Para hacer girar más despacio la calesita, todo dependerá de la música

La buena noticia del día es que la inflación de 2020 terminó en "solo" 36,1%. La mala es que el 4% que mostró diciembre determina un ritmo de incremento anual de 60%. Eso implica que si el Gobierno no define una estrategia fiscal que desactive los temores devaluatorios y pone sobre la mesa un rumbo consistente para las tarifas, las expectativas inflacionarias para este año no van a ser buenas.

El ministro Martín Guzmán se encargó de remarcar, varias veces, que las predicciones de los analistas casi siempre estaban por encima de lo que marcó el Indec. Pero ese augurio en diciembre no se cumplió: todos tuvieron una estimación muy similar a la que presentó el organismo estadístico. Y si bien es cierto que el año mostró un sendero mucho menor al de 2019, marcado por las devaluaciones que causó la incertidumbre electoral, lo que importa es lo que está por delante.

A su manera, el titular de Economía expuso metas moderadas. Advirtió que esperaba lograr una baja de cinco puntos este año (una tasa anual que ronde 30%), una meta que traduce la necesidad fiscal de que el impuesto inflacionario no desaparezca de la mañana a la noche. Para lograrlo, es partidario de trabajar las expectativas privadas a través de un acuerdo de precios y salarios, un objetivo muchas veces declamado pero pocas veces concretado.

El número que tiene en la cabeza el ministro demanda un promedio anual de 2,5%, algo que será difícil de conseguir en los primeros meses del año. Para los economistas, el 4% de diciembre puede convertirse en un nuevo piso que esta vez si eleve la inflación del año a cerca de 50%.

Todos quieren que la calesita gire más despacio, pero todo dependerá de la música, que en un año electoral, estará marcada por la política.

La demanda de pesos sigue alta por las vacaciones, pero la tasa de los plazos fijos hoy no está a la altura del ritmo que muestran los precios. El manual aconseja un retoque alcista, pero el temor del gabinete económico es que un ajuste de los intereses complique el rebote en el nivel de actividad esperado para los siguientes 12 meses.

Alinear todos los planetas demandará un nivel de sintonía fina digna de un cirujano. La imagen crea un contraste inevitable con lo que será el clima electoral, marcado habitualmente por las demandas de gasto que enarbolan los referentes de la política.

El Covid y el precio de los commodities son los dos factores de incertidumbre con los que habrá que matizar los pronósticos. Puede suceder que el virus retrotraiga a la economía a los meses más duros del 2020. Y también puede ocurrir que la suba de la soja favorezca una inyección fiscal inesperada, que acote las cirugías que debe hacer Guzmán, o que permita poner una música más suave en la calesita.

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