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Se quiebra o se dobla: la crisis de los partidos políticos

El radicalismo tuvo una semana crítica. Si bien el espacio que tiene más de 120 años hoy gobierna cinco provincias, tiene decenas de municipios, representantes en las legislaturas y el Congreso Nacional y cuenta con figuras de alto perfil en la política argentina, las cosas parecen ser cíclicas en su historia. Siempre hay alguien que se está yendo, siempre hay alguien que está rompiendo.

En tanto, el PJ, hoy absolutamente inorgánico dirime su futuro entre un Gobernador que necesitó pagar los sueldos de su provincia con papelitos y una ex Presidenta que recupera centralidad política cuando parecía estar más cerca de querer estar con los nietos que en el medio del combate.

La UCR no puede salir de la famosa frase del fundador del partido, quien en 1896 agobiado por la imposibilidad de sacar a su espacio de un estado prácticamente catatónico se quitó la vida y dejó escrito en su testamento político la frase "que se rompa pero que no se doble". Lo que no imaginaba Leandro N Além era que sus palabras se convertirían casi en la definición de la UCR, teniendo en cuenta la vida posterior del espacio que fundó.

Desde Yrigoyen hasta Frondizi, pasando por el gobierno de Alfonsín y el de De la Rúa, siempre el radicalismo tuvo que lidiar con los que impulsados por sus propios intereses pusieron en juego la fuerza de la unidad, y rompieron.

Pasó también durante el Gobierno de Mauricio Macri cuando la pata radical de Juntos por el Cambio, en ese momento liderada por Ernesto Sanz, entendió que no eran tenidos en cuenta para la toma de decisiones dentro del espacio que habían formado junto con el PRO para ganar las elecciones que los llevaron a ser Gobierno.

El propio Raúl Alfonsín utilizaba la frase de Alem contra los que consideraba oportunistas del sistema.

Esta vez, y a más de 120 años de vida, el partido radical vuelve a quebrarse. Estaba absolutamente atomizado cuando Milei llegó al poder, y aunque con reservas, sus nombres más fuertes trabajaron por la unidad durante este ano. La cercanía de un grupo de legisladores para con el Gobierno, la visita a la Rosada y la relación con la "gente rota" como llaman en el PRO al oficialismo, provocó que finalmente llegara, esta vez en forma demorada, la ruptura del bloque radical.

Por el lado del PJ, las cosas no son muy distintas, pero aquí no hay ruptura, al menos por ahora. De manera inorgánica unos y otros empiezan a pararse frente a quien puede llegar a conducir los destinos de un partido que estos últimos anos fue puesto en valor solo en el día de la Lealtad (más/menos) . Para algunos gobernadores la aparición de Cristina no hace más que hacerle dano al partido porque frena la renovación y no permite que a la sociedad se le vaya el enojo que llegó a su punto máximo con Alberto Fernández. Los que aún consideran que es la única que puede unificar el partido, entienden que los espacios políticos se ganan con la generación de ideas, y si hasta ahora nadie pudo lograr la centralidad que supo tener la ex Presidenta es porque es ella quien tiene que representar ese espacio político.

A todo esto, es sabido que el Gobernador bonaerense, Axel Kicillof prefiere replegarse cuando aparece Cristina. Su mayor desafío es el timing para manejar con efectividad el momento de sus apariciones. Llegar al puerto a tiempo. Ni antes ni después de lo necesario. A tiempo. Sino solo basta mirar a Horacio Rodríguez Larreta. Hasta unos pocos meses antes de las elecciones del ano pasado se hablaba de él como "el próximo Presidente de los argentinos", apenas más tarde, se había salido de pista y así perdió la carrera.

El Justicialismo de todos modos, tal como Alem dejo la frase que marcó al radicalismo a través del tiempo, como en un Boca River, invierte el dicho. Para el PJ a la vista puede doblarse pero no romperse. Y cuando parece que los peronistas se están peleando, como dijo Juan Domingo Perón, se están reproduciendo.

Sin duda, frente a estos dilemas una nueva fuerza como es la Libertad Avanza gana espacio. Hoy el Presidente Milei se encuentra frente al dilema de seguir confrontando con Cristina, lo cual puede ser muy peligroso, ya que consolida su protagonismo dejándola crecer. Esto le abre camino para que, así como hoy pelea el partido, el ano próximo puede pelear la Provincia de Buenos Aires. De otro modo, el Gobierno podría poner en la vereda de enfrente al kirchnerismo en general sin subir a su ring a nadie en particular. El valor del PRO es necesario hoy para llegar con más aire al ano próximo. No está de la vereda de enfrente de modo que no se lo confronta, pero al no estar en la pelea desaparece de la discusión pública.

La nacionalización del partido libertario y la territorialidad que el oficialismo está trabajando en las distintas provincias los hace confiar en una elección de medio término que aún siendo mala los dejaría bien parados. Después de las votaciones del 2023, la Libertad Avanza obtuvo un resultado que los dejó con ganancia en el Congreso pero con la necesidad de buscar adeptos. Pasaron de 2 representantes a 37, hoy son 39. Para el ano próximo, sacando menos votos que los del ano pasado se quedarían con al menos 50 diputados, de mínima, y sería la única fuerza que no perdería legisladores.

Con este contexto, por estas horas, está surgiendo FARO, una especie de Think Tank del mileismo. La intención es dar lugar a nuevos dirigentes nativos del espacio. Así como existe PENSAR del PRO, o la Fundación Hannah Arendt de la Coalición Cívica, ahora llega FARO, con un claro objetivo: difundir las ideas del liberalismo y pisar más fuerte en la batalla cultural.

El Martín Fierro dice "los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, si entre ellos se pelean los devoran los de afuera". Hoy el Gobierno se frota las manos frente a la crisis de los partidos tradicionales. A veces se dobla otras tantas se rompe. Aún están vivos, inorgánicos, buscando todavía como recuperarse frente a los que se arman más allá de los pronósticos. Mientras ellos se pelean los devoran los de afuera, los antisistema, los que se muestran como outsiders y de a poco van haciendo a los demás, casi de una forma inexplicable, jugar su juego.

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