Zoom Editorial

Si el que alerta de un problema es el Indec, hay una falla más profunda

Cuando un gobierno se entera de que tiene problemas en un sector de la economía a través del Indec, cualquier intento de respuesta que ensaye va a llegar tarde. Es lo que le pasó a Alberto Fernández con la inflación y más aún, con los aumentos de la carne.

El ejemplo tal vez sea extremo, pero refleja una realidad. Martín Guzmán es consciente desde hace meses que la emisión monetaria de 2020 iba a tener consecuencias en el nivel de precios. Por eso había insistido en que el Presupuesto 2021 tuviera un nivel de gasto menor, y que el financiamiento aportado por el BCRA fuese el más bajo posible. Los responsables de Comercio también tenían presente que había una inflación reprimida que debían controlar. Por algo nunca dejaron de aplicar los programas Precios Cuidados o Precios Máximos.

Pero lo que se nota es que no hay una cabeza en la que todos estos datos tomen forma y favorezcan algunas decisiones preventivas. Guzmán es el ministro de la deuda (pero no del gasto) y Matías Kulfas venías hasta marzo trabajando para reforzar las cadenas de valor de determinados sectores con el fin de incrementar las exportaciones. Paula Español, la funcionaria que ejerce el control estatal sobre las empresas, tiene juego propio en el gobierno y por esa razón su voz entra y sale de las mesas de decisiones, según las necesidades que vaya manifestando el Presidente.

El precio de la carne empezó una escalada evidente en noviembre del año pasado. En abril el precio del asado ya mostraba un incremento anual cercano al 100%, lejos de cualquier otro parámetro que justificara una variación de ese tipo. El actor que debería haber dado el primer alerta es el Ministerio de Agricultura, y es probable que algún mensaje haya enviado. El problema es que Luis Basterra no tiene la suficiente llegada a sus superiores como para ser escuchado con atención y proponer un curso de acción que no genere conflictos con el campo.

De hecho la resolución que cerró la exportación de carne fue anunciada por Matías Kulfas, y los representantes del agro que buscan una salida negociada piden que el canciller Felipe Solá (ex secretario de Agricultura en los '90) esté presente en la mesa.

Los costos de producir carne subieron. Tanto el precio del maíz (el principal alimento de las vacas que se crían en corral) y el gasoil para transportarlas tuvieron su impacto. Pero no como para duplicar el precio final en góndola de los cortes más masivos.

Si hubo frigoríficos que subfacturaron y crearon un impulso artificial al precio, el Estado podría haber tomado cartas en el asunto antes. Al problema en sí mismo, se le suma el hecho de que en la gestión al Ejecutivo le falta una mesa de alertas tempranas, que detecte y ayude a encaminar estas situaciones, sin apelar a medidas activan el conflicto y compliquen más de lo que resuelven.

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