Pacto de Mayo: ¿estrategia o táctica?
Si bien son términos provenientes de lo militar, en política estrategia implica una visión de largo plazo y el camino elegido para alcanzarla. A su vez táctica son los movimientos de corto plazo -que pueden ser incluso contradictorios- para facilitar el camino elegido.
Hay quienes piensan que Javier Milei con su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, ha elegido una nueva estrategia, la de adoptar el diálogo y abandonar la confrontación que lo ha caracterizado. De acuerdo a ello habría aceptado que sin leyes no hay seguridad jurídica ni credibilidad económica y ellas sólo pueden lograrse con palabras que hasta ahora el Presidente desechó, como diálogo, consenso, acuerdo y pacto, a las cuales venía considerando expresiones típicas de la "casta" política.
Febrero ha sido un mes en el cual el Presidente ha sufrido tres derrotas políticas: en diputados, la que lo llevó a retirar el proyecto de la llamada "ley ómnibus" al comenzar la segunda semana del mes; luego la sufrida frente a los gobernadores, que liderados inesperadamente por el de Chubut Ignacio Torres, rechazaron la posición del Ejecutivo y obtuvieron un fallo de primera instancia contrario al gobierno nacional y en el Senado, el pedido de 9 legisladores que sea tratado el DNU que ha sido el primer intento de reformas, que sumados a los 33 que ya lo habían solicitado, hace viable el tratamiento y su eventual rechazo.
Milei se encontraba así antes de cumplir los tres meses de gobierno cercado por el sistema institucional que domina la "casta política": los gobernadores donde ninguno de los 24 que han sido elegidos pertenecen al partido oficialista, el Senado donde cuenta sólo con 9 de 72 senadores y diputados, cámara en la que cuenta con nada más con 38 legisladores sobre 257. Además, al mencionado fallo adverso respecto a la coparticipación de Chubut, se agregaban más de media docena de primera y segunda instancia contra el DNU.
Pero además, los gobernadores le habían quitado la iniciativa política. Tras conocerse el fallo judicial favorable a Chubut, los seis gobernadores patagónicos (estaban junto a Torres los de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Río Negro, Neuquén y La Pampa) invitaron al Presidente a visitar el territorio chubutense, donde sería recibido no sólo por los mandatarios locales sino también por todos los legisladores de las seis provincias y la población patagónica que lo esperaría en una actitud amigable. En este contexto proponían iniciar un diálogo.
El Presidente enfrentaba no sólo el bloque del congreso, el enfrentamiento de los gobernadores y los rechazos de la justicia, sino también una propuesta de diálogo ajena al Ejecutivo, que le era costoso rechazar.
Una semana antes del 1 de marzo el equipo de Milei se debatía si iba al Congreso o no (delegando en la Vicepresidente); si lo hacía y volvía a hablar de espalda a los legisladores y de cara a la gente como el 10 de diciembre o si optaba por palabras de confrontación como las que había usada días antes para referirse al Poder Legislativo: "nido de ratas".
Se optó entonces por el "pacto de mayo" convocando la Casa Rosada a firmarlos el 25 de mayo en la provincia de Córdoba.
Pero no dejó en claro algo esencial. Si llamaba a firmar una suerte de "contrato de adhesión" mediante el cual se trata de sumarse a un decálogo al cual no puede modificarse ni una coma o va ser el resultado de un diálogo del que surja un acuerdo con más coincidencias y enmiendas.
Además, el Presidente puso dos condiciones previas: que se sancione la llamada "ley ómnibus" y se acuerde la distribución fiscal entre el estado nacional y las provincias. En ambos casos será inevitable la palabra "negociación" le guste o no a Milei, ya sea en forma explícita o explícita.
Es decir, no parece claro hasta ahora, el procedimiento mediante el cual se logrará que se firme el "Pacto de Mayo". Tampoco que sucede si lo firman algunos y otros no. Con el sistema federal para qué rija para todas las provincias debería ser unánime, como lo fue el Acuerdo de San Nicolás en 1853, inspirado por Alberdi y ejecutado por Urquiza. Fue el paso que permitió la sanción de la Constitución Nacional al año siguiente. Quizás hubiera sido útil incorporar este antecedente para la "narrativa" del discurso.
Lo primero que van a pedir los interlocutores a la Casa Rosada es incorporar nuevos temas al decálogo. Tal es el caso de seguridad, corrupción, educación, malnutrición, etc. Cabe señalar que, de los 10 puntos planteados, 7 son de neto contenido económico, 2 sociales vinculados a la economía (laboral y previsional). El décimo es la reforma política.
Una cuestión que inevitablemente se planteará es la relación del decálogo con la Constitución Nacional. Ella habla de los "pactos preexistentes" y ello también podía haber integrado la "narrativa" del discurso. Al respecto, sobre más de 8.000 palabras del discurso, no se mencionó "Constitución" algo que sorprendentemente no ha hecho tampoco desde el 10 de diciembre.
Se atribuye al Presidente pensar que los meses de marzo y abril serán lo más difíciles en términos del costo del ajuste para la gente. Tanto la inflación como la recesión serán más intensas. Desde esta perspectiva, la visión "táctica" sobre el pacto, puede significar que se busca una maniobra que apunte a descomprimir y distraer políticamente.
Hasta ahora, el discurso del 1 de marzo parece encuadrarse más en una maniobra táctica de corto plazo que en un giro estratégico.
No hay que olvidar que Milei siempre fue claro respecto a su alineamiento internacional en términos internacionales. Hizo campaña diciendo "yo soy Trump, Bolsonaro y el Partido Vox de España en Argentina". Ha expresado su apoyo y adhesión a Netanyahu. Ha sido orador en la Conferencia de Acción Política Conservadora de EEUU. Esto también dice que es más probable que estemos frente a un giro táctico que a un cambio de estrategia. Es que los líderes políticos pueden cambiar de ideología, pero no de personalidad.
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