Poner a las personas en el centro, clave para la retención de talento

Desde hace un tiempo (y, sobre todo, tras la Pandemia de COVID-19) el mercado laboral está viviendo un período de fuerte ebullición. Cuestiones como la llamada "Gran Renuncia" (nombre con el que se conoció a un estallido de los cambios laborales a nivel global) se han convertido en moneda corriente (y en una preocupación constante para los encargados de la selección de personal de todas las empresas).

Pero la realidad es que se trata de un proceso más largo, que la Pandemia solo aceleró. Que las personas son cada vez más conscientes de su valor en tanto recursos para las empresas (y, por tanto, más "exigentes" en lo que respecta a las condiciones de trabajo) no es algo novedoso en sí, pero sigue siendo una realidad a la que aún muchas empresas no han podido adaptarse.

Se trata de un proceso que es difícil para cualquier organización, pero que resulta especialmente compleja para las PyMEs. Observar las políticas y acciones de cultura laboral que son la norma hoy en día (las que, en su mayoría, aplican las grandes empresas de base tecnológica) parecerían ser inalcanzables para cualquier pequeña y mediana empresa de nuestro país. Pero, si bien es cierto que no hay soluciones mágicas y el camino es complejo, la realidad es que cualquier empresa puede transitar esa transformación sin importar su contexto y con herramientas que se adapten a cada una.

Y esto es así porque la base misma de este proceso es algo que la mayoría de los empresarios PyME hace naturalmente: poner a las personas en el centro y tomar cada decisión buscando el bien de todos y cada uno de los que hacen a la empresa.

En la práctica, esto se logra planificando y ejecutando acciones que estén orientadas a que los colaboradores de la organización puedan desarrollarse tanto en lo profesional como personalmente.

¿Cómo puede lograrse esto? La respuesta más simple podría ser contar con sueldos competitivos, planes de beneficios, home office o un esquema híbrido, etc. Obviamente, estos factores son importantes, pero lo central es que las empresas creen un buen clima de trabajo, fomentando las relaciones interpersonales, brindando mayor flexibilidad en las decisiones, escuchando a cada persona y tomando decisiones más personalizadas, adecuadas a la realidad de cada uno de los colaboradores. En resumen, creando un entorno en el cual las personas estén a gusto e, idealmente, puedan sentirse parte de una gran familia.

Un punto central es el del desarrollo individual. Apostar a la estabilidad de los empleados, brindándoles la posibilidad de proyectar su crecimiento en la empresa conlleva que las personas se comprometan y, así, den lo mejor de sí.

En ese mismo sentido, todas las empresas deberían tener la formación y capacitación de sus colaboradores como uno de sus pilares fundamentales. Buscar e incentivar a las personas a que se capaciten (tanto en cuestiones que tengan que ver específicamente para sus funciones como en otras que complementen sus perfiles profesionales) es una herramienta que sirve tanto en lo individual como a nivel organizacional. Y existen múltiples modos de acompañar a las personas en su desarrollo (desde pagar parte o el total del costo a brindarle espacio y tiempo para que pueda preparar trabajos y exámenes), todas ellas válidas y que son de mucha ayuda para quien busca formarse.

Lo importante es que cada empresario y ejecutivo PyME debe saber que tiene la posibilidad y las herramientas necesarias para lograr esta transformación que construya un mejor espacio de trabajo para sus colaboradores y, en consecuencia, le permita seguir creciendo y desarrollando su negocio. Solo debe dar el primer paso, escuchar a quienes trabajan junto a él para entender sus necesidades y expectativas y "co-crear" en conjunto la forma de responder a ellas.

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