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Hubo un momento hace unos quince días en que la política se disputó al ex CEO de Syngenta, Antonio Aracre. En una misma semana, el contador que estuvo 37 años en la semillera ahora controlada por China desayunó con el presidente Alberto Fernández en la residencia de Olivos y merendó con Horacio Rodríguez Larreta en la vereda del café Tabac, sobre avenida Libertador.
En ambos casos le valoraban la voluntad de tender puentes en tiempos de grieta. Es un ejecutivo que nunca ocultó su cercanía con el oficialismo a pesar de ser un "hombre de negocios del campo" ni tampoco rehusó el diálogo con referentes de la oposición más allá de ser un defensor de los planes económicos que trataron de poner en marcha primero Martín Guzmán y ahora Sergio Massa.
Tras confirmar su incorporación finalmente desde el 1 de febrero como jefe de gabinete de asesores de la Nación, Aracre pareció optar por quilombo conocido antes de quilombo por conocer.
Imaginate lo que deben pensar los Martín Redrado o Silvia Lospennatto de la vida que se sumaron al gabinete porteño la semana pasada para oxigenar la cosa pensando en la carrera presidencial y al toque el jefe de Gobierno tiene que entregar al ministro de Seguridad y Justicia, Marcelo D'Alessandro, por sus vínculos impropios con jueces, fiscales, ejecutivos de medios y empresarios contratistas de la Ciudad, que surgen de chats que considera, digamos, una situación "violante" de su privacidad.

Aunque cree que podría trabajar sin prejuicios con Larreta incluso en un futuro, al ex Syngenta lo espantan las posiciones de los extremos de Juntos por el Cambio. En cambio, está convencido de que en el tiempo de mandato que le queda al jefe de Estado puede llegar a acordar reformas impositivas y laborales, aún cuando admite en su fuero íntimo que el Frente de Todos siempre ha sido una licuadora de funcionarios con buenas intenciones, volumen político o aspiraciones de tener agenda propia.
Alguna vez, la senadora Juliana Di Tullio lo buscó para preparar un encuentro con la vicepresidenta Cristina Kirchner, algo que luego no se concretó. Pero, si fuera relevante a esta altura de todo, ¿qué pensará el kirchnerismo duro de su ingreso, a tan solo horas de dejar la conducción de una compañía emblemática del agronegocio?
disparos K contra el campo
El secretario general de la Anses, Santiago Fraschina, postuló hace un tiempo en una clase abierta en el Instituto Patria que se viralizó este fin de año, que para industrializar el país no debe haber terratenientes y que hay que barrer con ese modelo en las elecciones.
Al ex Syngenta lo espantan los extremos de Juntos por el Cambio y admite en su fuero íntimo que el Frente de Todos ha sido una licuadora de funcionarios con buenas intenciones, volumen político o aspiraciones de agenda propia
Máximo Kirchner, en tanto, saludó hace tres meses en Gualeguaychú el freno que le impuso la comunidad al uso del glifosato. Cristina pasó de habilitar nuevas variantes transgénicas de soja en su momento a Monsanto a ver en el campo un factor destituyente. ¿Cuál es en definitiva el concepto del agro que prima en el ala más fuerte del gobierno al que se incorpora un ejecutivo que desde su oficina de CEO colaboró para poner en marcha el dólar soja, que implica pagarles más por cada dólar a las agroexportadoras?
Un 'choppy' 2023
Son preguntas menores de todas formas al lado de otra más inquietante: ¿cuánto aguanta el intento de plan estabilizador de Massa la agenda anti Corte Suprema que impulsa su propia administración? Es más, ¿alguien sabe qué piensa el ministro de Economía, que además es la tercera pata de la alianza de gobierno, del pedido de juicio político?

la pelea con la corte suprema
Cuando fue aquel casi desconocimiento del fallo en favor de la Ciudad de Buenos Aires no se lo escuchó y en última instancia nos enteramos de que, lejos de desacatar nada, había armado un proyecto para garpar cobrando más impuestos.
¿Y ahora? Mientras Alberto empezó el año con la novedad en su cuenta de Twitter, y con la vice y La Cámpora on fire también en redes contra el máximo tribunal, Massa clavaba un posteo despidiendo el 2022 con una camiseta de la Selección Argentina y un mensaje sobre el esfuerzo colectivo.
¿Estará contento con que se empioje todo en el Parlamento justo cuando esperaba meter en las sesiones extraordinarias el blanqueo de capitales, la ley para hacer la planta de GNL o una moratoria previsional? No hay dudas de que está todo coordinado, como han enseñado estos más de tres años del experimento de Alberto-Cristina en el poder. No puede ocurrir que la arenga de un juicio político que no tiene futuro en el recinto se lleve puesta la agenda de temas más relevantes para la coyuntura de la economía. Seguro que no.
los malabares de sergio massa
Massa hace malabares mientras tanto, esperando que se confirme su predicción interna de que bajen los dólares paralelos en esta primera quincena del verano, y de que llueva un poco más para mejorar la humedad en suelo y la oferta de divisas en el mediano plazo, porque el contexto internacional asoma mucho más "picado".
Esa palabra en inglés, choppy, se repite en los informes de la banca internacional con proyecciones para el 2023 y recomendaciones para el gran capital financiero. "Calm waters turn into choppy" (N.R: las aguas calmas se vuelven picadas), escribió la firma de inversión suiza UBS. La misma volatilidad que relató anteayer The Wall Street Journal en el artículo "El trigo y la soja tendrán un 'choppy' 2023".
Barclays asegura que este año será "de trabajo largo y duro" ante "el menor crecimiento global en décadas", pasando del 6% de 2021, al 3,2% el año pasado y un esperado 1,7% ahora. JP Morgan diferencia actividad económica de rendimientos financieros y titula: "Un mal año para la economía, mejor para los mercados".

La titular del Fondo Monetario Internacional, Kirstalina Georgieva, pasó en tanto por el programa Face The Nation de la cadena CBS y no ahorró en advertencias. "Es la primera vez en que en un año China creció igual o menos que el promedio global", aseveró y enumeró que el gigante asiático, Estados Unidos y la mitad de Europa están entrando en recesión, con un mensaje extra: Washington y Beijing deben acordar hasta dónde anularse uno al otro por cuestiones de seguridad nacional porque eso frenará más la economía global.
Hay que ver, además, cómo se acomodan las variables financieras en Brasil tras la asunción de Lula. Las declaraciones del ministro de Hacienda, Fernando Haddad, respecto de que las tasas de interés están en una situación "anómala" devaluaron fuerte el real y aunque eso ayude a los turistas argentos allá a comprar feijoada más barata, puede ser un factor extra de presión para nuestro tipo de cambio oficial, que nunca puede desfasarse mucho de la moneda vecina.
Todo demasiado picado afuera, como para que todavía se pique más adentro.



