicales nacionales en puestos adecuados que le fueran ofrecidas oportunamente. Hubo un error y censura de los organizadores electorales, influidos en sus decisiones por la premisa reaccionaria que "los sindicalistas, en épocas difíciles, no son buenos candidatos porque la gente no los quiere". Los sindicalistas, por su parte, no usaron con la intensidad necesaria la fuente societal del poder sindical y omitieron crear coaliciones adecuadas en los diferentes espacios políticos, evitando fraccionamientos sin fundamentos programáticos.

Hubo, además, en ambas ocasiones, una destacable y extrema volatilidad y oportunismo en la comunicación pública de parte de sectores sociales fácilmente influenciables y una relativa falta de sintonía entre las acciones gremiales y la vida social urbana.

Lo expuesto hace conveniente recordar el oportunismo de la opinión pública en lo relativo a los sindicatos en Alemania, durante los primeros años de este siglo. Los sindicatos, allá por el 2003, se oponían, dificultosamente, a la ofensiva desreguladora del partido amigo socialdemócrata; la opinión pública, entre tanto, en general, la que se expresaba, los acusaba de ser anticuados, principales responsables de la ocasional decadencia y defensores de una sociedad inexistente.

Un poquito parecido a lo que ocurre aquí.

Conforme infografía del Instituto de Demoscopia Alemán, la imagen pública respecto de los sindicatos en el 2003, era un 45% negativa y tan solo 23% positiva. Muy pocos años después, la opinión pública acusatoria similar a la que pide despidos en Córdoba o censura a sindicalistas, con volatilidad inconsecuente, sin mayor intervalo temporal, cambió. Registró una opinión favorable a los sindicatos del 41% con tan solo un 20% negativa.

En pocos años "los bien pensantes" habían pasado del odio al amor!!! Los burgueses alemanes apoyaban a los sindicatos corporatistas vitupereados siete años antes.

Tanto la revanchista indignación anti-huelga de Córdoba, como la censura de los programadores electorales, aquí también cambiarán, ya que las consecuencias erróneas los obligaran a ello, ayudadas por una práctica sindical fundada en una adecuada programática hoy ausente y una inteligente aplicación de la llamada fuente societal del poder sindical .

A la luz de la experiencia advertiremos que vaivenes, oportunismo y mezquindades son ingredientes peligrosos, reaccionarios e inútiles.

 

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