Oro, tasas internacionales y un formidable castigo a Brasil

En los últimos días de febrero el mercado internacional sucumbió frente a un evento que no termina de comprenderse en dos dimensiones: el coronavirus. Primero, no se saben aún los alcances biológicos del virus tanto en materia de la tasa a la cual se esparce por el mundo y en definitiva respecto a qué tasa final de fatalidad terminará teniendo. Segundo, tampoco se conocen los alcances macroeconómicos del virus, si tenemos la suerte de que el mismo no nos termine matando a todos, será otro shock temporario y la pregunta quedará relegada solamente a comprender la duración del impacto y su severidad. Pero lo cierto es que hoy nadie conoce con cierto nivel de certeza los alcances esperados en ninguna de ambas dimensiones y ante esta formidable e impensada cuota de incertidumbre, los bancos centrales de casi todo el mundo, tanto G10 como mercados emergentes, vienen implementando otra vez más una renovada ola de política monetaria expansiva cuyo impacto final tampoco conocemos.

¿Será posible ver por primera vez en nuestras vidas a una tasa de referencia en USA negativa? ¿Será posible observar una total horizontalidad de la curva de rendimientos norteamericana llegando a niveles del 0%? Si nada de esto funciona y los mercados de acciones siguen negativizándose sin encontrar un piso, no es descartable esperar una renovada secuencia de Flexibilización Cuantitativa al estilo 2008/2011. Lo cierto es que hoy en día nadie sabe por qué compra acciones del S&P o por qué las vende lo cual significa que estamos en una inflexión de incertidumbre plena. Si el virus termina matándonos a casi todos, los que hoy venden si sobreviven, podrán contarles a sus nietos el mejor trade de sus vidas. Si por el contrario, el virus se controla en algún momento y si para entonces lo economía global sigue de pie, los que hoy defienden sus longs serán reafirmados otra vez más en una secuencia bullish que comenzó casi imparablemente en los mínimos de marzo 2009.

En este marco, los resultado a nivel de performance de activos puede resumirse en tres grupos. Primero, aquéllos que subieron como es por ejemplo, el TLT (ETF que replica posición de long en bonos del tesoro norteamericano con duration 20) y el oro, otro activo que suele tener muy buena performance en entornos de miedo controlado y baja de tasas. Segundo, el S&P lejos de estar en terreno positivo pero bancando bastante bien la parada relativa a otros mercados de acciones. Tercero, mucho mercado emergente sangrando literalmente como consecuencia de salidas masivas de mercados locales por achicamiento de riesgo que pone presión no solo al équity local sino también al tipo de cambio. Y este último grupo de altísimo castigo, viene Brasil, con un EWZ (ETF que replica mercado accionario brasileño) que ha tenido de las peores performances de índices de équity emergente en lo que va de la crisis tanto a nivel de acciones como de tipo de cambio. Una vez más este evento global demuestra que los fundamentos de un mercado emergente particular solo son relevantes cuando el S&P tracciona en terreno positivo. Toda historia local aun siendo favorable y no es el caso de Brasil, sucumbe con alto beta ante la negatividad del S&P. Pensar en un decoupling de emergentes nunca funcionó en la historia de la humanidad.

Con un VIX que cómodamente coquetea en la zona de 40 cuando antes de la crisis lo hacía en 13, parecería que el mercado está castigando particularmente a aquellos mercados de équity emergente con historias complejas y parecería que además de los múltiples problemas que enfrenta la economía brasileña el hecho de ser Brasil uno de los emergentes más líquidos del mundo lo convierte en la principal puerta de salida a los efectos de shortear. A la luz de los acontecimientos entonces es sano plantear a esta altura de los hechos cuánto de todo lo que esperaba el mundo de la administración del actual presidente brasileño será alcanzable para una economía a la que el cuesta muchísimo encausarse hacia un sendero de crecimiento sostenido y por lo tanto, con alta necesidad de consolidad muchas más reformas sin las cuales la economía brasileña podría quedar atrapada en una trampa de déficit y estancamiento. Si esto ocurriese, el escenario político tampoco queda claro para Brasil. Todo esto se exacerba en circunstancias donde el mundo literalmente remata riesgo emergente como estuvimos observando últimamente.

De este forma, aquellas economías más vulnerables y que enfrentan historias locales complejas como es el caso de Brasil y Chile, quedan mucho mas expuestas a los vaivenes que con violencia viene pegando el mercado internacional. Ojalá por el bien de estas economías cuyos ingresos dependen tanto de los commodities, que el “evento coronavirus termine siendo lo más temporario posible a la luz de un mercado de metales, energía y alimentos que viene muy negativo desde mitad de enero. El único mercado de commodites que se salvó en todo esto es el de metales preciosos, especialmente el oro, a la luz de un planeta entero que descuenta colapsos adicionales e históricos en tasas internacionales.

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