Para que la industria se recupere hay que atraer capitales, no espantar inversores

El desarrollo de la industria es uno de los tantos capítulos pendientes que tiene la Argentina. Su evolución ha estado atada a lo largo de las últimas décadas a políticas erráticas, con reglas que se modifican o se mantienen estancadas de acuerdo al color y el interés de la administración de turno.

El parate en tiempos de coronavirus marcó uno de los puntos más críticos del que aún se recupera. En julio, la producción industrial mostró una contracción acumulada en siete meses del 11,5% anual y una suba desestacionalizada frente a junio último de 1,7%, según la consultora de Orlando Ferreres. Pero previo a la pandemia, se encontraba aún en niveles similares a los registrados una década atrás, con fábricas que apenas si funcionaban al 60% de su capacidad, salvo escasas excepciones, como la de refinación de petróleo. Y sectores que registraban un cuadro más crítico, como el automotriz o el de los productos textiles, afectados por la caída del consumo y de las exportaciones a Brasil.

En ese escenario, pensar al sector fabril como el motor de crecimiento de un país que a lo largo del tiempo ha primarizado su economía, supone disponer más que una declaración de intenciones. Implica dar pasos que se dirigen en sentido contrario a las reyertas políticas del Congreso o a las invocaciones presidenciales contra el capitalismo, precisamente frente a quienes tienen que tomar la decisión de aportar los capitales para que la maquinaria se reactive y apuntar así al crecimiento, en lugar de pensar en rentas y fórmulas financieras para afrontar costos crecientes y sostenerse en pie. Establecer políticas que incentiven la actividad y definir reglas consensuadas que despejen las dudas del inversor a la hora definir en qué lugar del planeta iniciar o potenciar un proyecto productivo.

El acuerdo con los acreedores externos y la búsqueda de un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional en torno a la deuda son un avance en ese sentido, de la misma forma que lo es el anuncio de líneas de créditos para pymes y parques industriales. También la vocación por desarrollar proveedores nacionales, sin caer en el error, ya visto, de forzar sustitución de importaciones cuando esos productos no existen en el país o cuando los costos asociados a la producción local de esas piezas o partes, termina encareciéndolas a tal punto que afectan el precio del producto final.

Por ello, es clave la eliminación de impuestos distorsivos y la aplicación de incentivos para la generación de empleo. Como también lo es sanear las cuentas públicas, estabilizar la economía y avanzar en acuerdos comerciales que garanticen el ingreso de divisas para el cumplimiento de las obligaciones contraídas. Así, se podrá empezar a recuperar la confianza para que los capitales lleguen y la industria deje atrás las crisis recurrentes. Empezar a producir buenas noticias.

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