Sobre el apagón estadístico del comercio exterior

En la vida misma, no tener la información correcta sobre un hecho o fenómeno puede ser un puente directo a pésimas decisiones. Basta recordar que en 1983, Stanislav Petrov, oficial del ejército soviético, estuvo a punto de reportar un ataque de misiles nucleares estadounidenses que no existió por una falla de los datos que arrojaba la computadora. Si lo hubiese hecho hubiera sido un desastre para el mundo y el inicio de una III guerra mundial.

En el mundo de las empresas los resultados se miden en dinero. Para un empresario, no advertir que una determinada mercadería se consigue más barata en Taiwán que en China significa la posibilidad de dejar en el camino valioso capital. Para una Cámara empresarial, no disponer de información de su sector, atenta contra la capacidad de asesoramiento de calidad a sus representados. Para el Fisco, hay una pérdida de mayores recaudaciones, al no poder contar con el control por oposición de los privados. Por ejemplo, hace algunos años la Asociación de Fábricas Argentinas de Terminales de Electrónica denunció subfacturación en algunas importaciones. La AFIP actuó y logró un ajuste sobre cerca de setenta operaciones por u$s 2.000.000.

Creo que los argumentos oficiales de secreto fiscal con los que el Estado ha dejado de publicar estadística detallada de Comercio Exterior desde julio pasado, son notablemente exagerados. Para la Ley de Procedimiento Fiscal 11683 (art. 101) "las declaraciones juradas, manifestaciones e informes que los responsables o terceros presentan a la AFIP, son secretos". Pero una cosa es que la AFIP diga que Juan Perez compro 20.000 zapatillas a Jacky Chan por u$s 20.000 el mes pasado, y otra muy diferente es que publique que hubo una operación de importación de zapatillas desde China por u$s 20.000. En el primero de los casos, divulgar la información puede perjudicar a Juan Perez, que invirtió tiempo y dinero en llegar al proveedor adecuado para que después un competidor suyo directo le sople la información desde la comodidad de un escritorio, pero en el segundo no hay perjuicio a los particulares, todo lo contrario. De hecho, la reglamentación de la mencionada Ley no considera secreto fiscal a los datos globales o estadísticos (Disposición AFIP 98/2009).

El no publicar ya ninguna información de exportación e importación implica un giro de ciento ochenta grados con respecto a la situación que existía hasta hace poco tiempo, donde se podían publicar todos los datos salvo y razonablemente el nombre y CUIT del importador (Dictamen 981 y 748/2008). Nobleza obliga, es cierto que a pesar de la prohibición que establecían dichos dictámenes algunos prestadores privados aún brindaban esa información. Podrían haberse evaluado alguna sanciones. Pero en vez de curarse la herida se hizo una amputación. Demasiado.

Para un Gobierno que en momentos electorales hizo bandera sobre la transparencia de gestión, el saneamiento de las estadísticas nacionales y la necesidad de contar con indicadores sobre pobreza; el no divulgar información estadística del sector externo es una contradicción esencial y como mencioné, va en contra de sí mismo.

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