tribuna

¿Qué ha salido mal? La brecha de género se expande

Como si el escándalo que afecta a la industria del cine y ahora también el ambiente político no fuese lo suficientemente preocupante, el Foro Económico Mundial publicó su último informe sobre la brecha de género.

La noticia no sólo no es lo que esperábamos (un progreso modesto, tal vez), sino que en realidad muestra que estamos retrocediendo. En vez de tomar sólo 170 años, con el ritmo actual de progreso, la brecha se cerrará ahora en unos 217 años. En vez de hablarle a mis nietos sobre la posibilidad de alcanzar el logro de la igualdad, parece que ellos tendrán que hablarles a sus nietos. Toda una generación salteada, como si nada.

El camino al 2030 está lleno de buenas intenciones. Todos aspiramos lograr los Objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas (ODS) pero si vamos a alcanzar el mundo que deseamos para 2030, simplemente debemos crear un mundo con igualdad de género. Con eso no sólo me refiero a concentrarnos en cumplir con el Objetivo 5, que es el específico en cuestión. La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas debe darse en todos los ODS, si queremos garantizar su éxito. Desde la pobreza, hasta el saneamiento y el cambio climático.

Como líderes de la actualidad en todos los sectores, ya sea en el ámbito empresarial, gubernamental o en la sociedad civil, es nuestra responsabilidad moral acelerar el ritmo de nuestras acciones para mejorar las posibilidades de progreso de las niñas y las mujeres en todos los sectores, y para revertir la brecha que tiende a ampliarse.

Además, hacerlo nos beneficiará incluso a nosotros mismos.

La igualdad de la mujer en la fuerza laboral agregaría hasta $ 28 billones a la economía mundial para 2025. En una economía global que se calcula en alrededor de $ 100 billones y que se estima que tendrá un crecimiento muy modesto, ésta es una oportunidad muy importante.

Para Unilever, resulta imperativo invertir en las mujeres. El caso social y el de negocios se encuentran indisolublemente vinculados. Las mujeres representan más del 70% de nuestras ventas; controlan el 64% del gasto de los consumidores y son el grupo de más rápido crecimiento en el mundo de hoy. Creemos que hemos dado pasos significativos hacia la igualdad de género.

Me enorgullece que casi el 50% de nuestros gerentes, casi el 40% de nuestro Consejo Directivo y más de un tercio de nuestro equipo ejecutivo sean mujeres. Asimismo, estoy orgulloso de que estemos implementando programas específicos que apuntan a cambiarle la vida a muchas mujeres en nuestra cadena de valor, permitiéndoles desarrollar sus habilidades, promoviendo su seguridad, o expandiendo sus oportunidades económicas. Distintos proyectos que van desde la eliminación de barreras para las mujeres en la agricultura, brindando capacitaciones especializadas, hasta el trabajo en programas de inclusión financiera para mujeres dueñas de comercios, en los mercados en desarrollo.

Con acciones como éstas y con tantos programas y proyectos en todos los sectores, ya sea en el ámbito empresarial, gubernamental o en la sociedad civil, ¿cómo es posible que hayamos retrocedido y que se haya ampliado la brecha de género?

¿Qué ha salido mal? ¿Y por qué estamos yendo más despacio en tiempos en los que deberíamos estar acelerando?

Nuestras propias investigaciones, así como la de otras importantes autoridades, sugieren que algunas de las fuerzas más poderosas detrás de las persistentes brechas de género son normas y estereotipos sociales dañinos que limitan las expectativas respecto de lo que las mujeres pueden o deben hacer. Existen a nuestro alrededor normas anticuadas y profundamente arraigadas que discriminan a las mujeres. El Panel de Alto Nivel sobre las Mujeres del Secretario General de las Naciones Unidas concluyó que "cambiar las normas debe estar en lo más alto de nuestra agenda para 2030". Todos tenemos un papel que desempeñar para poder derribar estas pautas sociales adversas y reformular los estereotipos. En Unilever, esto lo tradujimos en una visión de un mundo en que cada mujer y cada niña pueda crear el tipo de vida que desee llevar, sin restricciones. Y un mundo, en el cual los hombres también puedan liberarse de las limitaciones impuestas respecto de la hombría y la masculinidad, y en el que las economías crezcan y creen oportunidades tanto para el hombre como para la mujer.

Como una empresa de bienes de consumo que llega a miles de millones de consumidores cada día, entendemos las causas y las motivaciones que dan lugar a las normas que subyacen detrás del comportamiento de las personas. Estamos trabajando arduamente para acelerar el progreso y derribar los estereotipos y comportamientos nocivos, apuntando a mejorar la vida de millones de mujeres y niñas. Por ejemplo, como uno de los principales anunciantes en el mundo, junto con ONU Mujeres y más de 20 otros líderes del sector, hemos lanzado la Alianza sin estereotipos para abordar los retratos generalmente estereotipados que a menudo se perpetúan a través de la publicidad en un nivel sistémico, iniciando acciones con algunas de nuestras marcas.

Dove, por ejemplo, con su misión de ayudar a las niñas a desarrollar el autoestima ya ha alcanzado a más de 20 millones de niñas en 139 países. La marca está comprometida a mejorar la autoestima de 20 millones más para 2020.

Los efectos positivos de nuestros esfuerzos van más allá de aquellos directamente beneficiados, la onda expansiva positiva alcanza a la sociedad en su conjunto. Cuando capacitamos a las mujeres y les brindamos oportunidades empresariales en nuestra red de distribución, se vuelven modelos a seguir en sus comunidades, demostrando que es posible desafiar las normas y los estereotipos que las limitan, y tener éxito.

Asimismo, nuestros programas relacionados con el Saneamiento, el Lavado de manos de Lifebuoy, la Agricultura Sustentable, entre otros, están abordando normas culturales que millones de mujeres enfrentan en el mundo de hoy, más que nunca.

Obviamente, una empresa o industria, o incluso un país, no puede hacerlo solo. La marcada amplitud de la brecha es simplemente demasiado grande. Se requiere de un nivel de colaboración y alianzas de un orden completamente diferente a lo que hemos hecho hasta ahora, el cual debe incluir a las empresas, los gobiernos y la sociedad civil.

La Alianza sin estereotipos es un gran ejemplo de cómo se pueden construir alianzas fuertes para crear cambios sistemáticos en toda una industria.

Resulta necesaria una acción conjunta, consistente y continua. Insto a los líderes a que utilicen un prisma de género, y en particular un prisma de normas sociales, en todos sus programas, independientemente del ODS que estén abordando, a pesar de que los beneficios probablemente no se vean en el corto plazo.

Son esenciales para lograr la transformación que necesitamos. Definitivamente, no podemos permitir que nuestros nietos se encuentren en la incómoda situación de tener que pedir perdón a su generación, como nosotros debemos hacerlo con la nuestra.

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