Opinión

Revolución Cultural 2.0

La desaparición de líderes relevantes son parte de la información diaria desde China. Los sectores tecnológico, financiero, militar y político son los más afectados y esto coloca al gigante asiático en un camino contractivo.

Beijing parece haberse embarcado en una curiosa empresa: condenar a sus expertos.

El caso emblemático fue el de Jack Ma, el multibillonario fundador del Grupo Alibaba, quien desapareció a fines de 2020. A Ma se le sumaron personas de máxima relevancia, incluyendo expertos en misiles sofisticados y una parte de la plana mayor del Ejército Popular de Liberación, entre otros.

El multibillonario fundador del grupo Alibaba estuvo meses desaparecido y hasta se lo dio por muerto.

Wang Houbin y Xu Xisheng eran dos militares de alto rango poco conocidos. Wang comandaba la fuerza misilística del Ejército Popular de Liberación, la milicia china. Xu era el comisario político en ese comando. Ambos fueron purgados junto a decenas de oficiales de alto rango durante el 2023.

Bao Fan, un financista estelar del país, está con paradero desconocido desde hace más de un año. En una escueta nota a inversores se informó hace una semana que renunció como CEO de China Renaissance. Bao, sigue sin aparecer.

Y los casos se multiplican: ahora comenzaron contra profesores. Este último caso rima con otra etapa de la turbulenta historia del Partido Comunista Chino.

La Revolución Cultural, de 1965 a 1975, vio a Mao Zedong eliminar a todos los líderes e intelectuales con una serie de purgas que dejaron al país sin cerebros y sin capacidad de gestión. Cualquier rival, sin importar su lugar en la jerarquía social o política, cayó en una serie de desgracias. Murieron millones. Otros fueron a campos de trabajos forzados.

Todo indica que las desapariciones de nuestros días serían parte de un esfuerzo del presidente Xi Jinping por ejercer más control político.

Entre tanto, el índice accionario MSCI China perdió un 60% desde su máximo en 2021. Se perdieron casi US$2 billones en capitalización y los inversores huyen del mercado chino.

Ante las malas noticias económicas, hay analistas que apuntan a cifras macroeconómicas adulteradas para maquillar las caídas.

Ya hay un precedente histórico. Entre 1958 y 1961 el país distorsionó las cifras económicas tanto que eso terminó costando millones de muertes. En el Gran Salto Hacia Adelante el partido presentaba espectaculares cifras de producción agrícola mientras la gente moría de hambre o practicaba el canibalismo.

Hace alrededor de un año, el gobierno interrumpió la publicación del desempleo juvenil cuando este superó el 20%. El crecimiento del PBI se estima oficialmente por encima del 5% anual para 2023, aunque hay evidencias de recesión y crisis, especialmente en el sector inmobiliario.

Es prudente evaluar que estamos ante un caso de adulteración estadística y control del flujo de información, como ya sucedió en la historia reciente del país.

Así, Xi Jinping parece impulsar una combinación de ambos errores históricos en simultáneo: Gran Salto Hacia Adelante y Revolución Cultural; con datos falsos para ocultar una contracción económica y purgas de quienes tienen el conocimiento para solucionar los problemas.

Para que la economía china vuelva a tener impulso es necesaria la confianza. Y las inseguridades en la cúpula llevaron a "declararle la guerra" a sus principales tecnológicas. Así, las dudas invadieron los sectores creativos y productivos del país.

El resultado de esto no sólo es la desinversión por los chinos, sino también el éxodo de empresas extranjeras. Como indicador de este éxodo está la salida de residentes extranjeros del país. la "ventana internacional de China", perdió 144.000 residentes desde el año 2020, según datos oficiales. Estos son tanto extranjeros como locales altamente calificados. La ciudad más competitiva del país vive

Hong Kong sufre la pérdida de miles de residentes, tanto extranjeros como locales altamente calificados.

Hong Kong, la "ventana internacional de China", perdió 144.000 residentes desde el año 2020, según datos oficiales. Estos son tanto extranjeros como locales altamente calificados. La ciudad más competitiva del país vive una fuga de cerebros vertiginosa.

Si bien no se publican cifras comprensivas para el país, entre 2010 y 2020 la población de extranjeros en Shanghai fue de 208.000 a 163.000.

Los ingenieros, expertos, ejecutivos y financistas del mundo dejan el país -y sobra evidencia anecdótica al respecto.

Hace años que la economía china viene en decadencia y es razonable calcular que este proceso entra en un espiral de complejización y degradación de difícil escape.

Entre tanto, se suma un inconveniente desde el exterior. China quiere liderar en chips, ante un embargo de Occidente. Buscan robar propiedad intelectual para subsanar sus carencias, según informaron gobiernos europeos. Sin embargo, las nuevas generaciones de semiconductores demandan ecosistemas productivos que ni Estados Unidos puede recrear en el estado de Nevada, como se desprende de las dificultades entre las tecnológicas para instalarse allí a instancias de Washington.

Las fábricas de chips para inteligencia artificial demandan maquinaria sofisticada que sólo la holandesa ASML puede proveer. Es imposible copiar esas líneas de producción y aunque China compró equipos antes de que el bloqueo comercial caiga sobre estos, lo cierto es que sin mantenimiento desde Países Bajos, son millones de dólares en chatarra.

China perdió el acceso a ASML tras las sanciones, así como la posibilidad de comprar los chips de la taiwanesa TSMC -la única con la tecnología correcta para construir placas sofisticadas para correr los modelos avanzados de inteligencia artificial.

A pesar de golpes de propaganda, hurgando bajo la superficie se deduce que China está lejos de alcanzar a Occidente en inteligencia artificial ante este escenario.

En 2024 o 2025 se prevé una nueva generación de chips, de 1nm, que China no puede reproducir ni en condiciones de laboratorio.

La brecha tecnológica se agranda día a día y hay poco que la todavía segunda economía del mundo pueda hacer.

Por lo tanto, el futuro chino se ve como su pasado: turbulento. El sueño de la autocracia comunista disputando el liderazgo global a las democracias de Occidente queda para los contrafácticos de la historia ya que, un análisis profundo, demuestra una realidad: China tiene más pasado que futuro.

Las cosas como son.

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