OPINIÓN

No es una patología, es la inflación

El economista Víctor Ruilova responde en su columna al concepto del dólar como "patología social". Cuando la preferencia sea el cuidado de los recursos del Estado, viendo con malos ojos que se despilfarren, es que podremos dejar atrás la inflación y la preferencia relacionada al dólar, afirma.

En un fragmento de una entrevista que le hicieron a Hernán Casciari, twitteado por él mismo hace unos días, el escritor describió que la sociedad argentina padece de una patología social particular relacionada con la palabra dólar. Y que en realidad, esta fijación que tenemos con la divisa norteamericana no tiene que ver con lo económico sino con un problema de salud.

Encuentro muy difícil aceptar que la razón por la cual la sociedad en su conjunto le dedica atención a la cotización del dólar no sea fruto del sentido común. En los últimos 50 años la tasa de interés real fue negativa la mayoría del tiempo. Es decir, que la tasa de inflación fue mayor al retorno que los argentinos obtuvieron por sus ahorros en moneda nacional. Con tasas negativas, los incentivos para ahorrar en pesos son nulos, y se vuelve totalmente racional buscar alternativas para protegerse contra la erosión de la moneda. El dólar, el ladrillo, bienes de alguna manera "dolarizados".

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Quedarse en pesos es ir a pérdida. Hacerlo hoy, incluso con la reciente suba de tasas que implementó el Banco Central, tiene un rendimiento de poco más del 6% mensual, mientras que los precios están aumentando al 7%, al igual que la tasa de devaluación oficial. Incluso si en los meses subsiguientes la tasa termina quedando por encima de la inflación, hay que revertir décadas de desconfianza, que requiere una política monetaria con tasas de interés reales positivas que persista en el tiempo.

¿Y por qué el BCRA no lo haría? Luego de dos años y medio de emisión para financiar al Tesoro, que superan los 11 puntos del PBI, la necesidad de retirar parte de ese circulante derivó en un stock de pasivos remunerados que supera los 7,6 billones de pesos (9,4% del PBI). Cada punto porcentual que sube la tasa de interés de política monetaria provoca que la factura de los intereses a pagar se agrande. Esos intereses generan más emisión, y si además se necesita emitir para seguir financiando el Tesoro, el efecto "bola de nieve" se acelera.

"Con tasas negativas, los incentivos para ahorrar en pesos son nulos", marca el economista Víctor Ruilova.

Para reconstruir la moneda se necesitan tasas de interés reales, para sostenerlas se necesita limitar la emisión y para ello se necesita cortar con el financiamiento monetario. Tanto la fijación que tiene la sociedad con el dólar, como la construcción de una vía de salida de la misma, dependen de decisiones de política económica, alejadas de explicaciones de tipo clínica. Cómo nos afecta la inflación, sin embargo, como productores y consumidores, sí tiene rasgos más "cognitivos".

De julio a septiembre tendremos una inflación promedio cercana al 7%, es decir 125% anualizado. Hace un año el promedio del mismo trimestre era 3%, 43% anualizado. La velocidad se triplicó en un año, así como también la cantidad de tiempo que tenemos que destinar para acomodarnos a este cambio, nos demos cuenta o no de ello. Hay que ir al cajero más veces, los comercios actualizan sus precios más veces, y los trabajadores informales necesitan negociar actualizaciones más veces, porque no hacerlo implica perder en los tres últimos meses que pasaron casi 20% de poder adquisitivo. Desgaste mental y emocional a causa de la inflación, que deriva en tratar de no tenerlo refugiándose en algo que nos otorgue un poco más de seguridad.

La decisión de cambiar este esquema de política económica, uno que descuida el balance monetario en pos de sostener una configuración del gasto público, que por su propia dinámica es insostenible, depende en buena medida de la política, pero también de la sociedad. El 50% de los argentinos ranquean primero, es decir prefiere antes que cualquier otro, al dulce de leche como sabor de helado. Cuando la preferencia sea masivamente el cuidado de los recursos del Estado, viendo con malos ojos que se despilfarren o incluso que se recurra a financiarse con emisión, es que podremos dejar atrás la inflación, y la supuesta "patología social" relacionada al dólar.

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